En la red de una pesca insostenible









Hilaire Avril
IPS

Las comunidades pesqueras que viven a lo largo de los 30.000 kilómetros de franja costera de África alertan desde hace años sobre el agotamiento de sus reservas. Pero sus advertencias son en vano.


La sobrepesca que llevan a cabo buques extranjeros arrasa con el sustento de los pescadores de África occidental, lo que contribuye con los desesperados intentos de emigración hacia Europa.

Pero esto puede ser apenas la punta del iceberg. Nuevas evidencias sugieren que las actuales prácticas pesqueras amenazan cada vez más a los bancos de pesca del mundo, y no sólo africanos, con la extinción total.

"The End of The Line" ("El final de la línea"), reciente documental británico de Rupert Murray que aborda el impacto de la pesca industrial, muestra cuán catastróficamente insostenible es la tendencia actual.

Citando una investigación de la canadiense Universidad Dalhousie, la película advierte que, de mantenerse este ritmo, todos los peces del planeta habrán sido capturados para 2050.

"Las reservas pesqueras tienen un umbral biológico más allá del cual no pueden reconstituirse, y apenas estamos comenzando a entender cuán importante es tener peces en el mar", dijo Murray.

"Además de las cuestiones de la alimentación y los medios de sustento, en enero se descubrió que los océanos necesitan el excremento de los peces, porque de otro modo son demasiado ácidos para procesar el dióxido de carbono y limitar el recalentamiento planetario", explicó.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 80 por ciento de las pesquerías del mundo ya están plenamente explotadas o en declive.

Aunque la pesca es una industria regulada, los sistemas de control son débiles y se aplican de modo inadecuado.

Cada vez son más grandes los barcos industriales dedicados a la pesca de arrastre que salen al mar durante varios meses consecutivos, navegando a miles de millas de sus aguas nacionales, y también de las autoridades a las que responden.

Muchos evaden las regulaciones internacionales y locales, pescando dentro de las protegidas Zonas de Exclusión Costera y excediendo las cuotas de capturas autorizadas.

La Unión Europea (UE) negocia acuerdos de pesca con otros países, compensando a las naciones que conceden acceso a sus aguas territoriales a los buques de pesca de arrastre certificados por el bloque.

La certificación demanda que las naves pesqueras acaten los términos de los acuerdos de pesca (cuotas de captura, zonas designadas para operar) y las regulaciones de la UE sobre higiene.

Solamente los barcos certificados pueden exportar pescado a la UE, mayor mercado mundial de productos del mar.

Pero una investigación realizada en África occidental mostró que la sobrepesca se debe, en buena medida, a pescadores "pirata", que son certificados por la UE pero abusan del sistema.

La Fundación para la Justicia Ambiental, organización no gubernamental con sede en Londres, ha documentado cómo la débil aplicación de las regulaciones europeas permite que las embarcaciones continúen agotando las aguas de Sierra Leona y la costa occidental africana.

"En África subsahariana, donde la pesca no regulada ni autorizada abarca un promedio de 37 por ciento de capturas, el valor total de la pesca ilegal se estima en 1.000 millones de dólares por año, pero la cifra verdadera puede ser mucho más elevada", según el informe de la Fundación.

"La sobrepesca con redes de arrastre bajo las licencias europeas se aprovechan de la mala capacidad de implementación de algunos gobiernos", explicó Duncan Copeland, autor de la investigación.

"Las autoridades de Sierra Leona, por ejemplo, tienen un solo bote capaz de inspeccionar las redes de arrastre que operan fuera de sus costas, y hace poco fue atracado, perdiendo partes sueltas", dijo.

Muchas embarcaciones dedicadas a la pesca de arrastre exceden sus licencias y no respetan los estándares sanitarios. La Fundación publicó evidencias de que pescan dentro de reservas naturales y zonas restringidas a los pescadores artesanales locales, a veces agotándolas.

Las tripulaciones de esos barcos trabajan en condiciones inseguras, y se les paga una miseria, ocasionalmente con pescado.

De vez en cuando evaden las inspecciones en bahías europeas, transfiriendo el pescado a otros buques mientras están en el mar, o descargándolo en puertos de su conveniencia.

Las Palmas, en la isla española de Gran Canaria, es un puerto conocido por sus laxos controles, que permiten que ese pescado ingrese a la UE.

"Por lo tanto la UE está perpetuando una situación por la cual prácticamente ninguno de los beneficios de las pesquerías realmente se acumula en Sierra Leona, mientras que simultáneamente permite que ingrese a la UE el pescado capturado ilegalmente", dijo Copeland.

"Aún cuando el sistema se aplica, hay pocos métodos de disuasión para la sobrepesca. Hace poco Sierra Leona capturó un barco coreano registrado ante la UE y le impuso una multa de 30.000 dólares, pero esto equivale a confiscar los equipos de pesca. Eso no impide la capacidad de pesca de la nave de un modo duradero", explicó.

"Raramente se conocen los dueños reales del barco, y mucho menos se los juzga. Su agente local puede ser llevado a la justicia, pero en algunos países de África occidental estos procedimientos a veces se topan con cuestiones de gobernanza", agregó.

Varios estados miembro de la UE de donde proceden muchos de estos barcos, no están dispuestos a controlar la pesca ilegal fuera de Europa.

"España, que tiene la mayor flota pesquera del mundo y una influencia sustancial sobre la política pesquera de la UE, tiene una historia de hacer la vista gorda a la pesca pirata", dijo Copeland.

"Italia también ha hecho muy pocos esfuerzos, y es célebre por la sobrepesca, incluso en sus aguas nacionales", agregó.

El Grupo Pew Medio Ambiente y Transparencia UE, dos organizaciones de vigilancia de las políticas europeas, lanzaron en junio el portal fishsubsidy.org, que rastrea a los mayores receptores de los subsidios pesqueros europeos.

España suele estar al frente de esas listas, embolsándose casi la mitad de todos los subsidios entre 1994 y 2006. Sin embargo, la mayoría de estos subsidios se han destinado a la construcción de nuevos barcos.

Bruselas, capital de la UE, "limita la cantidad de botes a los que se permite pescar en aguas extranjeras e importar su captura" en el bloque, dijo un experto en políticas pesqueras francesas que pidió no ser nombrado.

"Si los peces se capturan violando los estándares europeos de ambiente e higiene, la UE puede prohibir su importación. Esto ha ocurrido en el pasado. Pero el sistema es sobrepasado por intereses privados, a menudo españoles", agregó.

Copeland señaló que "el otro gran tema son las banderas de conveniencia, donde los dueños europeos registran sus naves en otros países que tienen regulaciones más laxas. Los españoles y taiwaneses son los mayores propietarios de barcos que usan banderas de conveniencia"

La UE planea reformar sus estándares de pesca para 2010. Pero aunque se adopte la nueva regulación EC 1005/2008, su efecto sobre la pesca "pirata" dependerá de cómo se la implemente.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=92940

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Científicos advierten sobre la extinción de Oceanía


Muchos científicos creen que actualmente estamos viviendo en medio de otro gran evento de extinción aunque esta vez, la causa de la desaparición en masa sea más fácil de identificar: los humanos.
Un estudio de investigacion de la conservacion en la región de Oceanía dice que la zona está perdiendo las especies al menos tan rápidamente como el resto del planeta, si no más.
El exámen ha hallado que desde la Polinesia a las Islas del Pacífico pasando por Nueva Zelanda y Australia, los humanos están ejerciendo un dramático impacto sobre la biodiversidad y sigue representando las amenazas a gran escala para especies de plantas y animales.
El informe indentifica seis temas en los que los humanos suponen un mayor impacto: la destrucción del hábitat, las especies invasivas, la sobrepesca y caza, la contaminación, la enfermedad y el cambio climático.
A pesar de que la región tiene alguno de los entornos  más diversos y ecológicamente únicos, estos están mostrándose vulnerables ante la interacción humana.
El informe de investigacion está dirigido a los gobiernos que tratan con tantas de las amenazas en la región aunque los autores advierten que es necesario que los esfuerzos se coordinen de mejor manera y que el comportamiento humano ha de cambiar.
"La desforestacion, la tala, la construccion de presas, el desvio del agua de los rios, la pesca de arrastre en zonas marinas y la sobre explotacion de nuestras pesquerías estan teniendo enormes impactos."

(De abc.net.au, Oceania, por Shane McLeod)
Fuente: oceansentry.org
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Proponen prohibir la pesca en 30% de los océanos

Por: Ariel Palazzesi


Un experto de la Universidad de York ha desatado la polémica al proponer que una parte de los océanos del mundo deberían convertirse en una reserva natural, y que esto debe hacerse ya mismo si es que queremos seguir comiendo pescado durante mucho tiempo. Para Callum Roberts, el cerrar a la pesca el 30% de los océanos por 20 años permitiría devolver a los mares las riquezas que poseían hace 100 o 200 años.

La pesca indiscriminada, la corrupción de algunos gobiernos que permiten hacer prácticamente cualquier cosa en sus costas a cambio de dinero, la creciente demanda de alimentos y la contaminación de los mares está haciendo estragos en la fauna marina. Dado que normalmente no vemos lo que ocurre debajo del agua, esta disminución en la cantidad, calidad y variedad de peces puede pasar desapercibida para la mayoría de las personas. Sin embargo, los ambientalistas -y los patrones de los buques de pesca- desde hace tiempo vienen denunciando esta situación.


Callum Roberts, profesor de Conservación Marina de la Universidad de York, ha revisado más de 100 artículos científicos para llegar a la conclusión de que un tercio de los océanos del mundo deberían cerrarse a la pesca ya mismo. Una medida de este tipo podría darle la oportunidad de recuperar su número a muchas especies que actualmente están en franco peligro de desaparición. Según el científico, destinar un tercio de los océanos a una especie de “reserva ecológica marina” podría –en 10 o 20 años- lograr que su estado vuelva al que se encontraba hace 100 o 200 años, antes que se inventase la pesca industrial de arrastre. 

La denominada “red de arrastre” consiste en una especie de bolsa construida con una malla de grandes dimensiones, que se remolca desde un barco pesquero de entre 20 y 60 metros de eslora. Las puertas de arrastre están diseñadas para mantener la boca de la red abierta a medida que se desplaza por el agua, mientras que la relinga inferior de la red está aparejada con plomos para mantenerla sumergida. Además, estos barcos están equipados con sistemas de detección de cardúmenes ultrasónicos que los hacen muy efectivos. Pero estos sistemas de pesca arrasan con la población marina y, en ocasiones, rozan el fondo oceánico destruyendo comunidades de algas calcáreas y otros organismos de gran importancia ecológica.
Los estudios demuestran que no se puede seguir pescando de la misma forma y en la misma cantidad que lo hacemos hoy. Varias organizaciones, entre ellas Friends of the Earth (Amigos de la Tierra), Marine Conservation Society (Sociedad para la Conservación Marina) y la Royal Society, coinciden en que “del 20% al 40% de los mares deberían cerrarse a la pesca para protegerlos”. Roberts agrega que “en 20 años, podríamos llegar a un nuevo punto de equilibrio en el que una gran cantidad de especies hoy casi desaparecidas se encuentren otra vez en un estado mucho más productivo”.

Un argumento que se esgrime con frecuencia, sobre todo por parte de algunos representantes de la industria pesquera, es que el mundo necesita esos millones de toneladas anuales de peces que sus redes capturan. Sin embargo, el argumento es bastante débil, ya que dentro de 10, 20 o 50 años la demanda va a seguir existiendo –incluso incrementada al mismo ritmo que crece la población mundial- pero ya no va a existir nada que pescar. Lo lógico parece ser disminuir el ritmo de depredación para que el recurso se recupere y siga estando disponible para las generaciones venideras. Algunos gobiernos parecen no entender esta situación, y permiten –ya sea a sabiendas de lo que ocurre o por no controlar debidamente sus costas- que se efectúen verdaderas masacres.

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