El libro digital vino para quedarse





Por Jorge Oscar Barrios

El libro es una máquina perfecta, de esto ya se habló y mucho; solo requiere de energía solar para que crezca su materia prima, la madera y de ahí el papel, y para que se pueda visualizar sin pilas ni baterías. Más allá de los idiomas, gran parte de la población mundial sabe leer, o sea, podríamos decir que su sistema operativo esta incorporado y es universal.
El ser humano avanzó intelectualmente, entre otros motivos, de la mano del libro. Éste viene soportando estoicamente “dentro de su lomo” todo tipo de comunicación entre autor y lector, y cuando decimos “todo tipo de comunicación” siempre nos quedamos cortos; porque ¿cómo podríamos definir, sin caer en vulgarismos, algo más que todo? Mucho más que todo estaría mal expresado; muchísimo más que todo… En fin, no hay manera de decirlo o de otro modo, lo definiríamos mal.
El juguete acompaña al ser humano en sus años primeros; después, éste lo empieza a abandonar, no así su espíritu lúdico. No pasa esto con el libro; nunca se lo abandona, es más, se intensifica su uso con el correr del tiempo y hasta diríamos se vuelve imprescindible, es una compañía fiel cuando empezamos a volvernos menos jóvenes.
El libro es una máquina perfecta, de esto ya se habló y mucho; solo requiere de energía solar para que crezca su materia prima, la madera y de ahí el papel, y para que se pueda visualizar sin pilas ni baterías. Más allá de los idiomas, gran parte de la población mundial sabe leer, o sea, podríamos decir que su sistema operativo esta incorporado y es universal.
En el párrafo anterior mencionamos la materia prima del libro, el papel, que deriva de la madera, que a su vez deriva de árbol; que si es de determinada especie rinde bastante más que si lo es de tal otra, que es un recurso renovable, a cuyas especies se estudió genéticamente y se las “fabrica” más grandes y más altas, y por ende dan más papel y a las que si en la fabricación se le agregan aditivos químicos se pueden estirar mucho más, y que se puede reciclar el papel en desuso y vaya a saber uno cuántas cosas más puede llegar a mencionar.
Que para escribir un libro no solo uno debe tener qué contar, sino además contar con un editor que lo quiera contar.
Que estos mismos personajes esclavizan seres humanos, que bien podrían ser lectores, a que hurguen en la basura para conseguir papel y cartón por unas monedas para quedarse con ganancias siderales.
Que talan bosques nativos y arrasan con la fauna y la flora autóctona para plantar especies de árboles rendidores para la industria papelera, y que terminan conformando selvas artificiales insertadas donde antes hubo vida natural.
Que necesitan fumigar con pesticidas que matan literalmente al ser humano, para fabricar la materia prima del libro que lo educa y culturiza.
A todo esto, el ciclo del libro es como que volvió al principio; si bien es una máquina perfecta o casi, nació siendo muy caro, solo para las elites. Después vino Gutemberg y su imprenta, y luego la revolución industrial, y el precio del libro comenzó a hacerse popular. Pero como todo ciclo de producto, el precio del papel empezó a subir y aparecieron otros productos como la soja, que dejan más ganancias, y que se podían plantar donde se plantaban árboles, y luego la amortización de equipos para tal cantidad de ejemplares, y así volvemos al principio: el libro en papel no es para todos.
Y no es para todos no solo porque se amortiza entre menos sino, entre otras cosas, porque cambiaron las pautas culturales y hoy en día no es sinónimo de cultura incorporar conocimientos a través de la lectura de un libro; es mucho más significativo tener el último aparato de telefonía celular y por ende, se encarece mucho más hacer menos libros para menos personas.
También sabemos que hay una lógica capitalista que concentra a los fabricantes de papel y cartelizan los precios.
La fotocopia fue al libro lo que el cassette y el CD fueron para la música. Ambos vinieron para ayudar y terminaron siendo la herramienta que los mata.
Creo que a título de introducción, aunque nos falte hablar del encanto de los sentidos, de su portabilidad, etc., es suficiente.
La idea de estas líneas era hablar del libro digital o el e-book, como casi todos empezaron a llamarlo.
¿Qué se puede decir de un libro digital, a diferencia de un libro tradicional en papel? Por ejemplo, que empieza a democratizar la comunicación entre autor y lector, ya que muchos autores ponen gratis en línea sus trabajos para que todo lector interesado los pueda leer. Hay otros autores que venden estos textos y se mantienen a partir de lo producido con estas ventas.
Que si bien el papel no desaparece de la lectura, ya que se puede imprimir los libros digitales, no hay necesidad de que la impresión sea completa (puede ser parcial), ni hay derroches de material no vendido, ni cortado en oscuras guillotinas para su reutilización.
Que el espacio físico necesario para tener una biblioteca, por más grande que sea, puede
quedar subsumido a una unidad de almacenamiento externa de unos pocos centímetros, que se puede transportar en el bolsillo del pantalón o dentro del porta documento.
Que las distancias geográficas no son obstáculos para leer y que los traductores de idiomas online nos dan la posibilidad de acercarnos bastante a lo que el autor quiso decir.
Que si bien no solucionamos totalmente el impacto ecológico cuando hablamos de chatarra tecnológica, lo disminuimos mucho.
El libro digital no es la máquina perfecta que es el libro impreso, aunque se le parece bastante en lo bueno. También transmite conceptos, comunica, introduce en un mundo de sueños, capacita, divierte, emociona.
Dista, hoy por hoy, bastante en lo malo; no contamina ni daña al medio ambiente en su elaboración, con pasos de gigante se universaliza, es en la actualidad la herramienta educativa más utilizada, y deja que se copie si el autor así lo desea.
Nadie puede saber cómo será el futuro; sí podemos analizar tendencias. En este caso, estamos seguros de que el libro digital vino para quedarse y por mucho tiempo.
Seguramente compartirá, no anaqueles ni bibliotecas, sino consumidores durante bastante tiempo, y seguirá experimentando mutaciones que hoy no podemos avizorar ni remotamente.
El ser humano seguirá avanzando intelectualmente de la mano del libro digital y también seguramente añoraremos el olor a tinta de esas páginas ya amarillas que tantos recuerdos nos traen.

Jorge Oscar Barrios, Argentina - www.ldar.com.ar
Publicado en: www.ecoportal.net

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año