Transgénicos: ni salud ni alimento para el mundo




Sin duda, los transgénicos no son una opción para combatir el hambre, dicen expertos durante el Foro Alternativo "Transgénicos, no, gracias" que se realiza en Guadalajara, Jalisco.

Los transgénicos no son una opción ante el hambre y el cambio climático ni pueden jugar un rol importante dentro de las agriculturas de los países en desarrollo, afirmaron en conferencia de prensa los expertos internacionales, Miguel Altieri de la Universidad de Berkeley en California; Inge Armbrecht de la Universidad del Valle, de Cali, Colombia y los activistas Ymelda Montoro de la Red de Acción en Agricultura Alternativa de Perú y Mark Wells de la Alianza Sudafricana para la moratoria a la Ingeniería genética. 

“El uso de cultivos transgénicos no puede promoverse como panacea para solucionar problemas en los países en desarrollo, cuando su introducción ha provocado problemas graves: por ejemplo, en Sudáfrica el fracaso en la polinización de tres variedades de maíz transgénico de Monsanto dejaron 130 mil hectáreas de maíz sin mazorcas entre otros conflictos que han comenzado a presentarse a raíz de la autorización de siembras de maíz transgénico en Sudáfrica” dijo Mark Wells, de la Alianza Sudafricana para la Moratoria a la Ingeniería Genética (SAFEAGE). 

“La biotecnología promueve soluciones únicamente para los problemas derivados de sistemas de monocultivo ecológicamente inestables, diseñados sobre modelos de agricultura industrial ineficientes, no sustentables ambiental y socialmente. Este modelo genera dependencia y empobrecimiento de los agricultores campesinos y enriquece al sector de agronegocios. 

Malezas difíciles de combatir, plagas cada vez más resistentes, toxinas en el suelo con efectos adversos sobre la flora y fauna de ecosistemas aledaños y contaminación de cultivos nativos, son algunos efectos ambientales de los cultivos transgénicos. Frente a esta tecnología, la agroecología es la única alternativa viable para lograr la soberanía alimentaria” dijo el Dr. Miguel Altieri, de la Universidad de Berkeley y presidente de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología. 

Con estos datos, producto de investigaciones y experiencias de caso, los especialistas respaldan el rechazo de las organizaciones civiles y campesinas al uso de transgénicos como opción para enfrentar el cambio climático y el hambre en el mundo. Respecto a la actuación de la Organización de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) Inge Armbrech, de la Universidad del Valle, de Cali, Colombia, recalcó que la FAO realizó una evaluación del impacto del conocimiento, la ciencia y la tecnología Agrícola sobre la reducción del hambre, la pobreza, el mejoramiento de los medios de subsistencia, la salud humana, y el desarrollo equitativo, social, ambiental y económicamente sustentables (conocida como IAASTAD por sus siglas en inglés) y la conclusión más importante a la que se llegó es que “seguir haciendo lo de siempre no es una opción”, señaló la experta. 

Ambrech, quien participó en la IASSTAD, abundó que si se desean alcanzar satisfactoriamente las metas de sostenibilidad ambiental, social y económica, es indispensable adoptar una concepción agroecológica, donde los sistemas productivos se visualizan como ecosistemas en los que ocurren ciclos de minerales, procesamiento energético, procesos biológicos y relaciones socioeconómicas. 

“La nueva revolución verde propone más monocutivos en los sistemas de producción, mayor dependencia a insumos como las semillas, homogenización y predominio de cuatro cultivos (canola, soya, maíz y algodón), reducción de la diversidad, mayor costo energético, afecta la agricultura tradicional, conservación y mantenimiento de las semillas, con efectos en el ambiente como la contaminación genética de variedades locales, entre otras implicancias socio culturales y económicas, de particular gravedad para los países en desarrollo”, declaró Ymelda Montoro, de la Red de Acción en Agricultura Alternativa de Perú. 

“La Conferencia de la FAO, Biotecnologías agrícolas en los países en desarrollo: Opciones y oportunidades en la agricultura, la silvicultura, la ganadería, la pesca y la agroindustria para hacer frente a los desafíos de la inseguridad alimentaria y el cambio climático (ABDC-10) que se está llevando a cabo en esta ciudad desde hoy y hasta el día 4, está organizada de tal forma que dará sustento al impulso acrítico de la biotecnología, incluidos los transgénicos, en países en desarrollo. 

Esta Conferencia es una pérdida de recursos en favor de los intereses de unos cuantos y es una distracción a la urgente necesidad de replantear la producción de alimentos desde un enfoque más ecológico, como recalcó el informe de IAASTD“, denunció Adelita San Vicente, de la Campaña Sin maíz no hay país. 

“Además de demandar mayores inversiones públicas para el desarrollo de la biotecnología y para persuadir al público y a los productores a aceptar el uso de organismos modificados genéticamente, la Conferencia ABDC10 se propone relajar el protocolo de Bioseguridad de Cartagena al introducir un sistema regulatorio más permisivo. Esto es inaceptable. 

El dinero público debe destinarse a las tecnologías apropiadas que se ha demostrado que sí resuelven los problemas agronómicos y alimentarios de los países en desarrollo, antes que invertir en una tecnología riesgosa para la salud y el medio ambiente que ha sido fuertemente cuestionada por el peligro que plantea a la independencia productiva de los campesinos del mundo y a la soberanía alimentaria de las naciones más pobres”, acusó Mario Silva del Colectivo Ecologista Jalisco. 

Con el objetivo de dar un espacio a estas voces que alertan sobre los riesgos de los transgénicos, organizaciones de la sociedad civil inaugurarán esta noche las actividades del foro alternativo y festival cultural ¿Transgénicos? ¡No, gracias! con la mesa redonda Opciones saludables para la alimentación del mundo en la Casa Loyola en esta ciudad ubicada en Lope de Vega No. 265, Arcos Sur.

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ESPAÑA: Autorizan el cultivo de una patata transgénica peligrosa


Amigos de la Tierra, CECU, COAG y Greenpeace denuncian que la patata de BASF podría incrementar la resistencia a los antibióticos.

Una de las primeras decisiones de la nueva Comisión Europea ha sido autorizar hoy un cultivo transgénico, el primero desde 1998. El Comisario de Salud y Consumidores John Dalli, de acuerdo con el Presidente Barroso, ha dado la autorización a través de un procedimiento que evita el debate del Colegio de Comisarios.



Esta patata transgénica, conocida como Amflora, ha sido desarrollada por la compañía agroquímica BASF y contiene un gen que la hace resistente a determinados antibióticos. Por estar razón, Amigos de la Tierra, CECU, COAG y Greenpeace advierten que este cultivo supone un riesgo inaceptable para la salud de las personas, los animales, y el medio ambiente. 

Parece increíble que la primera decisión de la Comisión sea autorizar un cultivo transgénico tan peligroso. En seis años, Barroso no ha podido ocultar las evidencias científicas que cuestionan la seguridad de la patata transgénica. La nueva Comisión ha tomado esta grave decisión sin un debate con todos los comisarios; el nuevo comisario Dalli, cuya misión es proteger a los consumidores, ha adoptado una de sus primeras decisiones sin considerar ni la opinión pública ni la seguridad con el objetivo de complacer a la mayor empresa química del mundo. 

La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea del Medicamento han advertido de la importancia de los antibióticos afectados por la patata Amflora (1). La presencia de la patata de BASF en los campos podría aumentar la resistencia de determinadas bacterias a antibióticos imprescindibles en tratamientos contra la tuberculosis. Resulta especialmente llamativo el hecho de que se hayan dado desacuerdos sin precedentes en varias evaluaciones de este tubérculo (2) incluso en la protransgénica Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. 

Además, la mayor parte de los países miembros de la UE se han opuesto a la autorización, ante lo que las organizaciones firmantes exigen a los Estados miembros que prohíban el cultivo de esta patata en su territorio. 

La medicina está cada día más preocupada por la resistencia a antibióticos. En el 2001 se adoptó una ley europea que requería que los genes de resistencia a antibióticos que supusieran una amenaza para la salud de las personas y para medio ambiente fueran retirados paulatinamente hasta el 2004 (3). La empresa BASF solicitó la autorización para este cultivo como alimento humano y animal en el año 2005. 

Amflora tiene un mayor contenido en almidón y fue desarrollada para uso en procesos industriales, piensos y fertilizantes. Sin embargo, las patatas convencionales no transgénicas disponibles en el mercado tienen casi el mismo contenido de almidón pero sin los genes de resistencia a antibióticos, lo cual demuestra que la patata transgénica es absolutramente innecesaria. 

Los ciudadanos españoles, cansados de vivir en el único país de la UE cuyo Gobierno tolera el cultivo de maíz transgénico a gran escala, se manifestarán el próximo 17 de abril en Madrid contra la política del ministerio del Medio Ambiente, Rural y Marino. Con esta nueva aprobación tienen aún mayor motivo para hacerlo, dado que España fue uno de los únicos países de la UE que apoyó esta patata en el proceso de autorización.

Fuente: www.transgenicosnogracias.blogspot.com

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