El barco de la Ley de Bosques Nativos de Corrientes en el Puerto de Diputados




Por Aníbal F. Parera
Biólogo


El indispensable Proyecto de Ley de Ordenamiento de los Bosques Nativos de la Provincia de Corrientes que los diputados provinciales analizan por estos días en dos de sus comisiones, no es otro que el Decreto 1439/09 que el gobernador Arturo Colombi había dejado firmado poco antes del término de su mandato, y que más tarde el Juez Gustavo René Bufill anuló por inconstitucional, haciendo lugar al Recurso de Amparo presentado por la Fundación Iberá (una organización no gubernamental que reúne a vecinos y productores rurales con vocación conservacionista la localidad de Mercedes, en la misma provincia).
Varias millas atrás en el derrotero de este barco (hoy Proyecto de Ley), debemos reconocer una excelente convocatoria de equipos técnicos expertos a su servicio: el INTA (a cargo de la cartografía, que debía señalar las áreas rojas, amarillas y verdes para cerca de un millón de hectáreas de bosques nativos correntinos), el CECOAL (Centro de Ecología Aplicada del Litoral) y el IBONE (Instituto de Botánica del Nordeste) –ambos integran el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET– y la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), entre otros expertos acertadamente consultados.
Pero debemos advertir, al mismo tiempo, su pecado original: la maquinaria había sido encendida y alimentada por el lobbie empresarial que pretende el desbosque de un área significativa de la cuenca del Arroyo Ayuí, en el mismo departamento Mercedes, para construir un dique que represaría 8.000 hectáreas con el fin de irrigar otras 20 mil hectáreas de cultivos de arroz, dejando bosques de ribera sepultados bajo las aguas.
Torpe y evidentemente arribados al barco del plan de bosques, los lobbistas no esquivaron publicitar el generoso aporte que ofrecieron al proceso. El derrotero del buque pronto torcería, y el mapa tricolor que el INTA había proveído sobre sólidas bases técnicas (nadie podrá negar que con una visión más “productivista” que “ecologista”), fue sencillamente desdibujado. En especial en el área correspondiente a la región donde se manifiestan los intereses: El Bosque del Espinal, en el tercio austral de la provincia.
Para que el color amarillo, que hubiese sido suficiente para proteger los bosques de ribera, se torne verde, hubieron de inventarse algoritmos matemáticos que correrían la mancha amarilla una vez aplicados a los programas informáticos del Sistema de Información Geográfica desarrollado por el INTA. La jugada no afectaría sólo a los bosques en torno al Ayuí –ello la haría irrevocablemente evidente–, sino a unas 180 mil hectáreas. Suelos de igual condición, bosques de similar composición, pendientes parecidas, quedarían ya desprotegidas y habilitadas para tramitaciones de desmonte que en la Provincia de Corrientes son llevados por la Dirección de Recursos Forestales, a cargo del Ing. Luis María Mestre, el capitán del barco.
Otras áreas que los investigadores y expertos habían sugerido proteger quedaron también al descubierto, mientras los responsables de la maniobra expresaban intentaban justificarse: “Por verde que quede pintado, nadie debe creer que necesariamente habrá desmontes, para eso estamos nosotros: Quienes quieran desmontar tendrán que venir a hacer los trámites correspondientes”[1].
Pero antes de la firma del anulado Decreto, las Audiencias Públicas de validación del plan se habían desenvuelto en un escenario desolador: En la mesa de ponencias no estaba ni el INTA, ni el CECOAL, ni el IBONE ni la UNNE. Ninguno de los expertos pondría la cara por ese plan, que publicado en los días previos desnudaba la maniobra y desnudaba al Espinal (porque en rigor de verdad, las otros dos tercios de la provincia, los correspondientes a los Bosques Chaqueños y Paranaenses, ya fuera del alcance de las pretensiones mencionadas, quedaban equilibradamente diseñadas).
Las autoridades del ejecutivo hicieron caso omiso de las sugerencias técnicas extendidas por un grupo de 23 organizaciones de la provincia y el país en las audiencias. En cambio se dejaron llevar por una multitud de productores confundidos y asustados por los alcances del plan. Muchos, hechos confundir a propósito, entonces, usados por los intereses en cuestión: Nadie se encargaría de explicar adecuadamente sus beneficios, los beneficios de una producción sustentable, en acuerdo con las posibilidades de la tierra, con los bosques nativos, con el ejercicio pleno de sus servicios ambientales, con las ayudas del Fondo Nacional para la Protección de los Bosques (del cual hoy Corrientes está al costado, al menos hasta que un plan no se apruebe por Ley y cuente con la aprobación de las instancias nacionales).
Los lobbies necesitaban a todos enojados. A los productores increpados, al borde del ataque de nervios. Las autoridades provinciales se dejaron llevar hacia la trampa jurídica de un decreto de patas cortas. Su único objetivo era el de habilitar al decreto siguiente: el que aprobaría la Represa del Ayuí, y que fuera vergonzantemente firmado en el escritorio de Arturo Colombi el último día de su mandato, aunque a la postre inviable.
El desafío de la hora es construir una Ley de Ordenamiento de Bosques Nativos en Corrientes que, esta vez, no tenga patas cortas. Así parece haberlo interpretado la Comisión de Ecología de la Cámara de Diputados (presidida por la Diputada Maria Fagetti, y con los diputados Bernardo Quetglas, Irma Pacayut, Alina Goyeneche y Marli Brisco como integrantes), eligiendo reconsiderar el proyecto y convocando a la mesa de la discusión al INTA, al CECOAL, al IBONE y demás técnicos, pero también a las organizaciones ambientalistas, a las pseudoambientalistas, a los productores (sin discernir entre lúcidos y  confundidos).
Se trata de revisar un proyecto que no parece tan alejado de lo deseable, que podría navegar armoniosamente si logra desprenderse del lastre de la Represa del Ayuí. Con productores de las zonas Noroeste (Chaqueña) y Nordeste (Paranaense) que cooperaron en la definición de sus mapas respectivos, y los del Espinal que “vieron pasar al barco” sin saber siquiera que ellos también iban a bordo.

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