Argentina: Sequía, ríos sin caudal, langostas: monocultivos

Una intensa sequía amenaza no sólo los cultivos de soja y su transporte por la gran bajante del Paraná, el 2do río más grande de Sudamérica, sino que ahora una invasión de langostas añade un nuevo desafío. Esbozos del futuro a base de desforestación y agroquímicos.
 
Las noticias son de una importante invasión de langostas en la zona norteste de Argentina, llegaron desde Paraguay y ahora se dirigen a Brasil, avanzando unos 150 kilómetros al día. Invasiones que no se conocían desde hacía décadas en Argentina, con la erradicación de de la plaga en 1953. Pero «misteriorsamente» regresaron en 2015. De la misma manera que «regresaron» en Africa y en Asia debido a un exceso de lluvias en el desierto omaní, que les facilitó las condiciones para su propagación. En este último caso la causa establecida es el cambio climático.
El cambio climático creó condiciones sin precedentes para que las langostas se reprodujeran en el desierto generalmente estéril del Golfo Arábigo, según los expertos, y los insectos pudieron entonces propagarse a través del Yemen amenazando la seguridad alimentaria de 10 millones de personas.
Por ahora esta asociación con el cambio climático se hace tibiamente en el sur del globo. Una zona cada vez más desforestada para usar esas tierras para el monocultivo de la soja. Con muchos intereses para que no se vean las consecuencias de la agricultura industrial, el uso de agroquímicos y su impacto en la biodiversidad.
Pero los medios de comunicación argentinos ya empieza a hacer la conexión: «En cuanto a cómo se establece una “nube” como esta, una de las razones que más incide es el factor climático: el clima cálido y seco facilita su formación. Otro motivo es la eliminación de los enemigos naturales de las langostas, como pájaros, ranas, hongos y bacterias, en parte explicado por el uso indebido de insecticidas«.
Y no nos olvidemos: la desforestación emite CO2 y es un factor clave del calentamiento y, al igual que los agroquímicos, aniquila la biodiversidad.
Una «buena noticia» es que cuando lleguen a Brasil las langostas no van a tener mucho que comer por la escasez de lluvias que sufre la zona, dado que la sequía que afecta al estado brasileño de Río Grande do Sul ha provocado la pérdida de más de la mitad del cultivo de soja y del 40% del maíz, cultivos que convierten al estado en el tercer mayor productor de granos en Brasil. El cálculo es que las pérdidas en toda la cadena, incluidas la industria alimentaria y otras relacionadas con el campo, alcanzan los 6.700 millones de dólares. Veremos a cuánto ascienden los daños añadidos por los insectos.
Estas sequías sin precedentes, tienen al segundo río más largo de Sudamérica, y que transporta habitualmente un caudal colosal de 16.000 m3 por segundo, el río Paraná, con la peor bajante en 50 años. En la cuenca del Paraná-Paraguay viven cerca de 75 millones de personas. Abarca la zona más urbanizada de Sudamérica y su población crece a razón de aproximadamente un millón de habitantes por año. En ella se encuentran varias de las ciudades más pobladas del subcontinente, como São Paulo, Buenos Aires, Curitiba, Campinas y Rosario.
Tal es así que han tenido que instalar bombas suplementarias para proveer de agua potable a una de las ciudades más grandes de Argentina: Rosario. En abril la altura del río en dicha ciudad se ubicaba en los 0,4 metros, el guarismo más bajo desde 1971, y sin antecedentes para abril desde que comenzaron los registros en 1884. Para tener una referencia, el mínimo calado para garantizar el paso de buques es de 2.47mts. La imposibilidad de navegación está provocando también serias pérdidas económicas al sector exportador de la zona, el complejo sojero.
La situación mejoró algo en junio, el Paraná contaba con 1 metro a la altura de Rosario, luego de haber tocado los 8 centímetros las dos semanas anteriores. Aumentó el ingreso de buques a los puertos del Gran Rosario, pero cayeron las toneladas cargadas. Pero el problema con el agua potable no es un caso aislado, en la provincia del Chaco el agua potable disminuyó un 25% y en otros puntos se han tenido que instalar bombas auxiliares para la provisión de agua potable como en Concordia y Santa Fe.
» Hace más de seis meses que algunos sectores del norte argentino vienen presentando un déficit de precipitaciones. Está lloviendo muy poco, tanto en las provincias del país, como en Paraguay, y el sur de Brasil. En algunos sectores se dan condiciones de sequía extrema», contó Cindy Fernández, del Servicio Meteorológico Nacional argentino.
Nuevamente el cambio climático
El ingeniero Juan Borus, del Instituto Nacional del Agua (INA) de Argentina detalló algunas de las cuestiones que explican el momento actual. “Nos estamos empezando a acostumbrar a la tremenda variabilidad climática, yo creo que es razonable asociarlo al cambio climático, la manifestación más clara es esta variabilidad, que hace que pasemos de situaciones de muy poco a situaciones de mucho y al revés” dijo.
«Esta situación se viene gestando desde el año pasado, empezó en el río Paraguay, en Formosa tuvimos un descenso desde abril hasta noviembre de más de 8 metros. El nivel de agua bajó eso durante todo ese tiempo, la más persistente de la historia. Está fluctuando en aguas bajas, el aporte es mínimo y se suma (los problemas de la) alta cuenca del Paraná, que por tercer año consecutivo no tiene subida estacional de verano y tiene escasa participación del río Iguazú, que es el que nos salva y a veces nos castiga. Es increíble lo que pasa en Cataratas, con caudales de 200 metros cúbicos cuando teníamos 1600», destacó.
Asimismo, dijo que es una bajante que se puede dar si confluyen un montón de situaciones, que son las que se están dando ahora, todas las cuencas de aporte al río Paraná están en situación de aguas bajas.
El Centro de Investigación de Recursos Naturales, dependiente del INTA, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria- señaló que el hecho es extraordinario no sólo por la baja en caudal y altura, sino por los meses de persistencia. El Director de este organismo, Pablo Mercuri,  explicó que las consecuencias se sentirán en el ecosistema costero de todo el Paraná, y afectará a la biodiversidad. “Muchas veces lo que ocurre después de estos procesos de bajantes prolongadas es la aparición de especies vegetales invasoras”, expresó.
Como plantea el Instituto Nacional del Agua, la futura evolución de los niveles en este tramo del río dependerá fuertemente de la distribución espacial y montos de las lluvias. Las perspectivas meteorológicas no se ven favorables, esperándose una persistencia de días con lluvias acotadas o escasas. De hecho, de acuerdo al Servicio Meteorológico, «no hay indicios de que se produzca un cambio sensible en la tendencia climática regional en el trimestre que finaliza el 31 de agosto”.
Recientemente publicamos un informe que demostraba que se superpondrían hasta 6 impactos superpuestos del cambio climático en las poblaciones humanas en el próximo siglo. Esto que narramos es un claro ejemplo.
En lo más básico la conclusión de este sinnúmero de acontecimientos que se suceden al mismo tiempo es que construimos un sistema que se devora a sí mismo. Pensamos que desforestar y plantar soja era la solución al atraso económico de América del Sur. Y tristemente se sigue pensando. Más soja, es más desforestación, más calentamiento, más agroquímicos, menos biodiversidad, menos pájaros e insectos para combatir las plagas, que finalmente terminan por hacer inviable cualquier producción. De alguna forma la naturaleza se regula a si misma. Pone los límites que somos incapaces de imponernos nosotros cegados por la codicia extrema. Hasta poner la misma seguridad alimentaria de la humanidad en juego.

Fuente: Clima Terra

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