Alimentación y Calentamiento Global ¿Qué le está pasando al Planeta?



Por: María Eugenia Gallo Arbeláez *

Adital -

Se hace necesario replantear las dinámicas de desarrollo en el mundo moderno porque estamos llegando a situaciones muy críticas en lo que a la posibilidad de vida de los seres humanos se refiere, estamos agotando las condiciones requeridas para la existencia en la Tierra. Como hasta ahora, no hemos encontrado otro planeta ni asteroide para el cual mudarnos, el asunto es realmente gravísimo y muy urgente. Viven de ilusiones los que piensan que tenemos 50 años para actuar, o los que opinan que el asunto no es más que un montaje para infundir miedo, o los que afirman que es una fantasía de algunos poco racionales que están padeciendo una fiebre apocalíptica.
Los estudios realizados en los centros de investigaciones climáticas, ambientales, del agua, del suelo, de los alimentos, de la salud y en los energéticos y económicos, coinciden en que el grado de desequilibrio ambiental y climático es muy agudo y la escala y frecuencia con las que se presentan los desordenes de la naturaleza que ponen en peligro mortal la vida de muchísimos hombres y otros seres vivos está alcanzando niveles impredecibles e incontrolables, afectando de manera indiscriminada países y comunidades de todo tipo. Las inundaciones, sequías, temperaturas extremas, enrarecimiento del aire, contaminación del agua, ciclones, tornados, tsunamis, incendios y más, afectan todos los puntos cardinales del globo, pero son los pobladores más pobres  los que tienen menos opciones para defenderse, trasladar sus hogares, acceder a los medios mínimos de subsistencia y recibir atención médica para sus enfermedades.

No podemos decir que tenemos en el planeta un lugar seguro dónde estar hoy.

Colombia ya padece, de una manera que tiene tendencia a agudizarse, los efectos del cambio climático. Gran parte de nuestro territorio ha estado afectado por inundaciones; muchos municipios tienen aún el agua hasta el techo de las viviendas, -luego de la ola invernal de hace más de un semestre-; los cultivos se han perdido, y la gente está padeciendo un hambre inhumana; enfermedades que creíamos ya controladas como la malaria, el dengue, las eruptivas y muchas más vuelven a aparecer, menguan y llevan a la muerte a nuestra gente. Se están presentando fenómenos de vientos fuertes, vendavales y tormentas que acaban con viviendas, se llevan árboles, torres y cables de energía. Se presenta un deshielo de los picos nevados, con el consecuente incremento inicial de los caudales de los ríos y avalanchas y la posterior reducción de las fuentes de agua dulce. Se activan los volcanes.
Ya tenemos una pérdida de la capacidad productiva de los suelos, por diversas razones, que se incrementa con el desorden ambiental y la escasez y encarecimiento de alimentos es evidente; hemos generado una dependencia de las importaciones de productos básicos que ponen en cuestión nuestra soberanía alimentaria. Hay un proceso de desertización al que hay que pararle bolas; va a hacerse más fuerte la reducción, en determinadas zonas de las lluvias, como viene ya presentándose. Las poblaciones costeras, las de las islas y cayos, están en riesgo inminente de ser cubiertos parcial o totalmente por el agua, si sigue elevándose el nivel del mar. Estaremos expuestos también a la liberación de gases altamente tóxicos y mortales, -en una medida que aun no se ha podido establecer- que podrían llevar a nuestra extinción de manera rápida debido al calentamiento del mar y el deshielo. Seguiremos expuestos a los desórdenes atmosféricos que se derivan del incremento de las temperaturas en el planeta y esto se hace cada vez más incuestionable.
Hoy el problema no es de una nación o dos, compartimos un destino planetario común, hay que actuar en función de todos, no podemos esperar hasta ver como seguimos siendo afectados para aplicar soluciones. Los efectos son globales y no están territorializados la posibilidad de los daños.
Este desequilibrio ambiental producto de las actuaciones humanas puede ser controlado aplicando soluciones inmediatas y a mediano plazo, que están -unas de ellas- al alcance de nuestras manos y otras, en las de los gobiernos para ser adoptadas; no tenemos que dejarnos morir; estamos en la posibilidad de actuar acertada, coordinada, efectiva y rápidamente para salvarnos y para ello hay que salvar el planeta.
En el reciente Foro Mundial sobre el Suelo en Bristol, se llegó a la recomendación de una serie de cambios que hay que realizar para recuperar el suelo como un recurso tan o más importante que el del petróleo. Hay que transitar acordaron: - primero, del monocultivo a la diversidad; -segundo, de la producción agroindustrial con herbicidas y abonos químicos a la producción orgánica; - tercero, de la producción de alimentos globales a la producción para consumos locales y garantizar la soberanía alimentaria básica de cada país; -cuarto , de la agro producción rural al cultivo de alimentos en todo espacio urbano además del rural , por ejemplo azoteas, balcones, ventanas, parques, jardines, vera de carreteras y trenes; es decir , hay que utilizar cualquier zona verde o no, para cultivar y para favorecer el autoabastecimiento y el acceso; - quinto, es necesario pasar del consumismo y desperdicio desmedido a la frugalidad y al consumo y distribución responsable de alimentos con justicia social, -se dice que si todo el mundo comiera, como se come en Europa, Japón y los EEUU necesitaríamos cinco planetas más; podemos comer menos , mejor y estar sanos y satisfechos-; -sexto, es necesario pasar de una dieta basada en la carne a una alimentación basada en frutas y vegetales frescos, preferiblemente orgánicos, libre de productos animales y de químicos; hay que reducir sustancialmente o eliminar el consumo de alimentos de origen animal.
Esto último, ciertamente, porque hay un campo de la actividad humana que contribuye al calentamiento global más que todos los medios de transporte juntos, incluidos barcos, trenes y aviones de todo el mundo, y está relacionado con nuestra cultura alimentaria. La cría extensiva de ganado, el pastoreo excesivo, la extracción ilimitada en agua dulce y salada de peces y moluscos y el levante monstruoso de aves en hacinamiento y condiciones insanas, más todo el consumo de energía y huella de Co2 que el transporte, conservación y cocción de estos productos cárnicos tienen, como uno de los renglones más nefastos, en cuanto a la producción de emisiones lesivas con niveles críticos para el medio ambiente; hay que contemplar seriamente éste asunto.
Muchos estudios de investigación coinciden en que el 17% de todas las emisiones de gases tipo invernadero que se producen en el planeta provienen del ganado: de sus flatulencias, eructos y excrementos; más o menos 100 millones de toneladas de CO2 se emiten anualmente por esta actividad. Cada año se envía a la atmosfera 140 millones de toneladas de metano en el mundo, lo que lleva a un incremento del calentamiento global en un 40%; El 37% del gas metano que se emite en el planeta proviene de este renglón productivo y este gas genera 23 veces más calentamiento que el Co2.  El ganado produce el 65% del óxido nitroso causado por los humanos, el cual genera 296 veces más calentamiento que el Co2.
La industria cárnica utiliza el 70% de los recursos de agua fresca del mundo, y al mismo tiempo es un agente de contaminación de las fuentes de aguas subterránea y de los cuerpos de agua dulce que corren abiertos. Es una de las empresas que más inciden en la tala de bosques; se calcula que el 70% de la selva amazónica es talada para dar campo a la producción de carne. Grandes extensiones de terrenos propios para la agricultura han sido destinadas a la cría de ganado, por lo que la relación tierra - producción de alimentos se ha reducido, generándose escases de alimentos y también desempleo. Este renglón industrial provoca la desertización y acidificación de los suelos y es responsable de parte de las lluvias ácidas y del endurecimiento y pérdida de capacidad productiva para vegetales de los terrenos.
El ganado consume más del 50% de los cereales que se producen en la tierra y el 70% de la soya mundial; el costo y utilización de la energía y del transporte necesario para llegar al consumidor es inmenso, con un efecto medio ambiental importante. Enormes cantidades de electricidad se requieren para congelar los productos cárnicos y luego para cocinarlos. Pero además los estudios muestran que con estos alimentos que se destinan a la industria cárnica, se podría alimentar la población planetaria total, es decir que adicionalmente a los hombres y mujeres que ya comen, se podría calmar el hambre y la sed de esos 930 millones de personas que se acuestan con hambre cada noche y los cinco niños que cada segundo mueren de inanición en el mundo por carencia de alimentos, agua y pobreza extrema.
Tenemos pues, un campo de acción ecológica muy potente al alcance de cada uno de nosotros; hay en él, no solo una responsabilidad, sino una solución que está disponible, es expedita y fácil para reducir el calentamiento global, sin necesidad de realizar una inversión económica extra.
Ya hay en el planeta una masa crítica de vegetarianos y veganos; se ha dicho que el cambio a una dieta vegetariana de un número de población significativa, reduciría, en menos de seis meses, entre un 50 y un 80% el calentamiento global y recuperaríamos el planeta para sostener la vida en él. Esta es pues una solución efectiva, rápida y asequible de manera inmediata, con resultados rápidos y contundentes frente al calentamiento global, que acompañada de las otras soluciones y campos de actuación a los que vayamos accediendo, y que vayamos exigiendo, nos permitirán recuperar y disfrutar en paz y equilibrio éste hermoso planeta azul, el único que tenemos en el Universo. Además adoptaremos una actitud compasiva para con los que padecen hambre, seremos benevolentes con los otros seres vivos que dan alegría y colorido a la Tierra y ganamos beneficios para la salud cada día más evidentes.
Se está analizando y llegando a una política orientada a una reducción importante del consumo de carne a nivel mundial, así lo ha propuesto la FAO, lo ha adoptado el Panel Intergubernamental del Cambio Climático del Parlamento Europeo, se presenta para su adopción próximamente a las Naciones Unidas, ha sido objeto de legislación y política pública y económica en varios organismos estatales e intergubernamentales en Asia, África, Oceanía y empieza a ser discutido en América del Norte y en el Centro y Sur América,  por los problemas ambientales y de salud que la producción e ingesta de todo tipo de carne tiene para el ser humano.
En diversas ciudades del mundo, el pasado 20 de marzo se celebró - con participación de líderes, artistas, ecologistas, defensores de animales, ciudadanos del común y dirigentes-, el Día mundial sin carne, en un intento por sensibilizar un mayor número de personas sobre el problema y demostrar caminos de solución. Así como se ha promovido y se ha legislado a favor de la reducción del consumo de cigarrillos, tabaco y alcohol, ahora, se está informando y promoviendo por motivos de salud, y ambientales, la reducción o eliminación de productos de origen animal en la alimentación.
Por lo tanto infórmese más, tome conciencia y haga parte del Circulo Ecológico de la Revolución de la Cuchara a favor del planeta y los seres vivos que cohabitamos en él. Sea vegetariano, sea ecológico, sea inteligente, sea noble, salve el planeta, para salvar a los que ama y salvaguardarse usted mismo.

* Profesora de la Universidad Pedagógica nacional, Colombia

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