Argentina: ¿Van a dejarnos algo sin romper?

Imaginá que te subís a tu bicicleta: te ajustás el casco, cargás la botella de agua y empezás a pedalear a un ritmo constante de 20 km/h. Pasás la primera hora de recorrido y doblás a la izquierda, realizas otra hora y un nuevo giro a la izquierda, que repetís por tercera vez para completar un recorrido en forma de cuadrado, sumando un total de 80 kilómetros de perímetro. Te llevó 4 horas de pedaleo continuo. Ahora, imagina que, durante cada uno de esos 80 kilómetros, cada metro, cada minuto, lo único que ves a tu alrededor es pura desolación: animales muertos, árboles quemados, humo envolviendo todo. Ese paisaje que antes conocías y amabas está reducido a cenizas. Eso es lo que está pasando en Córdoba en este mismo momento. Esos 80 kilómetros son apenas el perímetro de las 40 mil hectáreas que ya se habían incendiado a mitad de la semana que pasó, una superficie equivalente a 56 mil canchas de fútbol.

¿AHORA QUÉ?

Los incendios forestales y de humedales ya son viejos conocidos en nuestro país. Por supuesto, un gobierno que niega la crisis climática o prohíbe usar la palabra biodiversidad no va a mejorar la situación, ni se anticipan inversiones en el manejo y prevención del fuego.  La ley de bosques, eterna desfinanciada en los presupuestos nacionales, recibirá en 2025 el menor presupuesto desde su creación en 2007: apenas un 2,5% de lo que debería recibir.
Frente a esta situación, lo primero que podemos hacer es informarnos y ayudar con lo que esté a nuestro alcance a los brigadistas y organizaciones que estén en la línea de fuego, intentando salvar lo que queda de bosque nativo, evitando que llegue a hogares y que siga matando animales de maneras horribles.
Humedales y bosques superan la grieta
Transcurren tiempos difíciles, lo sabemos y lo sentimos. Tiempos de agotamiento. Tiempos que llevan a adoptar la estrategia de “alejarse del dolor” como mecanismo de autodefensa ante tantas problemáticas simultáneas¹. Tiempos donde nos preguntamos ¿Qué nos agota más, el negacionismo desde lo ideológico o la falsedad expresadas en un negacionismo de hechos? Es agotador sentir que no hay interés genuino de ningún color político por poner ciertos límites a la destrucción ambiental.  ¿Por qué hacemos esta reflexión? Porque mientras las sierras de Córdoba se incendian, los negocios a lo largo y ancho del país para rematar los remanentes de territorios naturales que nos quedan no paran.
Durante agosto de 2024, el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Berazategui, al sur del Gran Buenos Aires, aprobó el relleno de 200 hectáreas de humedal para construir un barrio privado. Los votos vinieron de ambos lados de la grieta política. Si nos vamos hacia el norte, diez años atrás, un estudio estimaba que ya había alrededor de 100 urbanizaciones cerradas en la cuenca del Río Luján, ocupando 10.000 hectáreas de ecosistemas asociados a humedales². Los que ganan son siempre los mismos, los que pierden también. Pero no se trata de ganar o perder, sino de la desaparición absoluta e irreparable de espacios invaluables en términos sociales y ambientales.
Los humedales, como los de la costa de Hudson, son parte del patrimonio biocultural de la región. Las urbanizaciones cerradas de baja densidad fragmentan el territorio, afectando a la biodiversidad y reemplazando especies nativas por césped y árboles exóticos que requieren herbicidas y fertilizantes. El avance de la impermeabilización del suelo, su esterilización y la construcción de barreras ambientales, desprecian la flora y fauna autóctona. Lo que alguna vez fueron ambientes heterogéneos, ricos en diversidad, necesarios para especies que requieren distintas zonas para funciones como refugio, alimentación, descanso y reproducción, quedan simplificados al máximo o desaparecen por completo³.
Últimamente, parece que ya no importa hablar de estas injusticias; se ha instalado con relativo éxito la falsa disyuntiva de que hay otras prioridades. Este argumento afecta incluso a quienes más nos importan estos temas. Frases como "El hambre es lo primero a solucionar" o "¿Cómo te vas a preocupar por estas cosas?" son comunes, como si alguna vez, un solo problema complejo haya sido solucionado de manera simplista, sin considerar la multicausalidad del conflicto.
No podemos caer en estas falsas discusiones. El ambiente no es un problema a solucionar solo cuando los demás hayan sido resueltos. No lo es porque no existe una naturaleza "afuera" que debamos defender: nosotros, nuestros cuerpos, ciudades, barrios y vidas transcurren dentro de ella. Defender el ambiente es defender el derecho lógico e irrestricto a una vida digna: un arroyo limpio, una plaza cercana, respirar aire puro. Así como lo ambiental jamás debe ignorar lo social, ningún problema, por grave que sea, se soluciona ignorando el factor ambiental.
Los humedales son un claro ejemplo de cómo, a ambos lados del espectro político, no ha habido una voluntad genuina para proteger a los ecosistemas naturales. Por supuesto no todo es lo mismo, pero en términos prácticos, los humedales siempre son víctimas de intereses especulativos que terminan prevaleciendo sobre las demandas a un ambiente sano. Según el informe de Ramsar, a nivel global hubo una disminución aproximada de un 35% en las áreas de humedales naturales, tanto marinos/costeros como continentales, entre 1970 y 2015⁴. En nuestra región, estos procesos se han intensificado, como se muestra con las quemas intencionales en el Amazonas y el Delta del Paraná. En 2022, luego de un 2020 récord en términos de incendios, se quemaron alrededor de 380.000 hectáreas en la región del Delta⁵. Casi 19 veces el tamaño de la Ciudad de Buenos Aires (203 km²), el equivalente a más de 500 mil canchas de fútbol. ¿Esas comparaciones nos sirven para medir la magnitud del daño? Nuestro cerebro no está hecho para realmente comprender el tamaño de cifras tan grandes. Tal vez, antes de pensar en números y cifras, deberíamos preguntarnos: ¿Qué se pierde cuando se pierde un humedal?

Coronillo (Scutia buxifolia) cercano al siglo de vida, Celestino (Thraupis sayaca) y mariposa ochenta chica (Diaethria candrena). Un poco de todo lo que se puede perder por el avance inmobiliario en los humedales de Hudson. Fotos: Cemborain Gonzalo y @Victoriaprsd

¿De que se habla cuando se habla de un Humedal?
Probablemente, todos hemos escuchado alguna vez hablar de los humedales. Tal vez sepamos que representan el 21,5 % del territorio argentino⁶ o que el 85 % de los humedales existentes en el mundo a comienzos del siglo XVIII se han perdido. Seguramente, hemos leído que son ecosistemas con suelos saturados de agua, ya sea de forma permanente o semipermanente, y que brindan beneficios fundamentales para el desarrollo de la vida y nuestras sociedades. Al investigar un poco más, encontramos definiciones más complejas⁸ que los describen como ambientes donde el agua, ya sea temporal o permanente, genera flujos biogeoquímicos únicos y que se caracterizan por su biota adaptada, como las plantas hidrófitas, y suelos especiales⁹. Gracias a su ubicación y al agua que almacenan, estos ecosistemas de transición entre tierra y agua brindan beneficios a más de mil millones de personas y son el hogar del 40% de las especies animales y vegetales del planeta¹⁰.
Sin embargo, a pesar de tanta terminología y datos que escuchamos, ¿realmente llegamos a comprender lo que significa un humedal? A diferencia de los bosques o las selvas, los humedales parecen tener una imagen difusa en nuestro imaginario colectivo. Aprendimos de su importancia, pero aún no logramos identificar bien que son: ¿son solo tierras pantanosas o inundables? ¿Existen en todo el país? ¿Podríamos estar viviendo sobre uno sin saberlo? Hablar de humedales es mucho más que enumerar sus características ecosistémicas. Para empezar a entenderlos, necesitamos mirarlos de cerca, reconocerlos y apreciar las múltiples formas en las que aportan valor, desde lo ambiental hasta lo social. Por eso, nos surge la pregunta: ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de un humedal?
Hablar de humedales es hablar de junglas y pantanos, pero también de pastizales húmedos y tierras agrícolas. Es hablar de biodiversidad y de la producción de alimentos, pero también de señores buscando polderizar territorios para aumentar la productividad a cualquier costo, de incendios interminables y monocultivos que arrasan con la vida. Hablar de humedales es hablar de ríos, arroyos y cursos de agua, de aves e insectos que dependen de la flora nativa para sobrevivir. Pero también es hablar de refulados y rellenos, de proyectos inmobiliarios que borran lo que existía antes¹¹. Es hablar de arroyos entubados, animales desplazados, jardines de puro césped y carpinchos reclamando su espacio en countries, enfrentados en una lucha injusta y desigual, donde siempre pierden los mismos.
Hablar de humedales también es mirar al norte, hacia la puna, donde se extienden los salares, lagos y lagunas, esos humedales altoandinos que actúan como refugios vitales de agua en medio de zonas áridas. Pero también es hablar de minería y transición energética, de territorios ancestrales y paneles solares, comunidades Koya y autos eléctricos. Todos ellos convergen en una discusión compleja, en la que el derecho al consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas y las comunidades locales debe ocupar el centro del debate.
Hablar de humedales es cruzar el país para hablar de turberas, uno de los sumideros de carbono más eficientes que existen en la Tierra. Ecosistemas milenarios¹² en riesgo debido al cambio climático y la extracción de su tierra para sustratos de cultivo. Por lo tanto, hablar de humedales es hablar de servicios ecosistémicos, de valoraciones por encima de los 47 billones anuales¹³, de oportunidades de recreación (más de veinte reservas urbanas en Gran Buenos Aires tienen ecosistemas de humedal), de turismo¹⁴ . Pero también es hablar de valores intrínsecos, de sentidos de pertenencia, y valoraciones espirituales. Nos llevan a hablar de la economía, de los límites del mercado¹⁵, de los derechos de la naturaleza y de la ética ambiental.
Por último, hablar de humedales es hablar de ciencia y apreciación, de comprender la red compleja de elementos orgánicos y vida desarrollándose en aire, agua y suelo que se entrelaza en múltiples procesos biológicos, químicos, físicos y geológicos. Apreciar la diversidad de formas de vida e interacciones desarrollándose entre el agua y las hierbas de un pastizal.
Un humedal es todo lo mencionado o puede ser la nada misma, un pico de plata parado solo en un horizonte de cenizas, una familia de carpinchos (sus huesos) calcinados en el suelo y procesos ecológicos interrumpidos por siglos¹⁶. ¿Pensar cuál de las dos opciones queremos a la hora de hablar de un humedal no es una discusión importante de tener? Argentina lleva mas de una década de intentos fallidos por tener una Ley de Humedales¹⁷. Se ignora el tratado de la ley como se ignora el humo en los pulmones, la pérdida de biodiversidad y la perdida de todos los valores mencionados.
No podemos pensar el mundo que queremos habitar sin mencionar la palabra humedal. Sin embargo, parecen ser los ambientes más históricamente relegados de nuestras preocupaciones, tal vez su rol está tan entrelazado a nuestras vidas, somos tan dependientes de ellos, que pareciera que los damos por hecho, como quien no valora algo hasta que lo pierde. No solo somos eco-dependientes, somos humedal-dependientes, una discusión seria sobre humedales implica discutir los procesos de urbanización descontrolada, el avance de la frontera agropecuaria y las prácticas de quemas intencionales. Es hablar de crecimiento, desarrollo y divisas pero también hablar de externalizaciones y desigualdad de los impactos ambientales, del avance de desarrollos inmobiliarios y de asentamientos informales, de vertidos residuales y del uso abusivo de fertilizantes, plaguicidas y fármacos. Tal vez, por estos motivos la Ley de Humedales es históricamente cajoneada, porque implica poner sobre la mesa temas que incomodan.
En última medida, hablar de la Ley de Humedales es hablar del modo del que queremos habitar nuestro territorio. Puede que estos tiempos, donde hasta la palabra biodiversidad busca ser quemada de los libros, no sean los mejores, pero en algún momento hay que dar la discusión. Luego de más de una década de proyectos, nos debemos un tratamiento legislativo sobre el tema que aborde una Ley de presupuestos mínimos, fondos para acciones de conservación en humedales, participación ciudadana y un Inventario Nacional de Humedales.
Mientras tanto quedará en cada uno de nosotros construir redes y proteger los remanentes de humedal que quedan. La codicia inmobiliaria y los interés agropecuarios nunca se dan por satisfechos, siempre van a aprovechar de momentos como los que corren para sacar el máximo beneficio posible. Pero no podemos desmotivarnos. De estas tensiones surgen las experiencias de acción colectiva. El conflicto reactiva lo político en el espacio público y funciona como posibilidad de todo proyecto democrático¹⁸. Pueden cargar de nuevos valores y significados a los temas de disputa, permitiendo la construcción de nuevos lenguajes de valorización del ambiente. A esto se lo conoce como la productividad del conflicto, la cual se hace presente al impulsar la acción colectiva, la cual produce una territorialidad, conectando a nivel afectivo a las personas con el territorio. El conflicto ambiental también expresa el descontento de diferentes grupos y comunidades frente al uso, gestión y distribución de bienes  naturales que afectan los modos de vida y ecosistemas de una comunidad o región¹⁹.
Los grupos que se movilizan construyen un nuevo discurso sobre los límites de lo que debe ser protegido. De este modo, la transversalidad del conflicto pone en cuestión nuevos modos de pensar el uso y cuidado del territorio a través de la construcción de nuevas formas de valoración. A través del conflicto podemos finalmente decidir de qué hablamos cuando hablamos de un humedal.

Humedal de la Reserva Ecológica de Vicente López

1 Neurocirujanos y médicos de emergencias suelen adoptar este mecanismo para lidiar con el dolor continuo de las víctimas. Esto le permite tratar con la enorme variedad de sufrimientos que presencian a diario (Rudd et al. 2015. Compassionate detachment:managing professional stress while providing quality care to bereaved parents. Citado en: Goleman. 2023. Optimal)
2 Pintos, P.; Narodowski, P., coordinadores. (2012). La privatopía sacrílega : Efectos del urbanismo privado en humedales de la cuenca baja del río Luján. Buenos Aires : Imago Mundi. (Bitácora Argentina).
3 Ibid: p.82
4 La Convención sobre los Humedales es un tratado aprobado en 1971 en la ciudad de Ramsar que nombra a aquellos humedales de importancia internacional. En Argentina hay 23 sitios Ramsar declarados. Desde lagunas altoandinas hasta zonas costeras y llanuras de inundación. Fuente:  Ramsar. (2018).  Perspectiva Mundial Sobre Los Humedales: p:5
5 Humedales sin fronteras. (2023). https://farn.org.ar/wp-content/uploads/2023/10/TEXTO-incendios-2023.pdf
6  https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/regioneshumedbaja2.pdf
7 Prólogo Fundación Humedales en Regiones de Humedales de la Argentina (2017);  UNLP. Humedales: reservas de vida en peligro de extinción. (2020)
8 Cowardin et al, 1979. De acuerdo a Benzanken et al, no hay una definición consensuada de Humedal y difieren de acuerdo al objetivo con que fueron planteados. Algunos casos fueron ejercicios académicos o de gestión con foco global o regional y otras están inherentemente relacionadas a atributos biológicos o basadas más bien en características geomorfológicas o hidrológicas.
9 “un ambiente en el cual la presencia temporaria o permanente de agua superficial o subsuperficial causa flujos biogeoquímicos propios y diferentes a los ambientes terrestres y acuáticos. Rasgos distintivos son la presencia de biota adaptada a estas condiciones, comúnmente plantas hidrófitas, y/o suelos hídricos o sustratos con rasgos de hidromorfismo. MAyDS. (2016). Citado en:  Elaboración del Informe de Inventario de Humedales de la Cuenca Olaroz – Cauchari en la provincia de Jujuy
10  https://news.un.org/es/story/2022/02/1503462
11  Fernandez et al (2010). La impronta del urbanismo privado. Ecología de las urbanizaciones cerradas en el Área Metropolitana de Buenos Aires
12 https://www.perfil.com/noticias/modo-fontevecchia/patagonia-en-riesgo-por-que-es-crucial-proteger-glaciares-y-turberas.phtm
13 Worth of wetlands: revised global monetary values of coastal and inland wetland ecosystem services
14  Los gastos del turismo internacional alcanzaron un billón de dólares estadounidenses en 2011 (comunicado de prensa de la OMT, 7 de mayo de 2012). La mitad de todos los turistas internacionales viaja a los humedales, en especial las zonas costeras. (Fuente: Destino Humedales)
15 Sandel, M (2013). Lo que el dinero no puede comprar: Los límites morales del mercado
16 https://www.telam.com.ar/notas/202208/602272-restauracion-humedales-rio-parana--incendios-cientificos-ecologia.html
17 https://fund.ar/publicacion/humedales-en-tension/
18 Merlinsky, G. (2020) Toda ecología es política
19 Wertheimer, M. (2020). Conservación de humedales en contextos de disputas por acceso al suelo urbano
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