Estudio revela el impacto de la catástrofe de Fukushima sobre el ecosistema



Por  Gustavo Aldunate

El 11 de marzo de 2011, la central nuclear de Fukushima Daiichi experimentó una falla catastrófica que resultó en el colapso del 3 de 6 reactores nucleares de la planta. El evento se desencadena cuando un tsunami golpeó la zona, que fue después de un terremoto de magnitud 9.0. La planta comenzó a derramar grandes cantidades de material radiactivo al día siguiente del evento, lo que dejará cicatrices duraderas en el medio ambiente en los próximos años.

A diferencia de la infame 1986 Desastre de Chernobyl, donde los retrasos graves resultaron en importantes lagunas en los datos de impacto sobre los seres humanos, y las especies no humanas, los científicos comenzaron a recoger información biológica tan sólo unos meses después de la catástrofe de Fukushima. Los investigadores esperaban recoger información, sobre los resultados genéticos a largo plazo de diferentes niveles de exposición a la radiación, y también para identificar las estrategias para evaluar los efectos biológicos de la radiación ionizante en general. Ahora, en una serie de artículos publicados en el diario de La Herencia, los científicos están empezando a revelar los efectos perjudiciales sobre varios organismos no humanos.
En uno de los papeles, los investigadores se dispusieron a observar los cambios de población en las aves, mariposas y varias especies de insectos, para luego comparar esta información con los datos anteriores obtenidos a partir de la catástrofe de Chernóbil. Si bien se han realizado un número limitado de estudios, es evidente que todos los animales investigados sufrieron reducción en el tamaño de las poblaciones en la zona de exclusión en Chernóbil. Del mismo modo, la población de pájaros, mariposas y cigarras experimentaron descensos en Fukushima como resultado de exposición a la radiación. Sin embargo, otros grupos, como las libélulas y las abejas no parecen ser afectados. Además, también se observaron efectos morfológicos sobre algunas especies, como plumas anormales en golondrinas.
El segundo estudio se centró en la mariposa hierba azul pálida, que es la mariposa más común en Japón. Ellos descubrieron que esta especie sufrió una reducción en el tamaño de las alas anteriores, retraso del crecimiento y elevada mortalidad y tasas de anormalidad. Sin embargo, sus resultados también dio a entender que las mariposas de Fukushima fueron evolucionando resistencia a la radiación.
En el último estudio, se analizó los efectos de la radiación gamma sobre plántulas sanas de arroz en un campo altamente contaminada cerca de la planta. En sólo tres días, el análisis de secuencia de ADN reveló varios cambios, tales como la activación de los mecanismos de reparación del ADN. Además, las respuestas de estrés se desencadeno, lo que resultó en la inducción de genes implicados en la muerte celular.
Propagación de contaminación radiactiva
El mensaje principal de este trabajo, es que el monitoreo temprano, y continuo, es fundamental para comprender los impactos a largo plazo, de la exposición a la radiación en los sitios de liberación accidental. “Los análisis detallados de los impactos genéticos, en poblaciones naturales, pueden proporcionar la información necesaria para predecir los tiempos de recuperación de las comunidades silvestres de Fukushima, así como sitios de futuros accidentes nucleares”, dijo el investigador Dr. Timothy Mousseau en un comunicado de prensa. “Hay una necesidad urgente de una mayor inversión en investigación científica básica de los animales salvajes y las plantas de Fukushima.“
El Ciudadano
UPSOCL
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FUKUSHIMA PREPARA EL CEMENTERIO

La propietaria de la central nuclear de Fukushima, Tokio Electric Power Company (TEPCO), anunció que terminará antes de lo previsto de retirar las barras de combustible radiactivo de uno de los cuatro reactores dañados de la central.
TEPCO comenzó a retirar las barras de dióxido de uranio del reactor 4 en noviembre de 2013 y completará esta tarea en el mismo mes de este año, cuando estaba previsto que el proceso se alargara hasta diciembre, según afirmó el presidente de la compañía, Naomi Hirose, en unas declaraciones recogidas por el diario Mainichi.
La retirada de combustible nuclear del reactor 4 -el único que no sufrió una fusión parcial por el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011- supone el primer paso del largo proceso de desmantelamiento de la planta.
De los cuatro reactores de la central gravemente afectados por la catástrofe, el número 4 era el único que no estaba operativo y no tenía combustible dentro del núcleo del reactor, aunque el terremoto y el tsunami provocaron una explosión de hidrógeno en el edificio.
El proceso consiste en trasferir los 1.533 de barras de dióxido de uranio que se encontraban en la piscina de combustible gastado del reactor 4 a unos tanques de almacenamiento seco, que posteriormente se trasladan a una piscina dentro del recinto de la central, considerada un depósito más seguro.
El destino último de los tanques serán unas instalaciones que TEPCO planea construir a partir de septiembre en la prefectura de Miyagi (al norte de la de Fukushima).
La compañía eléctrica está estudiando la ubicación exacta del “cementerio nuclear” junto a las autoridades, según dijeron fuentes de TEPCO al citado periódico tras la reunión semanal de los responsables de la empresa con el Ejecutivo y con la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA).
Las localidades designadas por Tokio para acoger estas instalaciones son Kurihara, Taiwa y Kami, aunque sus gobiernos locales por el momento no han dado el visto bueno a esta medida y algunos, como el de Kami, la han rechazado abiertamente.
Tras completar el desmantelamiento del reactor 4, TEPCO procederá a retirar el uranio de los reactores 1 a 3 a partir de 2015 y buscará sacar el combustible fundido de sus respectivos núcleos a partir de 2020.
Se espera que el proceso de desmantelamiento de la central dure de 30 a 40 años.
El accidente en la central de Fukushima, el peor desde el de Chernóbil en 1986, provocó emisiones radiactivas que mantienen evacuadas a unas 50.000 personas que vivían junto a la planta y que afectaron a la agricultura, la ganadería y la pesca local.
Fuente: medioymedio.com.ar

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