ENTREVISTA A GUADALUPE RODRÍGUEZ DE “SALVA LA SELVA”






Por Salvador Lopez Arnal

“EN TODOS LOS PAÍSES DONDE SE EXTIENDEN
ESTOS DESIERTOS VERDES LAS CONSECUENCIAS
SON LAS MISMAS: UNAS POCAS EMPRESAS
NACIONALES Y EXTRANJERAS SE ENRIQUECEN,
MIENTRAS QUE LAS COMUNIDADES LOCALES
EMPOBRECEN Y SE VEN PERJUDICADAS POR LOS
IMPACTOS AMBIENTALES SOBRE SUS TIERRAS,
VIÉNDOSE FINALMENTE OBLIGADAS A
DESPLAZARSE”.

¿Qué es el Día Internacional contra los Monocultivos de árboles?
¿Cuándo se celebra?
El Día Internacional en contra de los Monocultivos de Árboles se celebra
todos los 21 de septiembre desde el 2004, a partir de una iniciativa de la “Red
contra el Desierto Verde” (Brasil), que es una amplia red de organizaciones de la
sociedad civil brasileña. El nombre “desierto verde” ya lo dice todo: los
monocultivos extensivos de árboles como el eucalipto, pino, la acacia o la teca no
son bosques, sino vastas extensiones de árboles que no constituyen un ecosistema
natural, sino una especie de fábrica de madera. Lo que se pretende es obtener la
mayor cantidad de masa forestal en el mínimo tiempo posible y el máximo
beneficio económico posible. La oposición al modelo social y ambientalmente
nefasto que se articula en torno a este tipo de proyectos industriales está
creciendo a nivel local, nacional, regional e internacional. Respondiendo al
llamamiento del Movimiento Mundial por los Bosques, desde Salva la Selva
queremos sumarnos a este día llamando la atención sobre este problema
ambiental.

¿Y qué pretendéis con este Día Internacional contra los Monocultivos
de Árboles?
Gracias a la capacidad de coordinación y difusión del WRM, la campaña
en contra de estos monocultivos forestales a gran escala que se extienden
especialmente en los países el Sur está creciendo. El objetivo de la campaña es
generar conciencia y organizar la oposición a este tipo de desarrollo forestal, y al
mismo tiempo darle visibilidad a nivel de la opinión pública, de los
consumidores, de quienes surge la demanda que a su vez genera esta producción
masiva e irracional.
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Hablaste de ello anteriormente, pero insisto de nuevo. ¿Por qué no son
buenos lo monocultivos de árboles?
Como te comenté, estos monocultivos de árboles son como fábricas. En
primer lugar, se destruyen los ecosistemas previos para establecer los
monocultivos. En segundo lugar, su demanda de agua y de otros recursos como
el suelo es mayor que la capacidad que estos recursos tienen para regenerarse.
Esto es fatal: las pérdidas son enormes, tanto en ecosistemas naturales, como en
biodiversidad. No hay que olvidar tampoco el uso de agrotóxicos contaminantes.
Y en tercer lugar, la destrucción ambiental impacta por supuesto a nivel social,
con las pérdidas que implican para las comunidades locales, sean indígenas,
afrolatinoamericanas o campesinas, quienes dependen del medio para su
subsistencia. Esto significa que las poblaciones locales se abastecen literalmente
del medio del que obtienen su alimento, sea cultivándolo, recogiéndolo o
cazando y pescando; obtienen su energía en forma de leña; obtienen el agua para
todos sus usos vitales, etc.
¿Y cómo argumentan los que defienden la bondad de esos
monocultivos? ¿Cómo defienden la validez de sus posiciones?
Un argumento que se escucha frecuentemente es que los monocultivos son
“reforestaciones”. Esto no es verdad, porque un bosque es un sistema muy
complejo que se forma naturalmente a lo largo de millones de años, y un
monocultivo de eucalipto tiene un ciclo de corta vida que en casos extremos es de
un mínimo de unos 8 años, para la producción de papel o de energía (el promedio
es un poco más alto seguramente). Para la producción de madera para la
construcción, tal vez se necesitan hasta unos treinta años. En todo caso, esto no
tiene nada que ver con un bosque.

Otro argumento que se maneja es que generan desarrollo y empleo. Pero
en los países donde se extienden estos desiertos verdes las consecuencias son las
mismas: unas pocas empresas nacionales y extranjeras se enriquecen, mientras
que las comunidades locales empobrecen y se ven perjudicadas por los impactos
ambientales sobre sus tierras, viéndose finalmente obligadas a desplazarse.
Donde antes subsistían numerosas familias, solo queda empleo para unos pocos
empleados que manejan las máquinas, pues en los monocultivos todo está
altamente mecanizado.
Como consecuencia la oposición comunal está creciendo y se está
extendiendo la lucha.
Pero déjame que insista. Decías: “pero esto no tiene nada que ver con
un bosque”. ¿Y qué importa podría apuntarse? No es un bosque, de acuerdo,
pero es mejor un espacio verde que un desierto sin vegetación
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Para empezar, también un desierto también es un ecosistema de gran
valor. Tal vez no es exuberante y verde, pero también tiene su razón de ser. Pero
normalmente las plantaciones no se implementan sobre meros desiertos o zonas
no verdes, sino sobre otros ecosistemas previos a los que sustituyen y que servían
de base para el sustento de poblaciones locales. Está claro que la transformación
del medio por parte de los seres humanos es inevitable y es una constante
histórica. Pero no es lo mismo un aprovechamiento sostenible de un recurso por
parte de una comunidad campesina, o incluso de cooperativas o pequeñas
empresas locales, que el sometimiento de un recurso a una empresa
transnacional, con las consecuencias conocidas de concentración de la propiedad
de la tierra en unas pocas manos, concentración económica, despoblamiento del
campo, desempleo y, finalmente, miseria.
Para que me entiendas mejor: si te acercas a una de estas plantaciones, lo
que observas es espeluznante. No se oye nada, es un silencio mortal. No hay
vida. En cambio, si te adentras en un bosque tropical o en cualquier otro tipo de
bosque, escuchas el fluir el agua, el cantar los pájaros y multitud de sonidos que
indican vida.
También hay un punto llamativo para la vista y de importancia cultural:
una plantación, por ejemplo de eucaliptos, parece un regimiento del ejército:
todos derechitos, paralelos, a la misma distancia, todos igualitos. En cambio, una
selva es una marea de formas, colores y tamaños, superior, entiéndeme, a
cualquier obra de arte.
¿Y en España está extendida también esa práctica que denuncias?
Pues sí, claro Solo se necesita ir por ejemplo a Galicia para observar de
qué estamos hablando. El paisaje natural ha quedado prácticamente sustituido por
un monocultivo de eucaliptos interminable. Y la Ría de Vigo contaminada por la
actividad de la planta que funciona en sus márgenes, y que se abastece en parte
de estos monocultivos.
¿Por qué crees que los árboles transgénicos van a empeorar su
situación ambiental?
Lo que nos transmiten las organizaciones que se están preocupando por la
introducción de los árboles transgénicos en algunos países del mundo es que la
modificación genética que se está ensayando genera una producción de árboles
con poca lignina. “Árboles enclenques” para que nos entendamos. La lignina,
tiene un importante papel en el sistema inmunológico natural del árbol. Con su
supresión, se generan numerosos efectos secundarios. Además, como es sabido,
cuando hablamos de transgénicos siempre existe el peligro de contaminación, es
decir, que los organismos no genéticamente modificados como otros árboles –
incluyendo, por ejemplo, los frutales- pero también otros cultivos, resulten
también modificados genéticamente.
También he escuchado que los árboles se debilitan, su crecimiento se
altera, las hojas se pueden alterar y son más vulnerables a infecciones virales.
Una contaminación así sería fatal por ejemplo para árboles destinados a la
industria del mueble. Su debilitamiento llevará probablemente a un mayor uso de
plaguicidas.
Otros temores que cabría citar son la alta probabilidad de que los árboles
con poca lignina se pudran con mayor rapidez, lo que afectaría la estructura del
suelo, el uso de fertilizantes y que liberen más rápidamente el dióxido de carbono
a la atmósfera, lo que contribuiría además al calentamiento global.
También hay riesgos para la apicultura.
¿En qué países hay más peligro y una extensión mayor de
monocultivos?
Pues casi no sé por dónde empezar. En Uruguay, por ejemplo, los
monocultivos han rodeado y aislado a numerosos campesinos, y escasea el agua
en las áreas plantadas. En Argentina, los monocultivos propios han generado
impacto, pero también la construcción de una planta de celulosa en el margen
opuesta del río que sirve de frontera con Uruguay, que ha llegado incluso a
provocar un conflicto diplomático. En Brasil, el eucalipto ha desplazado a
indígenas y afros de las quilombolas. En Colombia también han generado
impactos gravísimos. En Ecuador, por ejemplo, se dice que con los monocultivos
se “aprovechan” los páramos, cuando el páramo es un ecosistema delicadísimo,
que cumple una función vital por ser, por ejemplo, de donde procede el agua de
uso para las comunidades. En Chile, los monocultivos de eucalipto son sinónimo
de violación de los derechos del pueblo indígena mapuche.
¿Y por qué esa sinonimia? ¿ Por qué los monocultivos de eucaliptos son
violación de los derechos del pueblo mapuche?
Son los propios mapuches los que denuncian ataques y agresiones
sistemáticas sobre su pueblo y territorio. Para la extensión de los monocultivos
en su país, se ha avanzado sobre tierras que ancestralmente pertenecen a este
pueblo indígena. El conflicto en el territorio mapuche dura muchos años y tiene
todas las connotaciones de las que hemos estado hablando.
Los mapuches denuncian que a nivel nacional se habla de su resistencia
como si ellos fueran un problema, “un obstáculo para el desarrollo y el
progreso”, y en nombre de esta idea son criminalizados y reprimidas sus acciones
de resistencia.
¿Qué monocultivos arbóreos son los más peligrosos?
Los árboles en sí mismos no son peligrosos. Lo peligroso es la extensión
interminable de estos monocultivos. Es tan peligroso un monocultivo extensivo
de eucalipto, como uno de soja, de caña, de arroz o de piña. Lo que tenemos que
entender es que lo peligroso es nuestro modo de vida, que requiere unos niveles
de extracción de recursos naturales y de producción que son totalmente
desmedidos. La sociedad está exigiendo la producción de un volumen ingente de
cosas que no necesitamos. Es el alto grado de consumo de los países del Norte, el
que provoca una demanda de materias primas y recursos naturales que no
tenemos a nuestro alcance. Entonces las empresas, que están interesadas en
vender, van a buscar estos recursos a donde pueden encontrarse o producirse, y
donde las políticas locales están lo suficientemente abiertas a que esto pueda
hacerse con un costo muy bajo, que es en los países del Sur. Pero no debemos
olvidar que alguien está pagando un precio muy alto por nuestro modo de vida. Y
creo que cuando nos demos cuenta, o nuestra sociedad esté madura para mirar
hacia los impactos que produce, va a ser demasiado tarde.
Dices: la sociedad está exigiendo la producción de cosas que no
necesitamos. ¿La sociedad o las grandes corporaciones? Todo lo que cuentas
parece una arista destructiva más del sistema capitalista y su norma máxima:
toma el dinero y corre.
No intentemos escurrir el bulto. Lo que producen las corporaciones es
consumido por alguien. Ese alguien somos nosotros, nuestra sociedad como un
conjunto. Para centrarnos en nuestro tema, en el mundo se consumen cada día un
millón de toneladas de papel, consumo que se ha quintuplicado desde comienzos
de los ‘60. Date cuenta que este papel que consumimos es el mismo que es
producido por las transnacionales a partir de los monocultivos en los países del
sur. Este papel es derrochado en unos países y escasea en otro. Es otro ejemplo
del sistema de distribución injusta que impera en nuestro mundo. Casi la mitad
del papel que se consume se utiliza para empaquetar, como embalaje, como
envoltura, como envases de productos que son consumidos por alguien. Por
nosotros. Hay que poner el acento en la responsabilidad individual de todos
nosotros. Nuestra demanda como consumidores juega un rol muy importante.
Pero, por supuesto, el nivel de responsabilidad de las corporaciones también es
inmenso.
¿Qué proponen las organizaciones ambientales, sociales, y los grupos
de población afectados?
La propuesta desde las comunidades son modelos de desarrollo que sean
respetuosas con los modos de vida y las necesidades locales. Que respeten los
derechos humanos, la integridad, la dignidad y la cultura de la gente, sin
desplazar, sin destruir, sin arrasar, sin imponer.
La exigencia a los gobiernos que incentivan la expansión de este tipo de
monocultivos destructivos es que den un giro de 180 grados y dirijan sus
políticas a actividades agrícolas y forestales socialmente beneficiosas y
respetuosas del medio ambiente. El suelo, la tierra que debe producir los
alimentos que necesita la humanidad, es como un ser vivo y hay que cuidarlo. Y
ese cuidado es una responsabilidad también política. Que a la hora de elaborar las
políticas se considere la soberanía y la seguridad alimentaria como la máxima
prioridad. Si se estuviera haciendo ya así, no habría, como es el caso, más de
1.000 millones de personas hambrientas en todo el mundo.

Fuente: Contra la Barbarie Ecologica del Capitalismo

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