LA SEMANA QUE SE VA





Escrito por Redacción   

Los argentinos somos ¿mentirosos, ventajeros y autodestructivos?. Si tenemos que ganar una discusión, mentimos en los datos, en las referencias, en los hechos históricos y hasta sobre nuestros propios datos personales. Si la cuestión es arrimar un poco de agua para nuestro molino, modificamos leyes, cambiamos los papeles y documentos y nos ponemos como víctimas. Y si tenemos un éxito o una aproximación a él, los destruimos antes de que asome la cabeza. Todos estos defectos que transformamos en virtudes los desarrollamos en nuestra propia vida, en nuestro trabajo y hasta con nuestros afectos. El ambiente no está exento de tan sombrío análisis.

En las últimas horas se ha conocido la denuncia realizada por las autoridades ambientales uruguayas a los medios de comunicación sobre manipulación de datos y adulteración de documentos que hizo la Argentina ante la Corte Internacional de La Haya. Todo el conflicto de la pastera Botnia –por el cual se culmina con este capítulo de La Haya- es un muestrario de esa forma del ser nacional. Desde la contradictoria posición del entonces canciller Bielsa, pasando por ese baño de muchedumbres de Gualeguaychú donde todo el gobierno nacional, más gobernadores, intendentes y demás juraron ante la multitud que el medio ambiente pasaba a ser política de estado en la Argentina, hasta esa especie de congelamiento de la situación –algo como dijo el dictador: no existen, no son- y el siguiente paso en el Tribunal Internacional.

¿A quien creerle?, ¿a los representantes argentinos que no saben que hacer para sacarse el problema de encima y endilgárselo a los uruguayos?, ¿o a los uruguayos que han demostrado en todos estos tiempos una seriedad institucional mucho más amplia que sus vecinos de la otra orilla?. Por si fuera poco, los asambleístas acusaron al diplomático Patiño Mayer –eterno embajador argentino en la Banda Oriental- de trabajar para Botnia; de ser su vocero. Nos autodestruimos en nuestros falaces argumentos.

Esa forma de ser mentirosa y ventajista se vio también esta semana en el caso de la Cuenca Matanza-Riachuelo. El juez. Luis Armella, se cansó. Una pared –si, un pequeño muro- que tardó una infinidad de tiempo en realizarse, y que nunca se hizo, fue el detonante. Era una mínima parte de lo que la ACUMAR y los municipios –en este caso el de Lanús-, debían hacer según lo ordenado por la Corte Suprema de Justicia en el caso Mendoza. Ante el incumplimiento, Armella comenzó a multar a los responsables, es decir, al secretario de Ambiente, Homero Bibiloni, y al intendente de Lanús. Darío Díaz Pérez. En el expediente se puede visualizar esa forma del ser nacional que está enquistada en cada uno de los argentinos como si fuera una maldición. Mentiras, excusas, más mentiras y más excusas. Todo para no hacer una pared. También el ex intendente de Lomas de Zamora, Jorge Omar Rossi, fue intimado para que despeje la zona donde se encuentra la Feria de La Salada para hacer el camino de sirga. Imposible de cumplir por los grandes intereses económicos, políticos y sociales que se mueven alrededor del inmenso shopping a cielo abierto. Rossi hizo sus valijas, dio un portazo y se fue.

Que somos ventajeros lo demuestra el caso de las dos legisladoras santafecinas que propiciaron con su voto que la Comisión de Agricultura de esa provincia dictaminara que se podía fumigar glifosato a sólo 100 metros de las viviendas. Las  chicas, Estela De Miceli de la Democracia Progresista e Inés Bertero del socialismo, tienen  lindos campos y no les molestan los agroquímicos, todo lo contrario. Son partícipes y cómplices de las políticas productivas que llevan enfermedad y muerte a la gente. Si ese es el progresismo que declaman, algo anda muy mal. Los dirigentes históricos de ambos partidos deben estar revolcándose en sus tumbas ante semejante muestra de ventajismo y desprecio hacia el pueblo.

Otra muestra se dio y se da en la provincia de Tucumán. Un Juez blanqueó con su fallo todo el andamiaje mentiroso del Programa de Reconversión Industrial (PRI), presentado como una de las siete maravillas del mundo. Nada se cumple y los papeles mienten. La contaminación por los ingenios sigue siendo extraordinariamente alta y afecta a miles de personas. El juez lo dijo –en el caso del ingenio y destilería La Trinidad- mientras que los papeles oficiales dicen otra cosa. Nos seguimos mintiendo, ventajeando y autodestruyendo los argentinos. Si tenemos un proyecto cualquiera, lo despedazamos hasta que no quede nada, ni las cenizas. Si no es posible, mentimos. El senador Filmus presenta e impulsa un proyecto de ley de glaciares que es un engendro para todos, menos para las mineras. Lo hace con argumentos falaces y palabras paternalistas. Otro engaño. En el congreso de bosques, los funcionarios se llenan la boca sobre la protección del bosque nativo, pero por el otro lado hacen pingües negocios e impulsan la implantación de eucaliptos y pinos para crear una matriz productiva tanta o más contaminante que la que se critica al Uruguay. Quien dice la verdad, quien la mentira. En este país, nada es lo que parece.

Fuente: http://www.medioymedio.com.ar/nacionales/1203-la-semana-que-se-va.html

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