El encubrimiento en Fukushima





Alejandro Nadal
La Jornada



En los días que siguieron el desastre de la planta en Fukushima, el lobby pro-nuclear dio un giro positivo a las malas nuevas. Se dijo entonces que si la planta había resistido un terremoto de 9 grados, eso significaba que la tecnología nuclear era realmente segura. Seguía después una retórica sobre cómo el tsunami había rebasado todas las predicciones y que habría que tener cuidado con el diseño y localización de nuevas plantas, etcétera. Pero el mensaje era claro: no había por qué sobredimensionar el “episodio” y que el renacimiento de la industria nuclear continuaría.
Hoy tenemos datos frescos desde Fukushima que desmienten todo lo anterior. El 24 de mayo el operador de la planta de Fukushima admitió que en tres de los seis reactores de la planta se produjo la fusión del núcleo. TEPCO, el operador de la planta, había reconocido en abril que eso había ocurrido en la unidad 1, pero ahora tenemos confirmación de lo mismo en otros dos reactores.
Ésta es una noticia de primera magnitud. Sin embargo, a dos meses de distancia del terremoto y cuando la crisis es parte del paisaje, ha pasado casi desapercibida en los medios. A TEPCO le funcionó bien el encubrimiento de las malas noticias.
La fusión del núcleo de un reactor es el accidente más grave porque las barras de combustible se funden y normalmente se precipitan al fondo de la vasija del reactor. Ésta puede dañarse, lo que permitiría la liberación de una gran cantidad de material radiactivo. Es muy difícil retomar el control de un reactor que ha sufrido fusión del núcleo. La idea de cubrirlo con un domo o aislarlo con un sarcófago (como el de Chernobyl) ni siquiera es viable porque el material nuclear sigue en estado de fisión. En términos simples, el desastre en Fukushima dista mucho de estar bajo control.
Otra noticia importante: los reactores de la planta fueron dañados antes del tsunami. Es decir, el terremoto fue una causa de los problemas en por lo menos el reactor de la unidad 1 y la alberca de almacenamiento de combustible radiado en el reactor 4. TEPCO mintió desde el principio diciendo que los reactores habían funcionado bien y que las barras de control se habían insertado de manera correcta en los reactores, interrumpiendo la reacción de fisión.
Es decir, la secuencia según TEPCO fue la siguiente. Primero, el terremoto dejó indemne la integridad de los reactores. Segundo, el tsunami interrumpió el flujo de energía en la zona e inundó las salas de máquinas de los generadores de respaldo en la planta. Tercero, la pérdida de refrigerante provocó el sobrecalentamiento, la acumulación de hidrógeno y las subsiguientes detonaciones en las unidades 1, 2 y 3. Ahora sabemos que esa versión de los acontecimientos es inexacta.
La orden de los acontecimientos es importante porque si las unidades de la planta fallaron debido al terremoto, la normatividad anti sísmica debe ser revisada en todas las plantas, y no sólo la relacionada con riesgos de tsunami. Las plantas existentes deben adecuarse a una normatividad más estricta y eso es un duro golpe para la industria nuclear.
Una de las implicaciones de estas dos revelaciones (fusión del núcleo y daños por el terremoto) es que los diversos sistemas de la planta sufrieron daños severos que explican la liberación al ambiente de cantidades muy importantes de material radiactivo, tanto en el mar, como en la atmósfera. Hoy se sabe que los acuíferos subterráneos corren peligro.
En materia de salud, se puede decir que Japón ha corrido con suerte. Durante las semanas más críticas del desastre, los vientos se llevaron las emisiones de materiales radiactivos hacia el Océano Pacífico. De haber cambiado de dirección, como sucede con cierta frecuencia, los meandros de la nube radioactiva habrían cubierto una amplia superficie del norte de la isla de Honshu, dejándola inhabitable por décadas. “Estuvimos a un paso de perder el norte de Japón”, dicen algunos.
En el futuro escucharemos voces en el sentido de que en el desastre en Fukushima no se perdieron muchas vidas. No hay que engañarse. La dirección de los vientos es la clave para explicar el aparentemente reducido número de casos fatales en este desastre. Es decir, la casualidad (o la suerte si usted prefiere) es la explicación, no la seguridad de la tecnología nuclear. Además, la diseminación de material radiactivo en una zona de hasta sesenta kilómetros alrededor de Fukushima significa que mucha gente fue expuesta a dosis inaceptables de radiactividad. Es evidente ahora que Fukushima es Chernobyl con esteroides, como dice Arnie Gundersen, ingeniero nuclear y fundador de la consultora Fairewinds Associates (www.fairewinds.com).
Esta semana en Bonn se reanudan las negociaciones sobre el régimen global de cambio climático. La acumulación de gases invernadero no se detiene. Pero la opción nuclear es claramente inviable, a pesar del encubrimiento de la triste verdad de Fukushima por parte de la industria nuclear y sus agencias regulatorias.
http://nadal.com.mx
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/06/08/index.php?section=opinion&article=032a1eco

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Más sobre las profundas y constantes prolongaciones de la catástrofe de Fukushima

Salvador López Arnal
Rebelión



El autor de 1Q84, Haruki Murakami, ha estado recientemente en Barcelona para recibir, el 9 de junio, el Premio Internacional de Catalunya. Durante su estancia en la ciudad de los indignados y de un tenaz movimiento antinuclear que no se cansa de proclamar documentadas y airadas verdades, ha declarado que la ciudadanía nipona está habituada a sufrir desastres pero que, en estos momentos, a causa de la crisis nuclear actual vive en un “estado de shock”.
No es para menos. El miércoles 8 de junio las salas de control de los reactores 1 y 2 de Fukushima sufrieron un nuevo apagón de energía eléctrica; las mantuvo inoperativas durante unas tres horas. Otro ejemplo. Tepco, la empresa propietaria de Fukushima, la tercera compañía eléctrica mundial, quiso liberar al océano unas 3 mil toneladas de agua contaminada desde Fukushima Daini, una central hermana de la accidentada [1]. Las autoridades políticas japonesas, que esta vez, y esperando que sirva de precedente, estuvieron a la altura de las circunstancias, lo impidieron
2012 puede traer un apagón nuclear forzoso en Japón, informaba Público el pasado jueves [2]. Los 54 reactores nucleares que estaban operativos antes del terremoto del 11 de marzo de 2011 en Japón, tras Estados Unidos y Francia, el país más nuclearizado del mundo, podrían estar parados en 2012. No por decisión de abandonar al unísono y de manea urgente la era atómica sino por distintos motivos.
En la actualidad, están funcionado 19 unidades de los 54 reactores (menos del 40%). A todas ellos, a todas estos 19 reactores, les corresponde realizar paradas de mantenimiento y recarga durante el año próximo. Recordemos por otra parte que tras Fukushima, y no sin vacilaciones, y tras posteriores terremotos, el gobierno decidió cerrar tres plantas atómicas más. Además, informa Público, “desde que se desatara la crisis atómica, algunas autoridades locales han optado por mantener sometidos a distintas moratorias a los reactores situados en su territorio”. Este conjunto de circunstancias sumadas podría ser causa del provisional apagón nuclear nipón en 2012.
Según cálculos del Ministerio de Industria, el mismo ministerio que tres días después de la catástrofe de Fukushima declaró que la ciudadanía tenía que entender que si quería vivir como lo estaba haciendo debía asumir esos riesgos inevitables, el frenazo nuclear de los próximos meses costará unos 30.000 millones de dólares a las arcas niponas. La energía atómica japonesa suministraba el 30% de la electricidad del país; la industria funciona, a fecha de hoy, a un tercio de su capacidad.
Tepco marcó un nuevo mínimo histórico en la Bolsa en esta segunda semana del mes de junio. Se desconocen las inmensas ganancias acumuladas por la corporación hasta la fecha.
PS: La ASN francesa, la CNRA británica y la NRC norteamericana, tres grandes compañías de seguridad nuclear en principio independientes de gobiernos serviles y corporaciones sin escrúpulos, han dejado claro en conferencia de prensa, ha informado Andrés Pérez [3], que van a exigir más dotación presupuestaria para poder efectuar el proceso de revisión de la seguridad de los reactores en profundidad. Explicitaron igualmente que “van camino de exigir a las propias compañías operadoras más dotaciones presupuestarias para que ellas mismas garanticen la seguridad y otros peritajes en sus instalaciones”. Veremos en queda todo esto, vemos ya en qué está quedando la afirmación de una energía barara-barata-compro-lo-barato, y ya vemos desde luego en qué estado queda aquel eslogan publicitado hasta el cansancio de una energía y una industria seguras pasara lo que pasara.
Notas:
[1] Reactores que también tuvieron problemas tras el seísmo de marzo.
[2] Público, 9 de junio de 2011, p. 35
[3] Andrés Pérez, “Las autoridades nucleares piden más dinero para seguridad”. Ibidem, pp. 34-35

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El gobierno nipón ha elevado el límite de exposición a la radiación en niños desde 1 milisievert por año hasta los 20
Consecuencias del accidente de Fukushima

Carlos Bravo
Diagonal



El 11 de marzo Japón sufrió un potente terremoto de magnitud 9 en la escala Rihchter, seguido de un enorme tsunami. Su efecto combinado ocasionó la pérdida de suministro eléctrico en la central nuclear de Fukushima, y ello condujo inevitablemente a que se produjera el accidente nuclear más grave, junto con el de Chernóbil, de la historia de la industria nuclear (ambos clasificados como nivel 7, el máximo dentro de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, INES). Un nivel INES 7, “accidente grave”, supone, según la descripción oficial, “efectos generalizados en la salud y el medio ambiente. Liberación externa de una fracción considerable del inventario del núcleo del reactor”.
Refrigeración del combustible
La causa real de este accidente nuclear no fue el terremoto ni el tsunami (éstos provocaron la pérdida de suministro eléctrico), sino la incapacidad de estos reactores de refrigerar eficazmente el combustible nuclear una vez perdido el aporte eléctrico externo. Existen otras muchas causas posibles (una inundación por una causa natural, un atentado terrorista, un sabotaje, una tormenta, un impacto de una aeronave, un fallo técnico, errores humanos...) que también hubieran podido ocasionar una pérdida prolongada de suministro eléctrico exterior en Fukushima, y entonces, la evolución de los acontecimientos hubiera sido, muy probablemente, la misma.
A la vista de estos hechos, el Gobierno socialista de Zapatero haría bien en cerrar inmediatamente las centrales nucleares de Garoña y Cofrentes, que son reactores de agua en ebullición de General Electric, con el mismo diseño que las siniestradas en Fukushima. La respuesta de la canciller alemana Angela Merkel ha sido cerrar siete de sus 17 centrales. El accidente sigue activo, la situación de los reactores está lejos de estar controlada y se sigue emitiendo radiactividad al medio ambiente: Fukushima es, repitiendo una expresión que ya ha hecho fortuna, un Chernóbil a cámara lenta.
Importantes cantidades de iodo-131, cesio-137 se han emitido ya; también se ha detectado plutonio-239 y estroncio-90, entre otros elementos radiactivos. Cientos de miles de personas han sido afectadas por la radiación. El Gobierno japonés debe evacuar poblaciones que están a 40 kilómetros de distancia de la central nuclear. Gente que tardará años en volver a sus hogares, si es que vuelven alguna vez.
Similar a lo que ocurrió en Chernóbil.
Esta vez en Japón, la tercera potencia económica mundial, el país líder en tecnología, el más riguroso en cuestiones de seguridad nuclear... De forma irresponsable, el Gobierno nipón ha decidido elevar el límite nacional de exposición a la radiación en niños desde 1 milisievert por año (mSv/año) hasta los 20 mSv/año. La decisión de elevar los niveles de dosis permitidos en los niños de Fukushima al mismo nivel que los trabajadores adultos de la industria nuclear, y a 20 veces del nivel máximo para el público general, es totalmente inaceptable. Aún más cuando está reconocido que el riesgo de la radiación para los niños es mayor que para los adultos.
Pasados dos meses del nefasto seísmo, la crisis nuclear de Fukushima ha provocado otro terremoto en Japón, esta vez de signo social. Este desastre nuclear ha despertado la conciencia del pueblo japonés, que ha empezado a sacudirse su indiferencia hacia el problema de la energía nuclear. Por primera vez en este país, poco dado a la protesta callejera, se han celebrado en estas últimas semanas numerosas manifestaciones donde decenas de miles de personas piden el cierre de las centrales nucleares y el cambio a un modelo energético sostenible, basado en energías renovables. De tal modo que el Gobierno japonés ha anunciado no sólo el cierre definitivo del complejo nuclear de Fukushima (seis reactores), sino también el cierre de la central nuclear de Hamahoka (tres reactores), situada en zona de alto riesgo sísmico. Un 60% de los japoneses, que según los últimos sondeos de opinión son mayoritariamente contrarios a la energía nuclear, ha respaldado esta decisión.
Además, el Gobierno nipón ha anunciado la cancelación definitiva de sus planes de expansión nuclear, con los que se pretendía construir 14 nuevas centrales nucleares y aumentar la contribución de la electricidad de origen nuclear del actual 29% a un 50% en 20 años. Asimismo, el Gobierno ha prometido que la apuesta será a partir de ahora por las energías renovables y la eficiencia energética. Una vez que, tras el accidente de Fukushima, ha vuelto a quedar claramente de manifiesto la extrema peligrosidad de la energía nuclear, Greenpeace demanda al Gobierno y a los partidos políticos que actúen con responsabilidad y adopten una serie de medidas para que nuestro sistema energético sea eficiente, inteligente y 100% renovable.
En 2009 la Fundación Ideas para el Progreso del PSOE publicó el informe Un nuevo modelo energético para España. Recomendaciones para un futuro sostenible, el cual, además de concluir también en la viabilidad económica y técnica de un sistema 100% renovables, muestra cómo la energía nuclear se podría sustituir de forma acelerada para 2016.
ÚLTIMOS ACCIDENTES EN CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
El día 29 de abril se produjo un accidente en el sistema de refrigeración de la central nuclear de Ascó I (Tarragona) por el que se vertieron 25.000 litros de agua radiactiva de modo incontrolado. El accidente sucedió en un recinto en el que trabajaban 14 personas, que resultaron expuestos al fluido tóxico. Responsables de la planta han informado al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de que el personal y el medio ambiente no han sufrido daños. Además, el CSN reveló que desde marzo la central de Cofrentes, Valencia, pierde 4.000 litros diarios de agua de refrigeración con niveles bajos de isotopos radioactiavos, pero que el accidente no afecta a la salud pública.

http://www.diagonalperiodico.net/Consecuencias-del-accidente-de.html

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