Con un robot submarino encuentran mil bidones radiactivos frente a las costas de Galicia y habría más de 200 mil

Después de más de treinta años, una misión con innovadora tecnología estudia las profundidades del océano y el impacto de los desechos. Los detalles de la investigación: Los residuos representan una de las principales amenazas para la biodiversidad marina. Pero especialmente los radioactivos. Por ese motivo, el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), el prestigioso centro de Francia, ha planificado una misión para estudiar los que se esconden en las profundidades del Atlántico nororiental.

 
Por: Pedro Molina.

En su primer día de exploración a unos 1.000 kilómetros de las costas de Galicia han encontrado más de mil bidones con material radiactivo a 4.500 metros de profundidad. Y eso que el robot submarino, el vehículo autónomo a cargo del rastrillaje, aún no ha llegado a los 6.000 metros como puede conseguir.

La expedición se realiza desde el buque francés L’Atalante, donde se encuentra un grupo interdisciplinario de expertos, y se calcula que este primer avistaje de bidones es apenas una mínima fracción de lo que continuarán encontrando en los próximos días.
El material radiactivo en las profundidades del Atlántico
Según el CNRS, entre 1946 y 1990 se han arrojado más de 200 mil bidones con material radiactivo al océano Atlántico nororiental, provenientes de diferentes países.
El Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer) y la Autoridad de Seguridad Nuclear y de Radioprotección (ASNR) también forman parte de esta investigación en aguas internacionales. El objetivo es cartografiar la zona y entender el impacto de la radiactividad en la llanura abisal, así como las interacciones con los ecosistemas marinos. Uno de los responsables del equipo es el geólogo marino español Javier Escartín. CNRS

El proyecto Nodssum recién está en su primera etapa de exploración. Los científicos han escogido las aguas frente a las costas gallegas porque se trata de un terreno relativamente llano, donde no hay volcanes ni fallas como en otras zonas del Atlántico. De esta forma, el robot, que está realizando sus primeras inmersiones, logra desplazarse con mayor facilidad y fotografiar los hallazgos.
Para entender el impacto de los bidones, desde el buque se coordinan otro tipo de actividades. Cuentan con instrumentos para evaluar los efectos en peces y crustáceos, dispositivos especiales para realizar tomas de sedimentos o muestreos de agua y se colocan corrientómetros para medir los flujos marinos de la zona. Por el momento, no hay un acercamiento directo a los bidones y los resultados más contundentes llegarán luego de diferentes estudios en los laboratorios.
¿Qué se podrá encontrar en la misión?
La segunda etapa será en 2026, todavía sin fecha a confirmar, cuando se utilicen dos nuevos vehículos bajo el agua para muestreos dirigidos. Uno será operado a distancia y el otro será un submarino tripulado.
El desarrollo de nuevas tecnologías permite avanzar en un campo de investigación que todavía es nuevo para la ciencia. De hecho, la última misión homologable de estas características ha sido hace más de 30 años.
La aparición de los mil bidones en su primer día es apenas la punta del iceberg de la investigación. Luego de tantos años, el proyecto Nodssum posiblemente arroje luz sobre el impacto de los residuos radiactivos, escondidos desde hace décadas bajo el agua. Su origen es la intensa actividad industrial, así como las centrales nucleares. El uso del océano como un cubo de basura, una práctica universal hasta hace unos años, tiene consecuencias. Y próximamente las conoceremos mejor que nunca.


Fuente: https://share.google/QYEVZDNIM4NtwL4RR

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