TRAPOS SUCIOS Y FALSAS PROMESAS EN COPENHAGUE






La mugre se acumula en Copenhague. Y no se trata de residuos, sino de negocios. Como era de esperar, los grandes se quieren comer a los chicos. Los gorditos blancos bien alimentados, con su amigo negro para que no les acusen de racistas, quisieron jugar sucio en la cumbre del clima. A escondidas, como no podía ser de otra manera, Gran Bretaña, Estados Unidos y Dinamarca, hicieron un acuerdo secreto donde se abordan las condiciones para reducir un 50 por ciento las emisiones de dióxido de carbono hasta 2050, frente a los niveles de 1990. La base del documento son las “responsabilidades diferentes y las respectivas responsabilidades”. Lo que despertó la ira de los países no desarrollados fue que el borrador –bautizado como el “texto danés”-, no plantea un marco legal vinculante en torno de los compromisos y la financiación a largo plazo para combatir el calentamiento global y tampoco dice nada sobre que va a pasar con el Protocolo de Kyoto.

El borrador –sólo conocido por un puñado de naciones- se filtró en la cumbre y desató la polémica. Del otro lado, Brasil, China y Sudáfrica hicieron saber –a través de otro documento también “filtrado”- que pateaban el tablero hasta el 2010, poniendo otra palada de tierra sobre la tumba de Copenhague. El acuerdo ficticio cada vez más lejos.

De nada sirvió esa especie de decreto de necesidad y urgencia a la americana que dictó Barack Obama por el cual la Agencia de Protección Ambiental (EPA), declaró que el dióxido de carbono es perjudicial para la salud. Los senadores norteamericanos le anticiparon que, pese a esa chicana legal, no debería pavonearse con promesas “que no vamos a poder cumplir”, tal como lo aseguró el representante republicano en la Cámara de Senadores, Mike Pence.

Su colega, James Sensenbrenner, fue aún más lejos y prometió ir a Copenhague a decirles a los líderes del mundo que el Senado de su país le negará a Obama el apoyo a la ley de reducción de emisiones.

Sensenbrenner calificó asimismo a la cumbre de “fascismo científico”, desempolvando lo que nadie quería desempolvar; el escándalo por los mails pirateados a la Unidad de Investigación sobre el Clima (CRU, por sus siglas en inglés) de la Universidad de East Anglia (Reino Unido).

El político conservador reveló a la emisora Fox News que había escrito al presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), Rajendra Pachauri, para exigirle que evite que se utilicen los estudios de los científicos cuya correspondencia electrónica se filtró recientemente a la opinión pública, que demostraría la manipulación de datos por parte de los especialistas. En la década de los 80 el título de una excelente película británica podría resumir el espíritu de Copenhague: “Ropa limpia, negocios sucios”.

Fuente: medioymedio.com

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