Carta abierta de un emigrante alemán al pueblo uruguayo.




Llegué de Europa en enero del 2006. Era y soy un mediano productor agrícola- ganadero. Elegí al Uruguay por sus características positivas tales como: existencia de cultura rural, clima ideal para la crianza de animales domésticos y cultivo de alimentos básicos, una política relativamente estable, un desarrollo político que mejoró económicamente a la clase trabajadora y por sobre todo, por sus bellezas y riquezas naturales.
Me siento contento de haber elegido al Uruguay como mi morada, pero observo con gran preocupación, la llegada de grandes capitales extranjeros, a los cuales se les brinda condiciones especiales y exoneraciones de impuestos y controles fiscales en contraposición a los medianos y pequeños productores nacionales. Esto me resultó sumamente inesperado para un gobierno de izquierda.
Conozco muy bien la fragilidad de los ecosistemas y observo los impactos negativos que sobre ellos tienen las labores de esas compañías y me pregunto si el pueblo de este bendito país es consciente de las consecuencias que estos impactos acarrean (no solo medioambientales sino también socio-político-económicos).
Pienso que:
  • Quien dice Sí a UPM, Montes del Plata y la futura segunda planta de UPM, también dice Sí a ríos secos, poblaciones abandonadas, pérdida de puestos de trabajo, suelos resecos, aguas contaminadas y muchos más impactos irreversibles, que no sólo no produce beneficios económicos para el estado, sino que significan erogaciones de toda la población para arreglar y construir carreteras y puentes, para la instalación de centrales eléctricas para gastos en seguridad, salud y educación, etc.
  • Quien dice Sí a la minería aurífera suma a lo anterior el decir Sí a los peligros de contaminación de aguas y suelos, en caso de pérdidas o accidentes, con cianuros mortíferos. Y Sí a una industria que destruye en razón de 7 toneladas de rocas por cada gramo de oro obtenido, que sólo tiene valor especulativo para los explotadores sin producir plusvalía en nuestro país.
  • Quien dice Sí a la megaminería metalífera a cielo abierto, también dice Sí a la existencia de polvos respirables y cancerígenos (asbesto), acuíferos contaminados*, cráteres gigantescos, emigración de pequeños y medios productores que perderán su base de sustento, pérdidas económicas para el 
    Estado y la producción (en el caso de Aratirí) dentro de 15 años de unos 1.500 desocupados de entre 40 y 50 años de edad, sin oficio y de los cuales éste se tendrá que hacer cargo. 
  • *sólo este impacto sería suficiente para prohibir la instalación de la minera, porque contraviene la ley constitucional que fuera votada por el 66% de la población en el año 2004.
Hablar de Uruguay Natural en esas condiciones parece ser una broma de mal gusto. Y resulta extraño que un gobierno inteligente acepte la instalación de industrias cuya actividad está prohibida en otras partes del mundo. Esto es la continuación del colonialismo que solo se disfraza bajo el nombre de “inversión directa”. Dejan espejitos de colores y los desperdicios para llevarse las riquezas del país. 
Si alguien es consciente de todo esto y sigue diciendo Sí, lo hace por intereses personales sin preocuparle el bien común de los uruguayos. Las multinacionales aprovechan la pasividad colectiva y están ganando.
Las riquezas naturales garantizan un futuro próspero si son utilizadas racionalmente, pero este futuro próspero lo está perdiendo Uruguay al galope. 
Para lograr el verdadero futuro próspero debemos desarrollar las cualidades de responsabilidad, altruismo, actividad y unión,
Que como canta Daniel Viglieti, “una gota con ser poco, todas juntas se convierten en aguacero”. Ese aguacero que convierta nuestro futuro en un edén para humanos.
Peter Abmayr   C.I. 5.576.136-8

Imagenes: chancharrua.wordpress.com - facebook.com

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