Energía global: Predicciones para 2017

Editorial del Blog: Crashoil (Fragmento)

Queridos lectores,
Llegamos una vez más a ese punto del año en el que hacemos el complicado ejercicio de intentar aventurar qué nos deparará el año que está por comenzar. Entre los que nos dedicamos a alertar de las graves consecuencias que tendrá la continuada y deliberada ignorancia de los problemas que está causando y que causará el inevitable declive energético, es moneda común hacer estos ejercicios de prospección, anticipación o adivinación (así calificados según la indulgencia de quien los valora), a pesar de la dificultad intrínseca que comportan y del riesgo de descrédito que se sigue cuando las cosas no van como estaban "previstas". La razón de hacer este ejercicio, a pesar de su dificultad y riesgo, radica en la necesidad que tiene la actual sociedad, infantilizada y acomodaticia, de fijar plazos concretos para reaccionar a los problemas anunciados, incluso plazos excesivamente breves (un año, en este caso) para la dinámica propia de los procesos en marcha. Así que, un año más, intentaremos anticipar qué es lo que nos pueden deparar los próximos 365 días, teniendo en cuenta las actuales tendencias energéticas y económicas.
 
    •    Comienzan a notarse la caída de la producción de petróleo: La combinación del declive natural de producción de los campos maduros, los costes crecientes para la producción de nuevos yacimientos y sobre todo la brutal desinversión en el sector provocará que en 2017 la caída en producción de todos los líquidos del petróleo no sea una cosa sutil, sino algo bien marcado y definido. La magnitud de la caída dependerá de cuánto dinero público decida gastarse Donald Trump en el fracking (ver más abajo), pero parece poco probable que EE.UU. dilapide la monstruosidad requerida para evitar que la caída de producción sea ya evidente en 2017. Con todo, la caída desde máximos no llegará aún a los 2 Mb/d y por tanto los medios especializados lo considerarán un simple bache que puede ser remontado. Es decir, 2017 aún no es el año del reconocimiento público del peak oil, aunque seguirá ganando fuerza el hablar de la falacia del peak demand.
    •    EE.UU. lo apuesta todo al fracking: Dado el gabinete que ha configurado Donald Trump y su apuesta por relocalizar toda la actividad productiva posible a su país, y teniendo en cuenta la cantinela sobre la presunta abundancia energética de los EE.UU. de los últimos años, es más que probable que la nueva administración norteamericana apostará fuerte por el relanzamiento del extractivismo en su suelo patrio. Eso implicará una relajación de la regulación y de los impuestos a pagar por las empresas extractivas, y en el caso concreto del petróleo eso afectará con fuerza a las explotaciones en el mar, en la Reserva de Alaska y a las múltiples explotaciones de fracking. Pero estas últimas son desesperamente ruinosas, con lo que el propio Estado, mediante créditos blandos y otros mecanismos financieros, financiará los costes de exploración y desarrollo. Lógicamente, eso implicará desviar dinero de otros sitios, pero si como prometió Trump EE.UU. se repliega militarmente (o cobra peaje por su protección a sus vasallos) la cosa puede durar un tiempo. Esta financiación pública puede camuflar el efecto del peak oil durante todo 2017, e incluso la producción de LTO podría recuperar su máximo histórico.
    •    Recesión, por fin: Una de las cosas que puede precipitar el fin del apoyo público estadounidense al fracking es el comienzo de una nueva crisis económica (aunque, por poner las cosas en su justa medida, tengan en cuenta que desde este blog llevamos vaticinando esa crisis desde finales de 2014 y aún no ha asomado su pata en Occidente). A pesar de la mucha tensión financiera acumulada en el sistema y otros problemas, dadas las tendencias actuales no creo que la recesión se manifieste en Europa hasta finales de 2017; pero cuando llegue lo hará con fuerza, con quiebras de algunos bancos importantes.
    •    Auge del populismo: Europa se enfrenta a nuevas citas electorales clave, como las presidenciales francesas, y algunas elecciones menores podrían acabarse convirtiendo en cuestiones de confianza de más de un gobierno. La manera en la que se gestione el Brexit puede desencadenar nuevos conflictos. Entre tanto, los problemas con los refugiados y los atentados de corte islamista harán que la xenofobia y el populismo ganen cada vez más peso político.
    •    Nuevas guerras: El escenario bélico global seguirá extendiéndose, y el año que viene se añadirá un conflicto armado en al menos un nuevo país clave en el juego geostratégico de los recursos. Cuál es difícil de saber, aunque algunos como Nigeria (aquí sería más bien una escalada) tienen más bazas. Conviene no perder de vista tampoco Venezuela, donde las tensiones son crecientes, aunque espero que en este caso los problemas no tomen la forma de una guerra civil y más bien sean revueltas.
    •    El cambio climático no descansa: La situación con el hielo ártico y antártico no va a mejorar, sino que más bien tenderá a empeorar. Si se consolida el cambio de fase observado este año, el descenso de la cobertura del hielo marino global podría acelerarse. Las temperaturas globales seguirán su lenta pero decidida ruta de ascenso, y probablemente se vivan nuevos fenómenos extremos locales.
    •    Cierre de este blog: Aunque este blog no es demasiado simpático para ciertas personas, aún es demasiado pronto para su cierre.

En resumen: 2017 será un jalón más del declive energético que ya ha comenzado, y no podemos descartar que durante el próximo año se produzcan algunas perturbaciones importantes.

Salu2,
AMT

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