La Comisión Europea sabía que las automotrices hacían trampa con las emisiones

Lo ocultó por la presión de las automotrices. Sólo en 2012 la industria gastó 10 millones de euros en lobby en Bruselas.
   
La Comisión Europea sabía al menos desde 2012 que los autos de varias automotrices europeas emitían más gases contaminantes de los que oficialmente reconocían. A pesar de tener conocimiento de esa trampa, en el brazo ejecutivo se impuso la visión de la Dirección General de Industria sobre la de Medio Ambiente y no se movió un dedo.
Es la conclusión principal que se extrae de documentos internos de la Comisión Europea revelados por el diario online “Euobserver”. Bruselas mantuvo silencio, según el documento, porque las automotrices hicieron “una considerable presión” sobre la Comisión Europea y los países del bloque para que retrasaran cualquier decisión que pudiera serles perjudicial y les obligara a reducir las emisiones contaminantes. Sólo en 2012 la industria de autos gastó 10 millones de euros en hacer lobby en Bruselas.
Un informe escrito por personal de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea explicaba que había un fuerte riesgo de que los autos “no cumplieran” con el control de emisiones y advertía: “la amplitud del no cumplimiento de la legislación europea sobre la calidad del aire lleva a más de 200.000 muertes prematuras cada año en Europa” porque los autos “emiten niveles de partículas contaminantes mucho más altos de los esperados”.
Las advertencias de la Dirección General de Medio Ambiente fueron silenciadas entonces por la Dirección General de Industria y Empresas, que prefirieron defender los intereses de las automotrices.
El Parlamento Europeo está en plena investigación de lo que ya se llama el “Dieselgate”. Los responsables de Industria y Medio Ambiente del Ejecutivo comunitario entre 2010 y 2014 –Antonio Tajani y Janez Potocnik- deben comparecer ante los eurodiputados el lunes.
La presión de su departamento hizo que Potocnik presentara el caso a Tajani para explicarle que había riesgo de que los autos estuvieran emitiendo más gases contaminantes de los oficialmente anunciados, que las automotrices estuvieran diseñando sus motores de tal forma que los autos cumplieran los controles de emisiones cuando estaban parados pero los elevaran cuando estaban rodando.
Tajani no hizo nada ante las dudas de Potocnik. Dos años después, el director general de Medio Ambiente, Falkenberg, repitió en una carta las quejas al director general de Industria, Calleja. Le contaba que los últimos estudios mostraban cómo algunos autos emitían hasta 20 veces más Nox –un término genérico para describir el óxido de nitrógeno- del permitido por las normas europeas. Calleja no investigó.
El escándalo saltó tras las investigaciones de una ONG medioambientalista estadounidense. La bola de nieve del “Dieselgate” creció tanto que Volkswagen, la primera automotriz europea –controla los autos de su marca además de Seat, Audi, Skoda, Bentley, Bugatti, Porsche y Scania, entre otros- reconoció la trampa.
Mientras en Europa por ahora el “Dieselgate” le salió gratis a la automotriz alemana, en Estados Unidos tendrá que pagar. El acuerdo con el gobierno estadounidense consiste en 13.800 millones de euros: 9.000 millones para recomprar y reparar autos, 1.800 millones de inversiones en fondos para desarrollar autos eléctricos y energías no contaminantes y 2.400 millones como compensación por las emisiones contaminantes. Cada propietario de un vehículo afectado cobrará además 5.100 dólares.

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