¿Por qué hay que bañarse en los bosques?

Henry David Thoreau, uno de los escritores que de manera más profunda plasmó las impresiones de su vida de paseante entre los bosques, explicaba que cuando se encontraba con dudas existenciales y no sabía para dónde tirar, “en lugar de acudir a un erudito, visitaba ciertos árboles”.

Por: Antonio Iturbe

Da gusto pasearse por los bosques del Parque de Yosemite, acechado de manera angustiosa estos días por el fuego de los incendios, de la mano del pionero del conservacionismo John Muir. Muir, que consiguió para Yosemite la consideración de Parque Natural y de hecho fue su cuidador durante años. Capitán Swing ha publicado sus Escritos sobre naturaleza, menos trascendentes que los de Thoreau pero muy vividos, donde nos acerca el palpitar de cada roca y cada árbol. En sus largas caminatas duerme en mitad del bosque en una cama king size de súper lujo: “He preparado mi nueva cama, suntuosa y deliciosamente perfumada de hojas de abeto, rellenando mi almohada de una gran variedad de dulces flores”.
Roca Editorial acaba de publicar "El poder del bosque" del Dr. Qing Li, donde se explica con datos y argumentos convincentes que, más allá de la inspiración que uno pueda encontrar en la naturaleza, los “baños de bosque” (shinrin-yoku) son una terapia para la salud con beneficios cuantificables y mesurables: desde reducir el nivel de azúcar en sangre a potenciar el sistema inmunitario y sus células NK, que combaten otras células indeseables como las cancerígenas. El shinrin-yoku se ha convertido en un fenómeno editorial. Con el mismo título, Shinrin-yoku, hay libro en editorial Planeta de Héctor García y Francesc Miralles; y otro en Ediciones del Lince de Anette Lavrijsen. Y vendrán más: Alianza publicará en octubre Un baño de bosque de Éric Brisbare, con el subtítulo: “Una guía para descubrir el poder de los árboles”.
Aprovecho que viene por Barcelona el Dr. Qing Li para hacerle una visita. Lo encuentro en la terraza del hotel Alma, bien surtida de árboles, desde los más exóticos a uno de esos modestos —y resistentes— plátanos de sombra que habitan en las calles de Barcelona. Me recuerda la importancia de los modestos árboles urbanos: “Un solo árbol puede absorber 4,5 kilos de polución al año. Un estudio hecho en Washington mostraba que la cantidad de polución que eliminan los árboles en la ciudad equivale a quitar 274.000 coches de las calles”.
Lo que John Muir o Thoreau intuyeron hace más de un siglo, los científicos como Qing Li andan ahora corroborándolo. Me sigue dando datos de sus experimentos con ejecutivos estresados y su mejora del sistema inmune tras los baños de bosque. Me habla de una hermosa palabra china adoptada en Japón, “yugen”, que habla “del profundo sentido de la belleza y del misterio del universo que percibimos en la naturaleza”. Pero me insiste “¡Yo soy científico, no poeta!”. Quizá no sea tanta la diferencia. Si el siglo XX fue el de la tecnología, el XXI tal vez será el siglo del medio ambiente.

Fuente: http://www.librujula.com/actualidad/2205-shinrin-yoku-banos-de-bosque
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Los poderes curativos de la naturaleza. Crece la convicción de que caminar por el bosque reduce el estrés.
Mientras que el interés crece en acampar, más y más compañías están ofreciendo opciones en Nueva York. Alquiler de carpas en Governors Island. (Ramsay de Give for The New York Times.)

Por Matt Wasielewski
 
Robert Zarr ve los síntomas a cada rato. Por lo general se trata de un adolescente estresado y ansioso, o un niño con sobrepeso. Afortunadamente, hay una receta simple. “Extiendo al menos una receta o más al día; en realidad dejo que el paciente la escriba”, dijo Zarr, un pediatra en Washing­ton, a The New York Times. ¿La cura? Salir.
 
Zarr es parte de un creciente grupo de doctores y científicos que abogan por estar al aire libre como tratamiento para males físicos y mentales. Su organización sin fines de lucro, Park Rx America, creó un sitio en Internet que ayuda a doctores a encontrar parques locales y escribir recetas personalizadas con la ubicación de un parque, el tipo de ejercicio y la duración.
El baño en el bosque aboga por los beneficios de pasar un tiempo tranquilo en el bosque. Parque Estatal Jedediah Smith Redwoods en California. (Andy Isaacson for The New York Times.)
 
Algunos estudios han sugerido que pasar tiempo en la naturaleza, específicamente en bosques, podría reducir el estrés y la presión arterial, mejorar la variación de la frecuencia cardíaca y reducir los niveles de cortisol.
No todos los investigadores están convencidos de los poderes curativos del bosque, pero Hiroko Ochiai sí lo está.
“Por lo general exhorto a los participantes a que se sienten o acuesten en el suelo del bosque y escuchen los sonidos”, dijo Ochiai, cirujana en el Centro Médico de Tokio, capacitada en terapia de bosque.
La tradición japonesa del shinrin-yoku, o baño de bosque, aboga por los beneficios saludables de estar en tranquila comunión con la naturaleza, y se ha abierto paso a Occidente. La Asociación de Terapia de Naturaleza y Bosque ha certificado a más de 300 personas en todo Norteamérica para ser guías de terapia de bosque, entre ellas psicoterapeutas, enfermeras y doctores.
Amitha Kalaichandran, una doctora en Ottawa, Canadá, encontró cierta medida de tranquilidad cuando ella misma probó el baño de bosque. Ella y otras 10 personas partieron en una caminata guiada, consciente y muy lenta a través del bosque.
“Salí sintiéndome relajada y más en paz”, escribió en The Times, “aunque con al menos dos docenas de picaduras de mosquitos que parecían inmunes al repelente”.
Algunos investigadores han sugerido que químicos emitidos por los árboles, los así llamados fitoncidas, tienen un efecto fisiológico en los niveles de estrés. Otros señalan los sonidos del bosque —aves que trinan y el crujir de hojas— como el bálsamo.
“El mundo natural hipersónico puede ser reconfortante y las cosas siempre se mueven, incluso si nosotros estamos quietos”, dijo Ochiai.
Los estadounidenses no están esperando a que los médicos les ordenen salir. De acuerdo con Kampgrounds of America, el año pasado acamparon 2,6 millones de hogares estadounidenses más que en 2016.
Ha surgido una multitud de compañías para ofrecer un escape a los neoyorquinos estresados. Camp Rockaway comenzó a ofrecer una experiencia de campamento temporal en Fort Tilden, en el barrio de Queens, el otoño pasado; este año, la compañía está montando una docena de tiendas de campaña en el patio de un antiguo edificio de sauna público estilo Art Decó, cerca de la playa.
Kent Johnson, quien dirige la compañía, dijo que el argumento de venta principal era la fogata comunitaria, donde gente de todos los ámbitos asa malvaviscos y charla. “Realmente es un antídoto para la adicción al teléfono celular”, dijo.
La ciencia todavía no llega a un consenso, pero podría ser un antídoto para mucho más.

Fuente: The New York Times

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