Chile: Grietas de un terremoto





Álvaro Cuadra (especial para ARGENPRESS.info)

Nuestro país ha sufrido un terremoto de magnitud mundial. Todos sabemos que no es el primero y que no será el último. Este tipo de catástrofes que nos sacuden cada tanto desnudan todas aquellas carencias que se han acumulado a lo largo de los años. Como suele ocurrir en estos casos, en un país desigual, las víctimas son los más débiles, los más pobres. Es cierto, las catástrofes no se pueden predecir con exactitud y son eventos fuera del control humano. No obstante, para cualquier gobierno en nuestro país, este tipo de cataclismo es absolutamente previsible y está dentro del horizonte de probabilidades. Por ello, resulta más que inquietante la ausencia de una política seria a este respecto. Este papel le corresponde al Estado, aunque les moleste a los fanáticos del neoliberalismo.

Ante la tragedia que hoy enfrentamos todos los chilenos, es imprescindible esclarecer algunas cuestiones de fondo. Desde un primer momento se ha advertido una grave falta de coordinación entre las diferentes instituciones que suponemos debieran actuar en circunstancias extremas. Digámoslo con todas sus letras, los funcionarios civiles o uniformados no han estado a la altura. El terremoto ha mostrado las grietas no sólo de los edificios, carreteras y puentes sino que ha mostrado las graves fisuras institucionales y sociales que aquejan al país. Los síntomas son claros, abandono de amplios sectores populares, negligencia de funcionarios y, consecuentemente, vandalismo desatado. Si bien la respuesta inmediata ha sido la militarización de la zona – que promete ampliarse - es claro que tal medida no soluciona ninguno de los problemas de fondo.

En estos momentos de tristeza y aflicción para todos quienes compartimos una historia y una geografía, la única conducta responsable es la más amplia solidaridad hacia los que están sufriendo no sólo el luto sino el desamparo. Pero al mismo tiempo, reclamar políticas concretas tendentes a mejorar las condiciones de vida de los sectores más marginados del país. La situación actual ha agravado la falta de caminos, hospitales y escuelas en varias regiones, es hora de que el Estado recupere la iniciativa ante tales demandas. La caridad no debe confundirse con justicia social.

El desastre ha puesto de manifiesto todas las falencias del “modelo chileno”, desde el debilitamiento del Estado para actuar a este tipo de situaciones hasta la ausencia de una cultura cívica y solidaria responsable. La televisión exhibe hasta la saciedad las consecuencias físicas del cataclismo, sin embargo, pocos advierten las fisuras sociales que han quedado de manifiesto ante el grave sismo. Los sueños de llevar a nuestro país a los umbrales del mundo desarrollado, se desdibujan ante la mísera realidad social, que vive una gran mayoría de los chilenos. Contra el individualismo, el éxito y la competitividad proclamados por los idólatras del mercado, los grandes desastres naturales nos confrontan con un imperativo ético y político que apunta al “bien común”. Las tragedias no pueden privatizarse.

Foto: Chile, Terremoto - Puente sobre el Río Claro a 280 Kms al sur de Santiago de Chile. / Autor: XINHUA

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TERREMOTO 27-F; IMPROVISANDO OTRA VEZ

Por: Carlos Pérez Alvarado
A pesar de que muchas autoridades, incluido el Presidente electo Sebastián Piñera, han solicitado no criticar el desempeño del gobierno durante la tragedia desatada la madrugada del 27 de febrero y el actual Ministro del Interior Edmundo Pérez Yoma dijo que “ya habrá tiempo para ver dónde se falló, cómo se falló y por qué se falló”, sobra decir que en medio de una emergencia de la envergadura como la que se está viviendo en gran parte de nuestro país, los minutos y las horas se tornan cruciales y la responsabilidad de enfrentarla no puede recaer sobre funcionarios incapaces o INEPTOS pues, mientras continúen a cargo de la emergencia, solo contribuirán a agravar las consecuencias del cataclismo y prolongar el sufrimiento de las personas.
Sabemos cómo reaccionó este gobierno durante el terremoto de Tocopilla hace dos años, o el de Iquique hace cuatro (donde, en ambos casos, todavía hay pueblos interiores que permanecen en el suelo), o cómo lo hizo en el caso del sismo y posterior tsunami en el Fiordo de Aysén, o durante el volcán Chaitén. Por eso, existen motivos fundados para dudar –por ejemplo- del desempeño de la directora de la Onemi, Carmen Fernández, una señora que confundía la ubicación de Puerto Aysén con la de Puerto Aguirre y quien, un día después del terremoto, seguía desconociendo que había ocurrido un maremoto en una amplia zona del litoral entre las regiones VI y IX, el cual no fue avisado oportunamente. Por otro lado, en una primera instancia la Primera Mandataria sugirió que Chile no necesitaría ayuda internacional, pero tres días después debió solicitar a otros países hospitales de campaña, puentes mecano, sistemas de purificación de agua y equipos de rescate, elementos que todavía no arriban a las zonas afectadas por esa demora.
Lógicamente un sismo de magnitud de 8.8 grados Ritcher (un dato que se supo muy pocos minutos después), no es un sacudida menor y el nivel de daños, desde un primer momento, eran absolutamente previsibles u obvios. Por ese motivo no se entiende que, transcurridos más de cinco días de la tragedia, se sigan echando de menos algunas medidas que si bien ya no salvarán muchas vidas proporcionarían respuestas más rápidas y efectivas a la hora de enfrentar los efectos de esta catástrofe y a lo mejor podrían haber evitado los luctuosos acontecimientos que se han registrado en muchos lugares. En primer lugar ¿Por qué no se creó de inmediato un organismo que centralice toda la información disponible, por sectores y con informes periódicos comunicados por cadena nacional de radio y TV, obligatoria? ¿Por qué no se tomó el rápido control de los hospitales, estaciones eléctricas, distribuidoras de combustible, aeropuertos, terminales de buses, supermercados y farmacias? Tampoco se destinaron efectivos de carabineros en las carreteras y autopistas para custodiar el tránsito y proteger a los automovilistas.
Un centro de informaciones y de prensa, así como los que se montan en la estación Mapocho durante las elecciones, a cargo de un vocero oficial, permitiría coordinar y dar a conocer los lugares para la recolección de víveres y de agua, así como los sitios adonde hay que acudir para donar sangre, enseñar a construir letrinas de emergencia, consejos para nombrar líderes y organizar a los grupos de ciudadanos, informar sobre el estado de las carreteras, caminos secundarios y alternativos, anunciar cuáles son los sitios de Internet donde se esté publicando la nómina de las víctimas, los desaparecidos y los aparecidos, así como un medio para llamar a la calma a la población acerca de lo que va a suceder con la reconstrucción de sus viviendas y la recuperación de sus bienes dañados mediante créditos o programas especiales del gobierno.
Si no es de esa forma, ¿cómo conocer los reportes sobre los daños materiales y la ubicación de los sitios que se volvieron peligrosos? ¿dónde está la opinión de los sismólogos, geólogos y científicos que aclaren a la población lo sucedido, y lo que puede o no puede suceder en los próximos días? ¿Se está reuniendo la maquinaria necesaria para remover escombros y los cuerpos de los fallecidos que empezarán a descomponerse muy pronto con las consecuentes epidemias o enfermedades asociadas? ¿Es que acaso todavía se están pensando las urgentes campañas sanitarias que informen a la gente que deben hervir el agua que extraen de las lagunas o las norias para beber, o cómo improvisar campamentos? Para qué seguir.
La TV basura y centralista ya está preocupada de cómo vivieron el sismo las figuras de la farándula y está organizando el clásico “Chile ayuda a Chile” en el que (lo mismo que la Teletón) banaliza la tragedia humana para conseguir la misma cantidad de recursos que se podría obtener con una sola medida del ejecutivo o el legislativo, como ser un decreto que suba los impuestos a las empresas transnacionales mineras o forestales, o con la derogación de la Ley Reservada del Cobre. Sin embargo nada se sabe del paradero de los parlamentarios que todavía no se reúnen para ver la forma en que pueden colaborar. Es evidente que existe un peligroso vacío de autoridad y un escaso nivel de organización que, después de lo sucedido en 1960, 1985 y 2010, ojalá no se repita el año 2035, más o menos, cuando habría muchas probabilidades de que un terremoto parecido al del 27-F afecte otra vez a una gran parte de nuestro país. Hay mucha gente que, junto a sus familiares en el resto de Chile, está sufriendo muchísimo en estos mismos minutos y con quienes solidarizo interpretando el sentimiento de toda la región de Aysén.
Muy buenos días

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Científicos advirtieron peligro hace ocho años
Una investigación científica publicada internacionalmente hace ocho años predecía las altas probabilidades de que hubiera un terremoto en el área Constitución-Concepción, debido a la falta de un terremoto de subducción (contacto entre placas) en esa zona en los últimos 170 años. Según uno de los autores, el gobierno estaba al tanto de este estudio.

"El área de Concepción-Constitución en el centro-sur de Chile es muy probablemente una brecha sísmica madura, dado que no ha habido terremotos de subducción ahí desde 1835", informa un paper publicado el año pasado en la revista científica "Physics of the Earth and Planetary Interiors". 

En la investigación participaron nueve científicos, entre ellos, algunos chilenos.

En esta publicación, se menciona incluso que la magnitud del terremoto se ubicaría entre los 8 y los 8,5 grados, y se refería a "un futuro cercano".

Si bien esta publicación apareció el año pasado, la investigación comenzó a realizarse en 1996. "Los primeros resultados los obtuvimos en 1998 y fueron presentados en Chile y en congresos en el extranjero", explica a DF uno de los autores del paper, el sismólogo chileno Jaime Campos, perteneciente al departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. 

Según cuenta, la primera publicación en la cual ya se había identificado la brecha de Concepción-Constitución fue en 2002. "Esto no fue dicho el año pasado, sino hace diez años", afirma, agregando que en ese momento se le entregó la información al gobierno. "Me han estado llamando diciendo que no entregamos la información al gobierno, pero eso es falso", sostuvo. 

"Entregamos documentos e hicimos presentaciones en la Onemi, hasta al Congreso fuimos a presentar esto", sostuvo Campos.

Un miembro del grupo de investigadores, Christophe Vigny, de la Ecole Normale Supérieure (ENS) de París, llega hoy al país, para 
reunirse con parte del equipo y completar la investigación de campo en el área de Concepción-Constitución.

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Megatoneladas de TNT
Por su parte, el British Geological Survey, (Centro Británico de Inspección Geológica) (BGS), afirma en un análisis reciente que la enorme cantidad de estrés almacenado durante cientos de años en el límite de las placas tectónicas donde ocurrió el terremoto -y donde no había habido ningún sacudimiento fuerte desde 1935- liberó energía equivalente a más de mil megatoneladas de TNT.
Y lo hizo en unas cuantas decenas de segundos
El BGS explica que los terremotos como el de Chile, que ocurren bajo el océano, elevan el lecho marino desplazando enormes cantidades de agua.
Esto ocasiona olas gigantes -o tsunamis- que pueden propagarse desde el epicentro como ondas en un estanque.
Pero en el océano profundo el tsunami viaja a cientos de kilíometros por hora, casi a la velocidad de un avión.
Según el BGS la ola causada por el terremoto frente a la costa de Chile tardó 10 horas en cruzar el océano Pacífico.
Algo similar ocurrió en 1960 con el terremoto de magnitud 9,5 que sacudió a Chile y desató un tsunami devastador que viajó a través del Pacífico, llegó a Japón unas 20 horas más tarde y mató a unas 200 personas.

http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2010/03/100302_terremoto_eje_men.shtml

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