CANADÁ: Ataques y sabotaje contra empresa de gas





Por Chris Arsenault
POUCE COUPE, Canadá, (IPS) -

Una empresa de gas natural de Canadá ofrece la mayor recompensa en la historia de este país para atrapar al responsable de seis atentados contra sus gasoductos, en lo que algunos consideran sabotaje y las autoridades califican de terrorismo ecológico.

Las seis explosiones de dinamita dañaron gasoductos de gas ácido que la empresa EnCana instaló en la localidad de Tomslake, en la occidental provincia de Columbia Británica. El 15 de julio, días después del último de los atentados que comenzaron en octubre de 2008, el diario Dawson Creek Daily News recibió una carta manuscrita, presuntamente del responsable, en la que exigía el cese de operaciones de EnCana. 

"Dejen la tierra como estaba antes de que ustedes llegaran… antes de que las cosas empeoren para ustedes y sus compinches terroristas en el negocio del petróleo y el gas", advertía la carta. 

EnCana tiene centenares de pozos en la provincia, y de 150 a 200 en la zona donde se produjeron los sabotajes, explicó a IPS el portavoz Brian Liverse. 

La tranquilidad de la zona tradicionalmente ganadera y agrícola se vio alterada cuando EnCana adquirió 200.000 hectáreas en 2003 para destinarlas a la extracción no convencional de gas. La firma, con sede en la ciudad de Calgary, transformó las praderas y suaves colinas de esta región poco poblada en un centro de gran actividad. 

"Pusimos el acelerador a fondo en 2003", dijo Liverse. 

Gran parte del gas de la zona es ácido, o contaminado con ácido sulfhídrico, un "gas sumamente tóxico". Su aspiración puede causar la muerte en pocos segundos, según la Agencia para las Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, de Estados Unidos. 

"Las extractoras de gas son como árboles de Navidad que salpican el paisaje", dijo Lyman Clark, el alcalde de Pouce Coupe, el pueblo más cercano a los atentados. 

En una medida sin precedentes, el Equipo Integrado de Aplicación de la Seguridad Nacional (INSET, por sus siglas en inglés), compuesto por funcionarios que investigarán los atentados, publicó la carta manuscrita en su sitio web. 

Al menos 250 integrantes de INSET se instalaron en la región del río Peace, en el noreste de Columbia Británica, para investigar el caso, entre ellos hombres enmascarados con metralletas y un francotirador que fue traído de Afganistán donde cumplía funciones con el resto de las fuerzas canadienses en ese país. 

EnCana reconoce que contrató seguridad privada para proteger sus instalaciones, pero Liverse no especificó cuántos guardias son ni de qué tipo. 

Los atentados tienen como objetivo que EnCana y el resto de la industria del gas "sepan lo vulnerables que son, y que a pesar de sus enormes recursos, su influencia política, sus artilugios y sus engaños, se les puede reducir a la impotencia", escribió el atacante. 

Se calcula que la demanda de gas natural en el mundo crecerá 51 por ciento hasta 2030, y el gobierno de la provincia de Columbia Británica, al que le pertenecen los derechos del petróleo bajo la superficie, está redoblando las inversiones. Las empresas abrieron más de 10.000 pozos de petróleo y gas desde el año 2000 en la región. 

En 2008, la provincia obtuvo el récord de 2.700 millones de dólares por la venta de los derechos de extracción. Pero a medida que los gasoductos invaden los campos de canola, las llamaradas de los productos químicos que las empresas liberan al aire iluminan el cielo nocturno y los camiones levantan el polvo de los caminos que antes eran tranquilos, algunos de los habitantes del lugar dicen que el crecimiento de la producción tiene sus costos. 

"Miles de millones de dólares abandonan nuestra comunidad cada año, pero nuestros ancianos tienen que viajar a Vancouver cuando se enferman", sostuvo Cliff Calliou, jefe de la comunidad indígena Kelly Lake, que con sus 500 habitantes se encuentra a unos 30 minutos en automóvil del lugar de los atentados. 

Las incursiones industriales "modifican el estilo de vida de la comunidad: la caza, las trampas, la recolección de moras, incluso cuando acampamos", dijo Calliou a IPS en una entrevista celebrada en el centro comunitario de Kelly Lake, donde varias decenas de habitantes asistían a una conferencia sobre las estrategias para tratar con la industria petrolera. 

A pesar de la riqueza petrolífera de la región, muchas de las viviendas en Kelly Lake son humildes y en mal estado. 

Kelly Lake y el gobierno canadiense no han firmado un tratado oficial como los negociados con otras colectividades indígenas. Los nativos dicen que el gas se les roba de tierras no cedidas y presentaron una demanda por 5.200 millones de dólares de indemnización. 

La policía y los medios de comunicación especularon, luego de los primeros atentados en el otoño boreal pasado, que el responsable de los atentados proviene de Kelly Lake. "Mandaron a la cárcel a dos personas sin evidencias", dijo Calliou a IPS. Calificó de "caza de brujas" la actitud policial en la comunidad. 

Los indígenas no son los únicos que se quejan del acoso policial. Integrantes de INSET acusaron públicamente al empresario local Dennis MacLennan de ser el responsable, mientras se encontraba en un restaurante. Las acusaciones públicas afectaron gravemente a su negocio, según informes de prensa. 

La policía también acusó a Regina Mortensen, una abuela de 76 años convaleciente de cirugía de la cadera, de haber saboteado los gasoductos. 

El portavoz policial Rob Vermeulen se negó a comentar sobre las acusaciones de abusos. "Una de nuestras metas es descartar" a los sospechosos "y sólo podemos hacerlo hablando con la gente", le dijo a IPS. 

En una conferencia de prensa en julio, la policía acusó al saboteador de "aterrorizar a estas comunidades de Pouce Coupe y Dawson Creek", y calificó los atentados de "terrorismo ecológico". 

No es fácil ni barato extraer el gas del norte de Columbia Británica, en comparación con otros lugares. Las empresas utilizan una técnica conocida como extracción horizontal por la cual se realiza una excavación vertical de 2.300 metros y luego hacia los costados de 2.000 metros, explicó el portavoz de EnCana, Liverse. 

Pero aunque la zona no ofrezca ventajas geológicas, las empresas inversoras valoran la estabilidad política de Canadá. Eso es lo que el saboteador está atacando, más que nada. Y las empresas tienen miedo.

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