Confinamiento en animales: así responde la naturaleza ante riesgos sanitarios

A lo largo de la historia, la especie humana ha sucumbido a los estragos del tifus, la peste, la disentería o las gripes aviar y porcina, entre muchas otras epidemias. Pero no somos los únicos, también otras especies animales han tenido que hacer frente a catástrofes de la misma índole que han puesto en jaque su futuro. Un buen ejemplo de ello es el de los anfibios, que tienen repartido por todo el mundo un enemigo común: el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, el responsable de la quitridriomicosis, una enfermedad que ataca la piel de las numerosas especies pertenecientes a este grupo.

Elena Martínez Batalla

Se trata de una afección letal tanto para ranas, como para tritones o salamandras, pues todos ellos utilizan la piel tanto para hidratarse como respirar. Hasta la fecha, se estima que la gran expansión de este hongo ha provocado el declive de unas 500 especies de anfibios y la desaparición de 90 especies más de este mismo grupo en los últimos 50 años.
La situación es alarmante, si bien los animales no son, en este caso, los responsables de haber llegado a este punto. La culpa la tienen el comercio de especies y la globalización, que han contribuido enormemente a la expansión de B. dendrobatidis.
Sin embargo, según un artículo publicado recientemente en National Geographic, en otras ocasiones algunas especies animales sí que han sido capaces de frenar la expansión de epidemias gracias a la agudización que han sufrido algunos de sus sentidos como resultado de la evolución.
Las abejas eliminan sus larvas afectadas por la ‘loque americana’ antes de que nazcan (ARS / WP)

Así, las especies han aprendido a identificar y a alejarse de los enfermos de su grupo, lo cual tiene mucho mérito teniendo en cuenta que, a diferencia de nosotros, no gozan de test que les informen del estado de salud de sus homólogos. En algunos casos los animales son capaces de saber si un individuo está enfermo incluso antes de que los signos cualquier enfermedad sean visibles.
Uno de los ejemplos más claros es el de las abejas, que son capaces de controlar la ‘loque americana’ deshaciéndose de las larvas infectadas por el bacilo Paenibacillus larvae -el causante de esta enfermedad-, que huelen a una feromona con la que estos insectos están muy familiarizados.
Otro ejemplo es el de los chimpancés, que aunque viven en grupos grandes de entre 20 y más de 150 ejemplares, también son capaces de saber cuando uno de los suyos está enfermo. La primera en darse cuenta de ello fue la primatóloga inglesa Jane Goodall, que en el año 1966 observó, en el Parque Nacional Gombe de Tanzania, cómo un grupo de chimpancés atacaba y expulsaba a uno de sus miembros que había contraído la polio.
Cuando uno de los suyos está enfermo, los chimpancés tienden a apartarlo del grupo (by Marc Guitard / Getty)

Según la experta, sus compañeros habrían advertido alguna deformidad derivada de la enfermedad en aquel ejemplar y por ello decidieron aislarlo. Este fue el primero de los seis chimpancés que murieron ese año en Gombe como consecuencia de un brote de polio transmitida, muy probablemente, por la especie humana.
El comportamiento de estos chimpancés denota gran inteligencia, si bien contrasta con el de otros primates como los gorilas, que parecen ser mucho menos conscientes de los estragos que pueden causarles ciertas enfermedades.
Prueba de ello son los rituales que organizan cuando uno de sus congéneres muere. En estas ocasiones, los gorilas acostumbran a rodear, olfatear e incluso lamer a la víctima, lo que puede conllevar la transmisión de enfermedades como el ébola, que ha afectado y matado a miles de gorilas en África Central.
Por su lado, las ranas de la especie Lithobates catesbeianus, originarias de Norteamérica, utilizan una estrategia parecida a la de las abejas para detectar si los renacuajos están sanos o no. En este caso, si no lo están, los pequeños emiten un olor muy característico y esto permite al resto apartarlos.
También en el agua, la langosta común del Caribe (Panulirus argus), con un gran valor comercial, usa la misma estrategia para evitar la propagación de enfermedades infecciosas entre sus poblaciones. En ratones, en cambio, los ejemplares ‘huelen’ las infecciones a través de la orina de sus congéneres.
Por último, los guppys (Poecilia reticulata), los peces masajistas que nos dejan los pies como nuevos, identifican si sus homólogos están o no enfermos tanto por su aspecto como por el olor que desprenden.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/animaladas-videos/20200325/4885716026/animales-tambien-aislan-evitar-contagio-enfermedades.html  - Imagen de portada:
La quitridriomicosis ha provocado el declive de 500 especies de anfibios y la desaparición de 90 más en los últimos 50 años (Visuals Unlimited, Inc./Michael Ready / Getty)

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