Alerta en la industria minera de Chile por miles de contagios de sus trabajadores

Sindicatos denuncian la falta de medidas para garantizar la seguridad de sus operarios, mientras el gobierno y los empresarios del sector rechazan paralizar el principal motor de la economía del país.

Hace justo un mes –el 6 de junio– falleció el primer minero a causa del coronavirus en Chile. El hombre era trabajador de la Corporación Nacional del Cobre (Codelco), la cuprífera estatal que, con ocho divisiones y 70.000 trabajadores (propios y subcontratados), es la primera productora de cobre del mundo y la compañía que más aporta a la economía chilena. Hoy Codelco registra más de 2.600 operarios contagiados y cinco de las nueve personas fallecidas en el conjunto del sector minero, según cifras de la Coordinadora de Trabajadores de la Minería (CTM).
La expansión del virus en el rubro ha seguido la curva del crecimiento de la pandemia en el país sudamericano. Chile es hoy el tercer más afectado de Latinoamérica, por detrás de Brasil y Perú, y el séptimo a nivel mundial, con más de 285.000 contagios y casi 6.000 personas muertas. La Región Metropolitana es la más castigada, con una tasa de incidencia de 2.730 casos por 100.000 habitantes, seguida de los territorios norteños de Tarapacá y Antofagasta, donde se concentra la industria minera, con tasas de más de 1.600 y 1.300 casos por 100.000 habitantes, respectivamente. Antofagasta es la región del país con la mayor tasa de nuevos casos diarios.
La propagación del virus en el norte del país, que desde principio de junio se ha multiplicado a gran velocidad, ha disparado las alertas del sector. En la última semana se han paralizado las labores de fundición de la planta más grande que tiene Codelco, la de Chuquicamata, que hoy opera a un tercio de su capacidad porque concentra uno de los brotes más importantes de la empresa. La suspensión parcial de labores ha abierto el debate sobre las condiciones de los trabajadores del sector más estratégico para el país.
"No nos escucharon"
"Las políticas de hoy son deficientes y nuestros trabajadores tienen miedo a enfermarse y a morir", critica Patricio Elgueta
Los mineros critican que las medidas implementadas por sus empleadores han sido "tardías" y que la respuesta a la crisis ha sido reactiva. "No nos escucharon al inicio de la pandemia, cuando pedimos resguardos. Las políticas de hoy son deficientes y nuestros trabajadores tienen miedo a enfermarse y a morir porque ven lo que les ha ocurrido a sus compañeros", critica el presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), Patricio Elgueta. El  dirigente solicita un estándar mínimo de seguridad "transversal para todas las compañías" porque, dice, los empleados "están a disposición" de lo que decide cada compañía por su cuenta. En Codelco se redujo la dotación de trabajadores –se excluyeron mayores de 65 años y mayores de 60 pertenecientes a grupos de riesgo–, instauraron el teletrabajo para unas 3.000 persona, se extendieron los turnos, se desinfectaron espacios y se implementaron test rápidos, entre otras medidas. Pero todo esto llegó tarde y hoy ya es insuficiente, según denuncian desde los sindicatos.
Ahora reclaman cerrar 15 días la división de Chuquicamata para sanitizar instalaciones y equipos, y mejorar las condiciones de seguridad de los trabajadores. Su propuesta, pero, ha sido rechazada. "No tenemos riesgos en seguridad, nuestro foco ha sido no exponer a nuestra gente", ha declarado a la prensa chilena el presidente ejecutivo de Codelco, Octavio Araneda. Según él, las dotaciones se han reducido hasta el 50% en algunos casos, pero –precisa– "parar las faenas no asegura que la gente deje de contagiarse", pues considera que la mayor parte de los trabajadores se han infectado en sus días de descanso.
Mario Lobos, vicepresidente del sindicato núm. 2 de Chuquicamata, asegura, en cambio, que el lugar de contagio "es uno de los interrogantes" de la propagación del virus en la cuprífera. Explica que el sindicato recibe muchas denuncias de contagios en las mineras y que han tenido constancia de personas positivas que no han sido aisladas. "Hay 441 trabajadores contagiados solo en Chuquicamata", afirma el sindicalista. Y lamenta: "Ha costado mucho que el gobierno se hiciera cargo de nuestras necesidades". Los trabajadores también denuncian el "hermetismo" de las empresas para entregar los datos sobre fallecidos y contagios y reclaman transparencia a las autoridades.
Alta movilidad y cuarentenas atrasadas
El virus se ha expandido desde el área metropolitana hasta el norte de Chile, donde se ha propagado a gran velocidad. La movilidad de los trabajadores de la industria desde Santiago, epicentro de la pandemia, hasta la zona septentrional ha sido uno de los detonadores del contagio. Según cifras de la Dirección de Aeronáutica Civil, en mayo la cantidad de pasajeros que circuló por el aeropuerto de El Loa, ubicado en la ciudad minera de Calama, región de Antofagasta, fue la segunda mayor de todo el país, solo por detrás del aeropuerto de la capital: 19.300 personas aterrizaron y otras 19.600 despegaron desde el norte. Para "contribuir a la descongestión" y frenar el alza de casos en la zona, esta semana Codelco ha dejado de utilizar el aeropuerto.
Junto con la movilidad, se ha cuestionado el sistema de cuarentenas "selectivas y dinámicas" decretado por el Ministerio de Salud en la zona, que por mucho tiempo excluyó a las regiones del norte. A partir de mayo, dos meses después del inicio de la pandemia en el país, se ordenaron los primeros confinamientos, pero solo en algunos municipios. Hoy en Antofagasta cuatro de las nueve comunidades que forman la región están en cuarentena y tres de las siete de Tarapacá.
"La productividad por encima de la vida"
"Poner más restricciones a la actividad sería catastrófico", ha sentenciado Octavio Araneda
"Nos preocupa el discurso del gobierno que deja claro que la productividad está por encima de la vida de nuestros trabajadores", alega Patricio Elgueta. La dicotomía salud versus economía, de la que tanto se ha hablado durante la gestión de la pandemia en el mundo, está al centro del debate en el rubro de la minería, un sector imprescindible para evitar que la caída económica de Chile sea más fuerte de lo que ya se pronostica. "Poner más restricciones a la actividad sería catastrófico", ha sentenciado Octavio Araneda. "Pasada la pandemia, cada peso que generamos hoy ayudará a levantar nuestro país mañana", ha añadido.
El Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) del mes de mayo cayó en un 15%, sin embargo, ese mismo indicador aplicado al rubro minero creció en un 2%. Pese a menor dotación de trabajadores, la producción de cobre se ha mantenido, aunque algunas voces advierten que los efectos en la producción se verán a partir del segundo semestre.
Para el economista y fundador del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA), Manuel Riesco, la disyuntiva entre salvar vidas o salvar la economía "nunca fue tal". Riesco opina que "se ha comprobado que los países que actuaron con más energía y radicalidad para contener el contagio son los que más rápido se han recuperado". El investigador, quien fue consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no descarta que sea necesario paralizar 15 días o tres semanas la industria minera para garantizar la seguridad de los trabajadores. "Tendría un impacto significativo en la economía, pero es tolerable porque la prioridad tiene que ser parar los contagios", asevera. Para él, el rechazo a un eventual cierre tiene que ver con "una economía rentista y una elite rentista" que son la principal causa de la desigualdad del país.
A la espera de medidas más radicales para frenar la propagación del virus, los sindicatos mineros presionan a políticos y empresarios para que se escuche "su voz y experiencia" en la gestión de la crisis. Los trabajadores de Codelco incluso se plantean ir más allá y emprender acciones penales contra la cuprífera.

Fuente: Publico.es - Imagen de portada: Mineros trabajan en la mina de cobre "El Teniente" en las montañas de los Andes en Rancagua, Chile, a unos 140 kilómetros al sureste de Santiago. CLAUDIO REYES / AFP / Archivo

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