El tráfico ilegal de fauna silvestre. Un negocio salvaje






por Marcela M. Carpini(*) |
(Moreno, Argentina)- El comercio ilegal de fauna silvestre encuentra en América Latina una fuente de producción barata y aparentemente inagotable. Pero, como todo recurso natural la intervención del hombre amenaza con extinguir la diversidad, la belleza y la libertad de los animales, que sin ninguna clase de respeto son trasladados en las más dolorosas condiciones.
De acuerdo con lo expresado por organizaciones dedicadas a la protección y conservación de la naturaleza, sólo uno de cada diez animales llega vivo al lugar de destino. Es fácil calcular entonces cuántos representantes de cada especie deben ser capturados para que el negocio sea redituable.
Y vaya si lo es. Este espurio negocio está situado en el tercer lugar en cuanto movimiento de dinero después del narcotráfico y la venta ilegal de armas.
Pobreza y evasión
Para que esta actividad tenga lugar, tiene que existir quien realice una de las principales tareas: el cazador. Y aquí juegan un importante papel las condiciones de pobreza de los habitantes de los diferentes países de América Latina, ya que se constituye en una salida laboral que se encuentra a mano en el mismo hábitat que comparten cazador y cazado.
Debe destacarse que el hambre que acecha a esas comunidades también se convierte en un enemigo del ecosistema. Los especimenes comestibles son utilizados como alimento. En este caso, es comprensible que esto ocurra, ya no se trata de ilegalidad sino de necesidad.
Según la organización Ecoanimal de Argentina, se paga una suma ínfima por cada captura. Una tortuga se abona 0,38 dólares por animal (cazan aproximadamente veinte al mes por persona) y en Nueva York esa misma tortuga se vende en 35 dólares. Los animales más requeridos son los loros, papagayos, monos y tortugas.
Todos los países de la región tienen una legislación que protege la fauna y la flora. Estas apuntan a cuidar el medio ambiente, pero no se realizan los controles necesarios que deben ser permanentes y exigentes, para evitar el comercio ilegal. Además, los controles fronterizos y de los puertos son fundamentales en este contexto.
En Argentina, la ley 22421 de Conservación de Fauna establece en su Capítulo VIII:

ARTICULO 24. — Será reprimido con prisión de un (1) mes a un (1) año y con inhabilitación especial de hasta tres (3) años, el que cazare animales de la fauna silvestre en campo ajeno sin la autorización establecida en el Artículo 16, inciso a).
ARTICULO 25. — Será reprimido con prisión de dos (2) meses a dos (2) años y con inhabilitación especial de hasta cinco (5) años, el que cazare animales de la fauna silvestre cuya captura o comercialización estén prohibidas o vedadas por la autoridad jurisdiccional de aplicación.
Penas relativamente menores para castigar el delito ambiental, basado en una conveniente ignorancia de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, proclamada en 1978.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Animales y Vegetales Amenazadas de Extinción (CITES), estableció tres niveles de comercialización: I) Comercio internacional prohibido, II) Comercio internacional regulado y III) Comercio regional regulado.
Si se tiene en cuenta que existe autorización para un comercio regulado legal, significa que todo lo que se negocia de forma ilegal es una pérdida económica, ya que esta actividad -rentable como pocas- además de violar las leyes, evade impuestos.
La Cámara de Diputados de Brasil, realizó una investigación que reveló que el tráfico ilegal de flora y fauna en ese país, mueve más de 1.000 millones de dólares al año. Además, alerta sobre biopiratería disfrazada como investigación científica y que existen evidencias de que se han enviado muestras de patrimonio genético al exterior, más precisamente a Europa.
Brasil es el país con mayor biodiversidad del mundo y 288 de sus especies corren peligro de extinción (entre ellos mamíferos, reptiles, peces y aves).
Por ejemplo, el gramo de veneno de una serpiente yarará es cotizado en la industria farmacéutica en unos 300 dólares, mientras que el de una coral “verdadera” aumenta a unos 32.300 dólares.
Bolivia, que cuenta con una biodiversidad de aves muy importante, sufre el saqueo de sus especimenes, buscados para el uso de las plumas para adornar los trajes de algunas comunidades folklóricas (en el interior del propio país) o el comercio ilegal destinado a la cría como mascotas. En este caso, 200 de sus especies corren peligro de extinción.
Sólo desde Nicaragua se exportan 10.000 aves y 1.000 reptiles al año (debe tenerse en cuenta la reducida superficie territorial). Estas cifras fueron aportadas al Primer Encuentro Latinoamericano sobre el Tráfico de Vida Silvestre que se llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires en octubre de 2008, por el médico veterinario Francisco Galindo, representante del Fondo Internacional para la Protección de la Fauna y sus Hábitat (IFAW).
La moda, los rituales o espectáculos son también un espacio que favorece la caza y el tráfico de fauna silvestre, ya que los cueros, las pieles o las plumas se convierten en piezas de diseño exclusivo, tanto para vestimenta como decoración.
Ilegalidad por dos
Para Jennifer Ibarra médica veterinaria participante del encuentro en Buenos Aires, la presencia de los narcotraficantes hace complicado y peligroso trabajar en algunos países. En México, por ejemplo, éstos compran miles de hectáreas que quedan aisladas, custodiadas por personal armado y donde solamente ingresan quienes están autorizados.
Esos predios son ricos en especies silvestres que sus propietarios comercian sin escrúpulos y sin control, por lo que el trabajo de combate al tráfico de fauna se dificulta dada la inseguridad que representa ingresar a las haciendas. Según estudios, lo mismo ocurre en Guatemala y en Brasil.
Sumado a las crueldades a que son sometidos los animales cuando son trasladados para su venta, hay que agregar que son utilizados como mulas para pasar droga. Es penoso y de mal gusto reproducir cuales son las modalidades para hacerlo, pero intestinos o estómagos fueron recipientes adecuados para cumplir con pedidos de dos tipos: droga y animales.
A su vez, Europa y Estados Unidos son los principales consumidores de esta “mercadería” que se utiliza no sólo para exhibición como piezas exóticas. También satisfacen la vanidad de sus propietarios, son utilizados como diversión sobre un escenario (vivos o formando parte de un vestuario), como así para experimentos biomédicos o de la industria cosmética.
Tal vez, sean devueltos a la región de origen como parte de los más diversos objetos, importados como artículos de consumo, si murieron en el camino de ida.

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(*) La autora de esta nota es alumna del Seminario de grado “Periodismo en Escenarios Latinoamericanos” que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP, extensión Moreno en coordinación con APM.

Fuente: http://eco21.com.ar/2009/el-trafico-ilegal-de-fauna-silvestre-un-negocio-salvaje.html

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