Crisis mundial 2008: “LO PEOR ESTÁ POR VENIR”



Por Enrique Oliva
 
         La frase del título no es mía. Lleva la marca registrada de Nouriel Roubini, quien proclamaba sus vaticinios desde hace tiempo, como de otros analistas, entre ellos el argentino Fernando José Del Corro y el brasileño Ricardo Amorín. Pero ninguno tuvo la oportunidad de estar situados en escenarios donde repercuten sus opiniones a nivel mundial. Boutine alertó sobre las dimensiones de la crisis internacional que comenzamos a padecer y padeceremos por tiempo impreciso. Sus aciertos lo han llevado a convertirse en el más reputado experto en  crisis económicas y financieras. Buscan su asesoramiento gobiernos y multinacionales del globo. Su agenda está repleta de compromisos. Por unos años, debió soportar Boutine las críticas de los economistas y especuladores bolsísticos, quienes lo llaman aun hoy como “doctor Fatalidad”, el “catastrofista”. Ahora ha puesto en el centro de la polémica el tema recesión ya comenzada y en progresión mundial. Los que se sirven del libre mercado como casinos, siguen en el especulativo juego del sube y baja de acciones, cuando Roubini enciende todas las alarmas. No bastante las prevenciones, la recesión avanza con efecto dominó, sin que el común de la gente advierta que no se trata solo de un problema para industriales, comerciantes y banqueros, sino de una epidemia que los convertirá en las principales víctimas. La pobreza, y en muchos casos hambruna, alcanzará a grandes sectores humanos en forma de desocupación, costo de la vida y sombrío futuro. Por ejemplo, si cierra una fábrica de automóviles o reduce su personal, ello no afecta solo a los que puedan comprar un vehículo, sino a diversos otros gremios. Lo mismo ocurre en el sector  construcción. Ante situaciones similares en aceleración cotidiana, aumentarán los despidos o largas suspensiones, complicándose las dificultades para conseguir nuevas ocupaciones. Bajará asimismo el consumo, provocando un mayor derrumbe de fuentes de trabajo. Todo ello se sufrirá también en los países ricos por desempleo, jubilaciones recortadas o perdidas totalmente, y con desalojos por moras en pagos de viviendas hipotecadas. La impotencia puede ser una mala consejera. ¿No aprovechó Hitler una situación parecida en la Alemania de los años 30, donde dominando las calles con partidarios violentos, aunque en minoría de adherentes, arribó al poder sin pasar por elecciones democráticas? La gente no ya solo sin horizontes de vida a largo plazo sino con imperiosas carencias aquí y ahora de soluciones mínimas, lanzará a multitudes a los brazos de demagogos oferentes de ilusiones imposibles, predisponiendo a no reparar en medios. Ante conflictos sociales ganarán espacios públicos, generando desorden o caos. Con la cantidad de barrios de emergencia plenos de desocupados, en Buenos Aires y otras ciudades, sería imposible el mantenimiento de una población sin choques. Ese será el peor momento de la crisis con final abierto y duración impredecible, cuando Roubini estime que podrá salirse de la recesión en 14 a 18 meses.
¿Estamos los argentinos preparados para asumir ese momento? ¿Las clases dirigentes políticas estudian u ofrecen soluciones? ¿A alguien del gobierno, intelectualidad, oposición, fuerzas vivas y jerarquías religiosas, se le ocurrió llamar a la cordura y proponer un consenso ciudadano para salir lo menos perjudicados posible ante tales perspectivas? ¿No cabe  convocar a un Comité Nacional de Crisis? Nadie advierte que de todas las crisis, los pueblos carenciados resultan los mayores perjudicados, pagando los platos rotos. No caigamos en el error de suponer que en una situación de caos por desbordes sociales alguien está exento de peligro.   En medio del desbarajuste globalizado, no cabe duda que los países ricos, únicos  responsables de la crisis, están pidiendo “solidaridad” para tomar medidas el 15 de noviembre en Washington para encarar soluciones, en especial para ellos. Europa y Asia, no son ajenos a las especulaciones por más de 10 años de la burbuja hipotecaria, en particular yanquis, ingleses y hasta rusos. Ahora ¿No hay culpables? La Unión Europea y EEUU se intercambian reproches ¿Cuándo el G 7 o el viejo mundo se “rebajó” a invitar al resto de los G 20? El presidente Bush viene anunciando con energía que la cumbre por él convocada a Washington para el 15 de noviembre, debe dejar de lado las palabras y tomar decisiones “claras y valientes a ser cumplidas por todos”. Parece una orden a acatar que no admite un plan B. El G 20 tendrá 21 invitados, incluyendo a quien resulte ganador de la elección presidencial yanqui del 4 del mismo mes. Lo cierto es que la Cumbre no tiene un temario consensuado. La orden del día ronda un solo tema: solucionar la crisis financiera mundial. ¿Alcanzará a armonizar intereses? ¿A los países “emergentes”, aunque  ya algunos en vías de sumergirse en su totalidad, se les impondrá el papel de proveedores de materias primas y alimentos, reservándose los ricos el rehacer sus estructuras financieras e industriales? La Cumbre Unión Europea-Asia, por sugestión de los chinos, que no comen vidrio, en su declaración final no arribó a nada concreto o proyecto aprobado. Todo quedó supeditado a las decisiones que puedan salir de la Cumbre de Washington. Lo mismo ha ocurrido con la Cumbre Iberoamericana de El Salvador, donde el Rey Juan Carlos de España y el Presidente Rodríguez Zapatero se han esforzado en conseguir una silla en el G 20, como si equivaliera al reconocimiento de un liderazgo del mundo hispano. ¿Y a África negra quién la representa? Por supuesto, se tomarán ese “trabajo” las multinacionales que alambran su territorio protegiendo la explotación de sus riquezas naturales (petróleo, oro, diamantes…) con mano de obra esclava y ejércitos mercenarios. Es llamativo que durante infinidad de años se vinieron realizando cumbres de todo tipo para encontrar remedios a los temas de la pobreza, salud, alfabetización, vivienda, paz, etc. para la humanidad y nunca se lograron los fondos suficientes. En cambio en horas, los gobiernos poderosos reunieron billones de dólares para salvar el sacralizado usurero sistema financiero multinacional, con dineros de estados, a pagar por los pueblos contribuyentes.

 

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