Editorial Horizonte Sur (GRR)

por Jorge Eduardo Rulli
Larroque, Gilbert, Líbaros, Los Toldos, Balcarce, San Agustín, San Nicolás, San Antonio de Areco, el Barrio Ituzaingó de Córdoba, Montecristo, Oncativo, Las Petacas, Colonia Caroya, San Justo, el Barrio Malvinas de Rosario, San Lorenzo, y tantos otros, son puntos de la extensa geografía argentina crucificada al terrible modelo de la sojización. Son también lugares en que
los pueblos han luchado, en que han denunciado con valentía el genocidio invisibilizado de un modelo que conlleva víctimas innumerables, como contrapartida de las enormes ganancias que les posibilita a los sojeros.  En cada una de esas localidades los vecinos se han reunido y han generado políticas de resistencia, en algunos de esos lugares se han puesto por delante de los mosquitos para impedirles pasar, han tomados fotos de los aviones que sobrevuelan los pueblos cargados de veneno, aviones que, generalmente, carecen de toda identificación, que carecen de permisos, que son conducidos en algunos casos por gente sin credenciales siquiera para el trabajo que realizan. En cada uno de esos pueblos, los vecinos han realizado
incontables denuncias y  presentaciones, esperado justicia sin hallarla, porque la justicia está sorda y ciega ante los crímenes que produce la soja.
En estos días recomienza la campaña de la siembra y las llamadas y las denuncias de las víctimas nos desvelan, nos desvelan a nosotros, pero no logran despertar a la policía que mientras ve delitos en las agresiones a la propiedad privada, no lo ve en cambio en el constante genocidio de una agricultura industrial que ha multiplicado el cáncer a cifras y porcentajes escalofriantes. No logra despertar tampoco de su indiferencia a los encargados de la aplicación de diversas leyes provinciales que se proponen regular o controlar las fumigaciones. Tampoco a los intendentes que, maniatados por los grandes intereses, se niegan a cumplir con la Ley, justificándose en la falta de recursos o encerrándose en sus despachos mientras las avionetas cruzan por encima de los pueblos. No logra despertar tampoco al Dr Esteban Righi, a cargo de la Fiscalía general de la Nación,
que continúa esa larga siesta que comenzó en los setenta durante el camporismo y que continúa imperturbable sin que lo molesten, con el actual Gobierno.
Durante los últimos cuatro años, mientras le poníamos voces al genocidio, nos han entretenido recomendándonos el agotamiento de enrevesados trámites y denuncias que no hacían sino ponerle palabras a lo evidente, a lo fehaciente, a lo irrebatible. Trámites que tan solo mediatizaban en formularios y solicitudes de justicia la espantosa magnitud de la masacre.
Nos reclamaban que les mostráramos lo que conocían perfectamente y que no querían ver, y por lo tanto no hicieron sino perder los expedientes, darle largas, responderlos con obviedades, remitirlos en consulta a los mismos organismos del Estado como el SENASA o como el INTA, responsables de la aplicación impiadosa del modelo de agro exportación de commodities
transgénicas, a su vez responsables de la contaminación y de la muerte por cáncer de las poblaciones. Que pueda  proyectarse por un canal de aire, un documental como el de la Liga, al que vieron millones de personas y no haya un solo miembro de la dirigencia política, un Juez, un fiscal, un comisario, un director de hospital o un intendente que diga algo… que no haya habido un comentario mínimo en los grandes diarios… que un documental que vieron millones de personas y que exponía crudamente la mortandad y las deformaciones provocadas en los niños por el modelo de la soja, haya pasado sin consecuencia alguna, sin provocar vibraciones siquiera en la conciencia pública, indica un grado de anomia en la República que provoca escalofríos.
El tejido institucional se encuentra en gravísimo riesgo, los acuerdos que nos unen como República pierden vigencia, se deslegitiman, se desbarrancan por razones éticas, se convierten en mera parodia. Los marcos constitucionales son burlados por los mismos que se supone deberían preservarlos, la Ley es incumplida por los mismos que las promulgan…
Ahora, a la película Hambre de Soja y al programa de la Liga se le suma Un mundo según Monsanto, y ya tenemos la tremenda trilogía que expone con crudeza un país que fue y que dejamos que fuera con hipocresía, mientras aprovechábamos los dineros que los altos precios de la soja nos dejaba y evitábamos ver el alto costo en vidas y el sufrimiento colateral, del fuego
amigo… Una historia repetida, la de nuestra cobardía… Ahora, se pretende solucionar los problemas de la trata, del hambre o de la inseguridad al margen de la soja, como si no fueran consecuencia del mismo modelo y no fuesen los mismos que respaldan al modelo de la sojización los que regentean la pobreza, los que abastecen de servicios sexuales muchas veces con menores a las decenas de miles de camioneros que transportan los porotos, y a los miles de barcos extranjeros que cargan en los puertos esa soja. Una industria floreciente la de las miles de muchachas que sirven al proyecto de la Republiqueta Sojera, con un burdel en cada cuadra del centro de las grandes ciudades, con un burdel o varios en la entrada de cada pueblo, con
muchos burdeles en cada puerto y con el añadido de servicios al propio barco para atender a los marineros… Esto es la Argentina de la Soja y que no le inculpen esto a la Mesa de Enlace como suelen hacer, que no es el chancho el culpable sino el que lo alimenta y lo regentea… este modelo de sometimiento a los mercados globales nació y se reproduce en las Universidades y en los laboratorios, en los institutos de investigación y en los altos despachos funcionariales, también en los refugios librescos de los intelectuales que divagan sobre el barroquismo, mientras la República se disuelva en la
inmoralidad de cada día…
La debacle internacional de los bancos y de los mercados, que viene inexorable, se los llevará puestos a unos cuantos… ni siquiera son capaces de pensar una alternativa ante lo irremediable… seguirán mirando para otro lado mientras el mosquito mata, mientras la Soja mata, mientras el cáncer les ralea las propias filas… ¿Se llevarán acaso esa imagen cobarde de sí
mismos cuando se los lleve a ellos también tal como está ocurriendo, ese cáncer que no perdona a nadie porque estamos en el mismo barco? Es en todo caso el penoso destino que eligieron. Nosotros optamos por luchar contra la injusticia, ellos cuando por años repitieron que preferían morir de pie a vivir de rodillas, ahora que llegó el momento de la verdad, prefieren aferrarse a todo lo que no podrán llevarse…. y terminar de manera despreciable. En verdad nos suscitan pena…

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