Represión sexual y dominación social


El malestar psíquico individual debiera ser contemplado en paralelo y de manera correlativa al cuestionamiento de la sociedad en la que vivimos, teniendo en cuenta el impacto de la represión en el mismo nacimiento, a lo largo de la crianza y durante toda la vida humana. No hay otro modo de abordar el malestar individual que el de entender las causas que en última instancia lo producen: la represión sexual, el desquiciamiento psicosomático consiguiente, y las relaciones de dominación-sumisión.



Haciendo invisible o descafeinando el proceso represivo de la socialización, sus consecuencias se pueden atribuir a algún tipo de fallo individual, del que se nos hace individualmente responsables o culpables, y que la psicología debe ayudarnos a resolver: somos las personas las que tenemos que cambiar, madurar, crecer, alfabetizarnos, controlar nuestras emociones, ser positivas, desahogarnos, comunicarnos emocionalmente, recolocar las emociones, etc., para dejar de 'sentirnos mal'. El mundo es maravilloso y ser felices depende sólo de que 'hagamos los deberes'. Ahora somos 'culpables' de no hacer los deberes, de no madurar, de no crecer emocionalmente etc.; hablando en plata, de no retorcernos las tripas para adaptarnos. Así como siempre, la culpa es de la victima, no del Poder que inflige el sufrimiento a la victima. 
Con la culpabilización de la víctima, el proceso represivo se hace invisible al tiempo que se invisibiliza el Poder y el tipo de sociedad patológica en el que nos socializamos.
La ocultación de la represión es quizá su aspecto más dañino: el no saber de las secuelas de la presión y re-presión ejercida desde afuera, hace posible que nos sintamos culpables del malestar interior que sufrimos. Si el proceso de represión fuese visible, evidentemente no nos sentiríamos culpables del malestar interior.
El sentimiento de culpabilidad que subyace en nuestra psique, es entonces, ante todo, una consecuencia inmediata de la ocultación de la represión inicial, que es también una ocultación del tipo de sociedad a la que nos tenemos que adaptar.
La ocultación de la sexualidad y de su represión desde el inicio de nuestras vidas, es pues imprescindible para que no se descubra el tipo de sociedad en la que vivimos, y para que la crítica social se desplace hacia el cuestionamiento de la persona; y entonces, que la lucha social deje paso al mercado de terapias individuales.
No hay en este mundo nada más subversivo del orden social, que ser consecuente con los sentimientos, cuando éstos están anclados y enraizados en el latido visceral.
Las emociones, en la medida en que originariamente se producen para acompañar las pulsiones de nuestros sistemas orgánicos, y para facilitar y contribuir al comportamiento más conveniente para los cuerpos; es decir, en la medida en que forman parte de la autorregulación de la vida humana, resultan inconvenientes para el sistema social represivo, y por eso su producción, empezando por la misma emoción erótica y terminando por la cólera y la rabia más profundas, deben ser controladas y re-codificadas.


Extraído de 'La sexualidad y el fundamento de la dominación' de Casilda Rodrigáñez.
Web de Casilda Rodrigáñez - Publicado en: decrecimiento.info _ Imagenes: leonid afremov - ‪Revista La Barraca‬





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