Confesiones de un planeta
Por: Walter Giulietti
No es un capricho ni tampoco es que estoy enojado, pero me veo casi obligado a pedirles que me dejen tranquilo. Esta vez va en serio. Ésta puede ser una de las últimas. Ya les advertí muchísimas veces y no funcionó. Algunos me echan una mano, sí, pero al final de cuentas todo sigue igual. Ya estoy viejo y lo que menos necesito es aguantar más generaciones de personas que se cagan en mí, que se orinan en mí, que contaminan mi atmósfera, que talan mis bosques y que matan lentamente mi ecosistema. Por favor, no interpreten estas palabras como una amenaza ya que estoy muy lejos de querer asustarlos. En todo caso aconsejarles, porque si hay alguien que tiene que temblar de miedo y que a decir verdad ya lo hizo una y otra vez, soy yo. Y si ahora no estoy temblando, es porque estoy curado de espanto.
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