BARRO TAL VEZ





CARTA ABIERTA. por Ileana Petersen (comarca Viedma-Patagones)
 


 “Si no canto lo que siento…me voy a morir por dentro”

Ayer se llevó a cabo en la ciudad de Viedma, a las 19 hs, la jornada denominada "Verdades, mitos y desafíos en la minería de Río Negro: Análisis constitucional de la ley 3981, el uso del agua y los tratados bilaterales de inversión".

La primera pregunta que me surge es: ¿qué necesidad de debatir acerca de algo que se encuentra prohibido en nuestra provincia?
La primera respuesta que se me ocurre es: la necesidad de convencer a la gente de que la minería es necesaria, de que estamos desaprovechando un negocio millonario que podría traer educación, salud y bienestar a nuestro pueblo, generar fuentes de trabajo y desarrollo regional.
En síntesis, la necesidad de convencer para derogar una ley pensada y votada a conciencia por quienes, en representación del pueblo, decidieron apostar por la vida y no por el dinero.

Y si bien se anunciaba este evento como actividad preliminar de la Maestría en Derecho Administrativo Global de la UNRN, no deja de resultar sospechoso que se elija justamente la Ley 3981 para el debate, en un momento en que las mineras presionan fuerte desde Santa Cruz hacia arriba. Pero si el debate hubiera tratado exclusivamente de la constitucionalidad de la Ley y si la misma afectaba o no otras leyes Nacionales y/o tratados internacionales, si se hubiera abordado desde la perspectiva del Derecho exclusivamente, uno podría haber pensado que era un evento enfocado hacia la maestría.

No había necesidad de hablar entonces de que la gente tiene miedo por su desconocimiento e ignorancia, que cuando algo nos da miedo es más fácil prohibirlo que investigarlo, de que hay minería “buena” y minería “mala”, que se puede hacer minería sustentable sin contaminar, y de tratar de convencernos de que quienes trabajaron por la promulgación de esta ley cometieron un error que se debe corregir.

No expuso el panelista anunciado Julio Ríos Gomez, doctor en geología, quien además es el presidente del Grupo de Empresas Mineras de la República Argentina y casualmente reside en San Juan.
Tampoco expuso el Dr. Luis Lutz, presidente del STJ, después de haber informado que el Superior Tribunal no cedería el auditorio del Poder Judicial para la realización del evento.

Si lo hicieron los otros 3 panelistas anunciados: el doctor Carlos Castrillo, Magister en Derecho Administrativo y Derecho Empresario (Universidad Austral); Marcela Yappert, abogada del Consejo de Ecología y Medio Ambiente de Río Negro (Codema), ex defensora del Pueblo adjunta de Río Negro; y el doctor Juan Pablo Bohoslavsky, director de la Maestría en Derecho Administrativo Global de la Universidad Nacional de Río Negro, en ese orden.

La exposición de Castrillo comenzó diciendo que “es innegable que la minería genera un gran impacto ambiental”, pero que si ese impacto se mantiene “controlado” no tiene por qué generar contaminación. Que para eso están los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) que nos demostrarán si va a haber o no contaminación, que si “la minería no convence, no va” pero que hay que darle una oportunidad a la minería “buena” de demostrar que puede hacerse de manera sustentable.
Cabría preguntarse, si todo es cuestión de “control”, por qué contaminan las mineras hoy en día, quiénes deben ejercer esos “controles” que no se están cumpliendo y por qué no se realizan. La respuesta es simple, como todo en nuestro país, el control se puede manejar por conveniencia.
Y más allá de los “controles” gubernamentales, ¿quién podría controlar los movimientos sísmicos de la tierra para que no provoquen grietas y filtraciones?, ¿quién es el encargado de controlar el viento para que no lleve las partículas de polvo y minerales a los pulmones de la gente, o el arsénico, o los metales pesados que se depositan en las cuencas de los ríos?
Paradójicamente el día anterior a este evento, se produjo una rotura en el mineraloducto de Minera La Alumbrera que va de Catamarca a Tucumán, filtrándose los minerales concentrados a la tierra y a las napas de agua, y no es el primero. Castrillo nos dice que las empresas pueden manejar el riesgo y contener la contaminación… ¿cómo se contiene esto? ¿pagando una multa? ¿con obras de caridad? ¿Con donaciones a los colegios? El dinero no limpia las aguas que la gente bebe…

Vergüenza me dio escuchar que “la minería de galería es más peligrosa que la de Cielo Abierto, porque se pueden provocar derrumbes”, que la “minería a cielo abierto (además de ser más barata) es más saludable para el trabajador”… se olvidó de decirnos que no es más saludable para el pueblo que la rodea, se olvidó de contarnos por qué en Chile hubo que trasladar poblaciones enteras para alejarlas de las excavaciones mineras, porque la gente se enfermaba por aspirar sus polvos y sus tóxicos, se olvidó de contarnos de las enfermedades respiratorias, el cáncer y los abortos espontáneos… a esta altura de nuestra tecnología, me parece más fácil de prevenir un derrumbe…

“Las normas que prohíben son ilógicas y producto del miedo”. Sí, tenemos miedo Dr. Castrillo, tenemos miedo de que nuestra vida esté en manos de un grupo económico al que sólo le interesa llevarse el oro y dejarnos la contaminación, la enfermedad y la pobreza, pero el miedo no nos paraliza… nos hace más fuertes… y menos “ilógicos”.

Vergüenza me dio escuchar la pobre defensa de la Sra. Yappert, leyendo un Power Point de esos que se bajan de YouTube o se comparten por el Facebook, una presentación que dejaba bastante que desear al lado de otros trabajos mejor hechos, leyendo un discurso pobremente armado con palabras ininteligibles cuya conclusión rezaba que “el cianuro no es dulce de leche, y el mercurio no es leche Nido”, textual, no miento…

Nadie habló del agua que consumen los mega monstruos, de cómo secan las napas y los ríos dejando pueblos enteros sin recursos, nadie habló de la energía que requieren, de cómo se proyectan grandes obras hidroeléctricas que seguirán embalsando nuestros ríos para alimentar de energía a las mineras, de cómo se dinamitarán glaciares, de cómo se quemará el carbón de Río Turbio para generar electricidad para las mineras santacruceñas, sin importar la polución ni el calentamiento global, de cómo se irá el gas que necesitamos importar de Bolivia para calentar nuestros hogares.

Nadie mostró fotos de los paisajes desolados por donde pasan las mineras, de donde antes existían montañas con miles de años de evolución geológica, de cómo desaparecieron de un día para el otro ante los ojos vidriosos y empolvados de sus habitantes.

Sí se habló de la “rentabilidad”, de las pocas regalías que nos dejan, de los escasos beneficios económicos para los habitantes que “sacrifican” sus tierras, como si el dinero pudiera comprar la vida que se nos arrebata tan descaradamente.

Lamentablemente no pude quedarme hasta el final, pero creo que ya estaba todo dicho. Salí indignada, avergonzada y dolida por tanta hipocresía, por el manoseo, por la corrupción que se respira en el aire, tan contaminante como el cianuro.

Y como diría el flaco Spinetta, “esta es la corteza donde el hacha golpeará”… sigan golpeando… el río callará cuando se seque, pero no mientras tenga una gota de agua que se pueda defender.




Ileana Petersen
DNI 21.445.989

**Autorizo la reproducción de esta, mi opinión personal, por cualquier medio de difusión.
 

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