Los economistas estudian la felicidad



La búsqueda ya no es patrimonio de sociólogos o psicólogos. Las disciplinas más duras intentan aislar las características de ese estado.

Se trata de "Happiness", un proyecto financiado por la Unión Europea que durará tres años y analizará cómo influyen las condiciones ambientales –desde el clima y la contaminación a la disponibilidad de servicios educativos o de salud– en el bienestar subjetivo (sinónimo técnico para felicidad) de los europeos. El proyecto está a cargo de Susana Ferreira, del University College en Dublín, quien espera que los resultados sean útiles para la toma de decisiones “de la clase política y para el público en general”. Ferreira y el resto de investigadores son economistas y buscan saber, al igual que Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía de 2002, por qué la gente toma las decisiones que toma. Si la felicidad es el motor del comportamiento humano, entonces habrá que saber cómo medirla. “Las declaraciones directas de bienestar subjetivo podrían ser útiles a la hora de medir las preferencias del consumidor si esto pudiera hacerse de modo creíble”, escribía Kahneman en 2006 en la revista Journal of Economic Perspectives. Entonces, ¿cómo se mide la felicidad? Una primera respuesta parece obvia: preguntando a los principales interesados. Las prestigiosas encuestas del European Social Survey (ESS), que se hacen desde 2001, incluyen la pregunta: “¿Cómo es usted de feliz?”. No son estudios frívolos. 

Hay otras encuestas similares, realizadas con métodos distintos: el Eurobarómetro y sus equivalentes en otros continentes, o el World Values Survey (WVS), con datos de más de 50 países desde principios de los ochenta. Los resultados de estas encuestas dicen que en los países ricos se es más feliz que en los pobres. Sin embargo, superado el nivel mínimo de riqueza, dinero y felicidad se desacoplan: aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el sentimiento de bienestar apenas varía. La paradoja la señaló el economista Richard Easterlin. “Mis hijos tienen todos los videojuegos y no son más felices de lo que era mi padre, que jugaba con una cuerda y una caja de cartón en la calle: tenían menos medios, pero los niveles de felicidad eran parecidos”.

Las encuestas del WVS también muestran que el nivel de felicidad se mantiene más o menos estable a lo largo de los años, así como las diferencias entre países. En los países nórdicos y en América Latina se declaran más felices que en Asia.
Fuente: criticadigital.com

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