Alemania prescindirá de la energía nuclear en 11 años





La oposición critica el plan de Merkel por ser "poco concreto" pues deja incógnitas sobre la subida del precio de la energía o la falta de suministro


Patricia Baelo
Público



Tras varios días de reuniones, el Gobierno de Angela Merkel anunciaba en la madrugada de ayer que adelantará el apagón nuclear definitivo al 2022. Una decisión histórica por parte de la coalición cristianodemócrata y liberal, con la que la canciller echa por tierra la ley que aprobó el otoño pasado, para prorrogar la vida útil de las 17 plantas del país una media de 14 años, y retoma los mismos plazos que acordara el Ejecutivo rojiverde de Schröeder en 2001.
"Tenemos que diseñar una nueva arquitectura energética", clamó ayer Merkel, quien explicó que la primera de las medidas es no volver a poner en funcionamiento las ocho centrales atómicas (las siete más antiguas, construidas antes de 1980, así como la de Krümmel, considerada de riesgo desde 2007) que fueron desconectadas de forma provisional tras la catástrofe de Fukushima. De los nueve reactores restantes, todos serán apagados en 2021 menos los tres más modernos, que seguirán operativos un año más por si surgieran problemas con el suministro. Además, la Oficina Federal de Seguridad Nuclear deberá escoger uno de los ocho más antiguos para que pueda funcionar hasta 2013 para casos de emergencia. Son las "reservas de seguridad", como las definió el ministro alemán de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, y que costarán al Gobierno germano unos 50 millones de euros anuales de manutención.
"[La decisión] es un gran reto para Alemania, que ofrecerá muchas oportunidades a las nuevas generaciones", insistía la mandataria germana, que hasta la fecha era una de las pronucleares por excelencia. El giro de opinión radical de la canciller sólo se explica debido a la presión ciudadana, que exige desde hace meses el apagón nuclear, definitivo e inmediato, y que incluso le castigó por sus anteriores decisiones en las urnas de varios comicios regionales. Aún más, ahora la coalición capitaneada por Merkel apostará de lleno por las renovables, al aumentar la proporción de energía limpia del actual 17% a un 35% en 2020, y reducir las emisiones de gases contaminantes en un 40%.
Reducción de ingresos
Para financiar el desarrollo acelerado de las renovables, el Ejecutivo decidió mantener la tasa a los consorcios energéticos, el llamado impuesto para la combustión de elementos, que contemplaba el plan presupuestario de la canciller. Eso sí, al retirar ocho de las centrales, los 2.300 millones de euros anuales de beneficios para las arcas de aquí a 2016 se quedarán en unos 1.300.
Estos aspectos del viraje energético alemán se basan en el informe que presentó ayer la Comisión Ética para lo nuclear, un comité de expertos independientes que designó el Gobierno después del accidente de Japón.
Sin embargo, al plan de Merkel le queda un largo camino por recorrer. Primero, la coalición tendrá que darle forma legal durante el Consejo de ministros del próximo 6 de junio. Posteriormente el Bundestag daría el visto bueno y en última instancia el Bundesrat decidirá por votación si aprueba o no el proyecto de ley. Dado que el Gobierno no tiene mayoría en la Cámara alta, presentó ayer su decisión a los partidos de la oposición. Los líderes socialdemócratas y verdes se muestran recelosos.
El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, cuestiona la idea de mantener algunos reactores como reserva, ya que "se trata de planteamientos que poco tienen que ver con la realidad técnica". No obstante, todo apunta a que los socialdemócratas podrían darle a Merkel un voto a favor. Los Verdes, por el contrario, prefieren no pronunciarse hasta que esté elaborado el proyecto de ley.
En la misma línea, la Asociación federal de centrales de Consumidores considera que el modelo deja muchas cuestiones sin aclarar. Por ejemplo, si se construirán nuevas centrales atómicas en otros lugares. El motivo es que Alemania seguirá rodeada por hasta 77 nucleares en sus países vecinos. Pese a que Merkel destacó que no importará energía de ningún país, existe un temor fundado a que el suministro sea insuficiente. No en vano, un 23% del abastecimiento energético total alemán procede de las nucleares, una cifra similar a la española.
A ello hay que añadirle la incógnita de una posible subida de los precios de la energía en todo el país, como advirtió incluso uno de los presidentes de la Comisión ética, Klaus Töpfer, y de cómo se subsanarán las pérdidas millonarias del sector. Aunque el Ejecutivo prevé una compensación a los consorcios energéticos afectados por valor de hasta 500 millones de euros, tanto EnBW como Vattenfall y RWE criticaron la falta de información recibida.
Pero las críticas llegan también desde el extranjero. El ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren, criticó la decisión por basarse en un modelo de plazos. "Centrarse tanto en qué año [] hace que se corra el riesgo de perder lo esencial, es decir, cómo vamos a resolver el doble reto de reducir la energía nuclear y las emisiones", apuntó Carlgren, para quien el riesgo al que se enfrenta ahora Alemania es evitar la importación de combustibles fósiles de países como Francia. Mientras, desde el Foro de la Industria Nuclear Española creen que la decisión costará más de 33.000 millones de euros al sector.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/379093/alemania-prescindira-dela-energia-nuclear-en-11-anos


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Alemania adelanta el apagón nuclear a 2022
Nuevo plan energético frente al auge verde

Ingo Niebel
Gara

Preocupado por el auge antinuclear, el Gobierno alemán da un giro a su política energética y planea apagar todas las centrales atómicas para 2022, dejando tres en reserva. Verdes, Die Linke y ecologistas rechazan el plan, mientras que el SPD lo considera viable.


El Gobierno de la canciller Angela Merkel (CDU) decidió ayer decretar el cierre de las 17 centrales nucleares de aquí a 2021. Las siete plantas más antiguas, que se encuentran fuera de servicio desde la catástrofe de Fukushima, y la de Krümmel, apagada por problemas técnicos, no volverán a funcionar. Sin embargo, el Ejecutivo alemán quiere mantener tres centrales «en reserva» para que en caso de emergencia puedan estar operativas hasta el 2023.
En la rueda de prensa ofrecida ayer, Merkel presentó su plan como el inicio del «cambio energético» y dijo que podría servir de ejemplo a otros países. Aunque la presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ya canta victoria todavía le queda un trecho por recorrer porque su proyecto requiere cambios en la legislación. Por eso, su ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, invitó a los demás partidos a participar en este «gran proyecto nacional».
De cara a la opinión pública, los tres partidos de Gobierno -la CDU, su hermana regional Unión Social Cristiana (CSU) y su socio de coalición, el Partido Liberaldemócratico (FDP)- están dando una inusual imagen de unidad. El jefe de la CSU, Horst Seehofer, a la sazón ministro presidente de Baviera, ha ido incluso más lejos al reabrir el espinoso debate sobre un depósito definitivo para los residuos nucleares en Alemania. Y el vicecanciller y ministro de Economía, el liberal Philipp Rösler, habló inclusive de «un día histórico para la política energética alemana».
El Partido Socialdemócrata (SPD) de Sigmar Gabriel se ha mostrado abierto a colaborar con el Gobierno para llegar a un acuerdo siempre que se retomen los principios del «compromiso nuclear», firmado hace una década entre este partido, los Verdes y la industria nuclear en torno al abandono de la energía atómica. Gabriel se adelantó diciendo que se trata «de un gran día de satisfacción para todos los antinucleares en Alemania».
Lejos de esta euforia se sitúan las reacciones de los Verdes, del partido socialista Die Linke (La Izquierda) y de las organizaciones ecologistas.
El Partido Verde se muestra escéptico con el plan de Merkel. Su copresidenta Claudia Roth declaró que había que fijarse «en la letra pequeña» del proyecto de ley que el bipartito va a presentar al Parlamento. En Alemania existe una ley que regula el funciona- miento de las plantas nucleares. El jefe del grupo parlamentario, Jürgen Trittin, subraya que ahora hay «más preguntas que respuestas» que antes.
La reacción del Partido Verde se explica por el hecho de que con su política antinuclear ha experimentado un espectacular auge que tras la catástrofe de Fukushima le ha colocado al mismo nivel que la CDU y el SPD. Ahora parece que Merkel les secuestra el tema que es el principal pilar de su credibilidad ante el electorado.
Giro de 180 grados
Lo que en un principio puede aparecer como una inteligente jugada política de la canciller podría costarle cara. Supone dar un giro de 180 grados en la política nuclear de la CDU que, junto con la CSU y el FDP más el SPD, siempre ha velado por los intereses del oligopolio energético. La multinacional RWE apoyó a Merkel para que junto con el FDP acabara con el «compromiso nuclear», firmado con el SPD y los Verdes en 2000. Logró esta meta en otoño de 2010, cuando el bipartito acordó prolongar la vida útil de las centrales del año 2023 hasta 2035.
Ese proyecto salió de una reunión a puerta cerrada, bautizada como «cumbre nuclear», entre la jefa de Gobierno y los presidentes de las alemanas Eon, RWE, EnBw y la sueca Vattenfall. Las cuatro empresas controlan el mercado alemán. Entonces Merkel calificó de «revolución» su plan, que ella misma paró en seco en marzo al decretar el cierre provisional de las siete centrales más antiguas como reacción a la catástrofe nuclear de Fukushima. Desde entonces RWE ha cambiado de estrategia llevando al Gobierno a los tribunales por ese cierre forzoso, ya que varios juristas lo consideran ilegal. Este «zigzagueo» de Merkel le resta no sólo credibilidad entre los poderes fácticos sino también entre aquellos electores que dieron su voto a la CDU justamente por su política pronuclear. Ahora, la canciller quiere dar la imagen de ser más ecologista que los propios Verdes, algo que no es creíble precisamente por los bandazos que ella suele dar.
Éste es el flanco abierto por el que le atacan las organizaciones ecologistas. Tanto Greenpeace como la Federación de Medio Ambiente y Naturaleza de Alemania (BUND) consideran el plan de Merkel como «poco ambicioso», ya que estiman que se podría acelerar el cierre definitivo de todas las centrales nucleares.
Algo similar piensa el partido socialista Die Linke. Su copresidenta Gesine Lötzsch considera viable que para 2014 se apaguen las centrales nucleares. Además, ha instado a Merkel que diga cómo se financiará el final de la energía nuclear.
La Comisión de Sabios, creada por la canciller para tal propósito, piensa que el precio de la luz podría encarecerse para los solteros y para las familias 11 y 29 euros al año, respectivamente, según declaraciones de Klaus Töpfer (CDU), a la sazón ex ministro de Medio Ambiente.
También la multinacional EnBW quiere hablar sobre dinero, porque en 2010 tiene que pagar un impuesto extra sobre el combustible nuclear. En esos ingresos justificó el Gobierno la prolongación de la vida útil de las plantas atómicas al argumentar que estos miles de millones serían invertidos en energías renovables. EnBW ha anunciado que estudiará primero el proyecto antes de adoptar una posición «porque no fuimos consultados previamente».
De hecho, el diario conservador «Die Welt», cercano a la CDU, lleva ya algún tiempo haciéndose eco de las advertencias del oligopolio de que el cierre de las siete plantas más antiguas podría provocar apagones en regiones tan sensibles como Frankfurt, por ejemplo. Otro artículo apocalíptico se refería a que Alemania no está preparada en absoluto para aguantar un corte de electricidad que duraría un par de días. Según estas fuentes, se podrían dar apagones en verano o en invierno, porque son las estaciones del año en las que más energía se consume.
Lo que hasta ahora no se ha debatido en Alemania son las consecuencias del plan de Merkel para el resto de Europa.
En marzo, Bélgica criticó que el cierre de las siete plantas alemanas se llevara a cabo sin consultas previas porque esa decisión podría conllevar un problema de abastecimiento fuera de Alemania. También ahora el rechazo a la decisión de Merkel sigue siendo grande sobre todo en los estados francés y sueco. La jefa de la multinacional gala Areva, Anne Lauvergeon, opina que en Alemania «aún puede pasar mucho hasta 2020». Palabras como éstas hay que considerarlas una advertencia, a sabiendas de que tan sólo la sueca Vattenfall opera dos centrales nucleares en Alemania.
Por lo tanto, Alemania aún está lejos de convertirse en el primer país europeo libre de centrales nucleares. Como lejos está también el final del movimiento antinuclear que ha de sentar las bases para que el plan de Merkel sea un adiós y no un hasta luego a la energía atómica, como ocurrió en 2010.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20110531/269639/es/Nuevo-plan-energetico-frente-auge-verde


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El país asiático comenzará a venderlos en 2013. Se trata de unidades de segunda generación "mejorada", como Fukushima
China exporta reactores atómicos "low cost"

David Brunat
Público



China va camino de convertirse en el mayor exportador mundial de reactores nucleares en la próxima década, y eso que ni siquiera es hoy una potencia en el sector. La inversión del gigante asiático en tecnología nuclear es tan brutal, y la prisa por poner en marcha nuevas centrales nucleares tan acusada, que China no sólo se siente con confianza para instalar con éxito los 34 reactores a los que ha dado luz verde (26 de ellos ya en construcción), sino también para comenzar a exportar reactores de fabricación propia a partir de 2013.
¿Cómo pretende China dar este tremendo salto nuclear? A base de desarrollo tecnológico, por supuesto, pero sobre todo gracias a su gran arma comercial: el precio. Este argumento puede ser la clave para que muchos países en vías de desarrollo opten por comprar reactores nucleares baratos a China en lugar de a Francia, Estados Unidos y Japón, la santísima trinidad del panorama nuclear, cuyo producto es de mayor calidad pero también mucho más caro.
Además del precio, China ofrece unas condiciones de financiación muy atractivas que podrían abrirle las puertas del mercado nuclear en el sureste asiático, África y América Latina. Es una nueva política low cost tras el desastre de Fukushima, y mientras países occidentales, como Suiza y Alemania, renuncian a la energía nuclear, y otros (como por ejemplo España) revisan sus centrales atómicas.
David Shen Dade, ejecutivo de la China Guangdong Nuclear Power Corporation (CGNPC), desveló este mes que su compañía, uno de los dos gigantes de propiedad estatal junto a la China National Nuclear Corporation (CNNC), está en conversaciones avanzadas para exportar sus productos a Vietnam, Tailandia, Malasia y Singapur. No hay ningún país desarrollado que haya mostrado interés en adquirir tecnología china.
"El precio es definitivamente una ventaja", explica Lin Boqiang, reputado experto nuclear y director del Centro Chino para la Investigación Energética de la Universidad de Xiamen. "China es el mayor comprador mundial de tecnología nuclear, no un vendedor. En los próximos años, países como India pueden llegar a comprar productos nucleares procedentes de China, pero otros como Estados Unidos no van a estar interesados. China está investigando nuevas tecnologías, no creo que sea el momento todavía de producir en masa y exportar", asevera.
Tecnología desfasada
Está claro que esa no es la corriente de opinión entre los que toman decisiones. Tian Jiashu, director nuclear de la CNNC, aseguró hace diez días, en el Congreso de la Energía Nuclear China celebrado en Pekín, que su compañía será capaz de exportar de forma independiente sus reactores a partir de 2013, cuando esté todo listo para su producción en masa. En concreto se trata del modelo CP1000, cuya tecnología pertenece a la llamada "segunda generación mejorada" de reactores, un diseño que la CNNC lleva desarrollando desde 1998 y del que posee los derechos de explotación. Hoy, los grandes del sector ya han hecho el salto a la tercera generación, que introduce importantes mejores en la seguridad.
Hasta que su modelo CP1000 esté listo, la CNNC tiene intención de exportar reactores de segunda generación (la misma que la central de Fukushima) [1] a otros países, mediante acuerdos comerciales con la francesa Areva, titular de la propiedad intelectual. Mientras en Occidente ya nadie instala reactores de segunda generación (notablemente más vulnerable que la tercera), y ni siquiera China los quiere, parece que Pekín no tiene inconveniente en venderlos en el exterior.
Los dos únicos reactores que hasta hoy ha exportado China se encuentran en Pakistán, en la central nuclear de Chashma, y tienen una capacidad de 300 megavatios (MW) cada uno. Su adjudicación no fue fruto de una libre competencia del mercado en la que se impuso la tecnología china, sino de un acuerdo entre ambos estados dentro de su marco de cooperación estratégica. La CNNC tiene previsto instalar dos nuevos reactores (número 3 y 4) en la planta de Chashma y alcanzar 1.000 MW, como un reactor de Ascó (Tarragona).
"Hasta la fecha, muchos de los reactores fabricados por China basados en su propio know-how incorporan una tecnología que se utilizaba enOccidente y en otros países avanzados hace 30 años", asegura Mark Hibbs, experto en energía nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Esa es la tecnología que están exportando las empresas chinas a Pakistán". Este país sufre serios problemas para abastecerse de energía nuclear debido a que se niega a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Tras el desastre de Fukushima, China puso en cuarentena varios proyectos y paralizó alguno, pero no detuvo sus operaciones en el país vecino.
"Lo importante para China es que este acuerdo [nuclear] cimenta su cooperación estratégica con Pakistán a nivel político y militar, pero también le provee de un lugar de trabajo para que su industria ganee xperiencia en la construcción de centrales en el extranjero, algo que desea con muchas ganas", prosigue Hibbs.
Las dos primeras unidades vendidas hasta el momento están en Pakistán
"China está haciendo grandes esfuerzos en el campo de la seguridad", asegura el profesor Lin. "Pero cada productor siempre dirá mi reactor es seguro', por eso la verdadera seguridad procede siempre de las políticas de los gobiernos y de la sociedad. Creo que debemos presionar a nuestro gobierno para que invierta más dinero en la seguridad de la industria nuclear. Eso podría ralentizar un poco el desarrollo de nuestra tecnología, pero la seguridad tiene que ir por delante", advierte el académico, antes de añadir: "Después de Fukushima, pasar de la segunda generación y de la segunda mejorada a la tercera es una obligación para China".
A la vista de los hechos, Pekín no está por la labor de dar ese salto cualitativo, menos aún cuando a partir de 2013 pueda llenar sus arcas con su reactor CP1000, del que tendrá todos los derechos de propiedad intelectual. Eso significa que la segunda generación mejorada, que ya empieza a considerarse obsoleta entre los grandes productores occidentales, sobrevivirá en los países emergentes y en desarrollo durante los próximos 60 años, tiempo de vida útil del modelo CP1000.
España no dispone de componentes nucleares chinos ni hay previsión en el futuro. Para Juan Ortega, director de Tecnatom y presidente del Spanish Nuclear Group for China, no hay motivo para la preocupación: "China ha demostrado su compromiso con la seguridad. Tras Fukushima ha puesto proyectos en revisión y está haciendo un análisis bastante realista de cómo tiene que modular o modificar su programa nuclear para asumir las lecciones de Japón". Y añade: "No creo que nadie en el sector piense que China tiene un compromiso menor con la seguridad que el que existe en otros países. Que el precio final de un reactor chino sea menor que uno occidental no afecta al concepto de seguridad, sino que se debe a los costes de fabricación y mano de obra".
China, en todo caso y en su calidad de dictadura, puede hacer y deshacer sin oposiciones. Una ventaja competitiva que ha encumbrado su economía en casi todos los sectores y que puede allanarle el camino también en el sector nuclear, sobre todo en la escéptica y cautelosa era pos-Fukushima.

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China acapara casi la mitad del mercado mundial
43% de los nuevos reactores
El 43% de los reactores nucleares proyectados en el mundo se concentran en China. De los 60 que hay en construcción, 26 se sitúan en el país asiático, y Pekín planea 25 unidades más en la próxima década. El país cuenta hoy con 14 reactores.
400.000 MW de potencia en 2050
El objetivo final del Gobierno chino es multiplicar por diez su actual producción de energía nuclear, hasta alcanzar 80.000 MW en 2020; 200.000 MW en 2030 y 400.000 MW en 2050.
53.000 millones en inversión
El brutal desarrollo nuclear chino (53.000 millones de euros invertidos para 2015) no es gratuito: el país vive la peor escasez energética de los últimos años y el 80% de su suministro depende del carbón, una fuente muy poco eficiente y extremadamente contaminante.
52 meses de construcción
Se necesitan 52 meses para construir el reactor chino CP1000. El precio de cada unidad es de sólo 1.100 euros por kilovatio, con capacidad para alcanzar 1GW. Una relación calidad-precio insuperable para exportar a los países en desarrollo, a pesar de su modesta tecnología.
2.000 investigadores
China formará a 2.000 investigadores para desarrollar las técnicas de fusión nuclear en los próximos 10 años. El gigante asiático financia un 10% del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER), que se está construyendo en el sur de Francia, pero sólo aporta el 5% de sus científicos.


Notas edición: Comentarios lectores:
1) El CP-1000 no es similar a Fukushima, como se dice en el artículo. Se trata de un reactor de agua a presión basado en un diseño francés de Framatome para el que, es cierto, China adquirió todos los derechos. Fukushima Daichi es un reactor de agua en ebullición de diseño estadounidense de la General Electric, de primera (la unidad 1) y segunda generación (las demás).
2) Uno de los padres de la bomba atómica china contra el plan de energía nuclear.
Pekín, 30 may (EFECOM).- El prestigioso y polémico científico chino He Zuoxiu, uno de los expertos que trabajaron en el desarrollo de las primeras armas atómicas chinas hace 40 años, ha publicado un artículo criticando el programa nacional de desarrollo de energía nuclear, al que considera insostenible y poco seguro.
En un artículo en la revista Science Times, del que se hace eco hoy el diario South China Morning Post, He dice que la construcción acelerada de centrales nucleares en el país obligará a importar demasiado uranio, y que el hecho de que el Gobierno no informe de la resistencia de éstas a los seísmos le preocupa.
En opinión del experto, de 84 años y miembro de la estatal Academia China de Ciencias, el programa nuclear chino es un nuevo "Gran Salto Adelante", en referencia al desastroso intento maoísta de desarrollar demasiado rápido la industria nacional en los años 50, causando hambrunas y décadas de recesión.
"¿Estamos de verdad preparados para tal velocidad (de desarrollo nuclear)? Creo que estamos gravemente faltos de preparación, especialmente en el campo de la seguridad", subraya He en su artículo.
Tras el accidente nuclear en Japón el pasado marzo, el Gobierno de China suspendió la aprobación de nuevas centrales nucleares, pero no las ya aprobadas, destacando que los planes de desarrollo de energía atómica en el país continuarían.
Con una capacidad de generación eléctrica de 9 gigavatios en las actuales centrales nucleares chinas, el país planea que ésta se eleve a 200 gigavatios en 2030 y 400 en 2050, cuando podría representar más del 15 por ciento de la energía consumida por la segunda economía mundial.
China posee 14 reactores nucleares, está construyendo otros 26 y planea otros 28, según datos de la Asociación Nuclear Mundial.
Según He, estos planes no tienen en cuenta los problemas de seguridad, y así por ejemplo las centrales japonesas tienen una resistencia a terremotos de 7 grados, las surcoreanas aumentarán su nivel de 6,5 a 7 grados, pero las chinas se niegan a revelar qué tipo de seísmos serían capaces de resistir.
"Muchos expertos han dicho que nuestras plantas son más seguras que las de Fukushima, pero ¿cuál es su nivel de resistencia a terremotos? Nuestros especialistas nunca han dado una cifra", afirma He.
El experto también tiene sus dudas en la sostenibilidad de la energía nuclear, ya que los elevados costes que podría tener en el futuro la podrían hacer demasiado cara.
De acuerdo con su artículo, China tiene unas reservas de uranio insuficientes para las centrales futuras, por lo que tendría que aumentar de forma vertiginosa sus importaciones, afectando a los mercados internacionales y convirtiendo una materia prima actualmente barata en cara, como ocurre ahora con el petróleo.
Al mismo tiempo, la necesidad de construir centrales nucleares resistentes a terremotos de hasta 8 o 9 grados, como se ha hecho patente tras la catástrofe en Japón, "incrementará el coste de la energía nuclear a niveles astronómicos", concluyó.
De acuerdo con South China Morning Post, el artículo del famoso científico ha causado gran revuelo en la industria, ya que se trata del primer experto de renombre que se ha atrevido a criticar los planes nucleares de Pekín.
He es célebre por sus radicales opiniones en variados campos, y conocido especialmente por su crítica al pensamiento tradicional:
Él fue uno de los defensores de derribar la muralla de Pekín en la época maoísta, atacó el movimiento religioso Falun Gong cuando éste fue ilegalizado en los años 90, y se ha mostrado partidario de acabar con la medicina tradicional china. EFECOM
(http://www.expansion.com/agencia/efe/2011/05/30/16197177.html


Fuente: http://www.publico.es/ciencias/379045/china-exporta-reactores-atomicos-low-cost

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