Ningún animal migratorio está a salvo de los impactos del cambio climático, pero hay formas de ayudarles
El aumento de las temperaturas, la mayor frecuencia y gravedad de los eventos extremos y los cambios en los sistemas hídricos están afectando a las especies migratorias de todo el mundo, alerta un informe de la ONU en el que se proponen medidas para mitigar las consecuencias: La migración animal, uno de los fenómenos más fascinantes y esenciales para la salud de los ecosistemas, tampoco se libra de los impactos del cambio climático. El aumento de las temperaturas globales, los eventos meteorológicos extremos y los cambios en los sistemas hídricos están afectando a todas las especies migratorias, alterando sus áreas de distribución, reduciendo sus hábitats y amenazando la prestación de servicios ecosistémicos a aves, mamíferos terrestres y marinos, peces e invertebrados. Frente a esto, se necesitan redes de conservación transfronterizas y un mejor seguimiento para controlar el éxito y responder en tiempo real.
Eduardo Robaina
El pasado mes de febrero, 73 especialistas —científicos, gestores de fauna, representantes de agencias intergubernamentales y ONG— se reunieron en Edimburgo para discutir los impactos del cambio climático en las especies migratorias. Las conclusiones de ese taller ven la luz hoy con la publicación de un informe de la Convención sobre la conservación de las especies migratorias de animales silvestres (la CMS en inglés, también conocida como Convenio de Bonn).
Este informe pone algunos ejemplos de los impactos que ya se están registrando. Por ejemplo, en Alaska y el Ártico, la sincronía entre la anidación de aves limícolas y la aparición de los insectos con los que se alimentan sus polluelos se está rompiendo, reduciendo el éxito reproductivo.
Otro de los casos que demuestran la magnitud de la problemática ocurre en los océanos. Allí, especies de ballenas como la ballena franca del Atlántico Norte se ven obligadas por el cambio climático a alterar sus migraciones, tomando peligrosos desvíos de sus rutas habituales; el calentamiento global también ha reducido las presas que constituyen su alimento y ha mermado su capacidad reproductiva.
Los eventos extremos, además, están generando una cascada de consecuencias. En 2023, una ola de calor en el río Amazonas hizo subir la temperatura hasta los 41 ºC, causando la muerte de delfines de río y agravando la pérdida de presas. En el Mediterráneo se proyecta que las olas de calor marinas reduzcan hasta un 70% el hábitat de los rorcuales comunes hacia mediados de siglo, además de recortar el rango de los delfines debido a la pérdida de alimento y al estrés por la contaminación.
También sufren los impactos de las olas de calor –a lo que se suman los ciclones y el aumento del nivel del mar– las praderas marinas, ecosistemas que almacenan casi el 20% del carbono oceánico mundial, refuerzan la resiliencia costera y sostienen pesquerías y especies como los dugongos y o las tortugas marinas.
En el Himalaya, la fauna adaptada al frío, como el ciervo almizclero, los faisanes o la trucha de nieve, se ve empujada a cotas más altas, hacia refugios cada vez más pequeños y fragmentados. Según el informe, en algunos mamíferos pequeños se prevé una pérdida de más del 50% de su área de distribución.
El grupo de especialistas también muestra lo que ocurre en India y Sri Lanka, donde los elefantes asiáticos se encuentran atrapados en lo que llaman “embotellamiento de hábitat”: sus áreas naturales se desplazan hacia el este por el efecto combinado del clima y los usos del suelo, pero la falta de corredores impide que puedan seguir esas rutas, lo que incrementa los conflictos con comunidades humanas.
“Los animales migratorios son el sistema de alerta temprana del planeta, y están en problemas”, señala Amy Fraenkel, secretaria ejecutiva de la Convención. “Desde las mariposas monarca, que desaparecen de nuestros jardines, hasta las ballenas que desvían sus rutas nos están enviando una señal clara: el cambio climático ya está teniendo impactos”, alerta la experta.
Medidas viables para mitigar los impactos
La biodiversidad es un elemento indispensable de la vida, también la humana. Por tanto, protegerla es imperativo para asegurar la habitabilidad y el bienestar de todos los seres del planeta. Los elefantes, que contribuyen a la captura de carbono en las selvas tropicales, y las ballenas, que transportan nutrientes esenciales entre cuencas oceánicas, son dos ejemplos de la importancia de la naturaleza.
Más allá de evidenciar los impactos que está teniendo la alteración del clima sobre los animales migratorios, el taller puso sobre la mesa ejemplos de soluciones viables. Entre ellas destacan la creación de corredores ecológicos terrestres, que permiten a las especies desplazarse frente a los cambios de hábitat, y los sistemas de gestión dinámica en el mar, que ajustan la protección de áreas en función de las rutas migratorias de especies como las ballenas.
Además, se subrayó la importancia de integrar el conocimiento científico con los saberes locales e indígenas para diseñar medidas comunitarias de adaptación, así como de invertir en conservación como vía para reforzar al mismo tiempo la biodiversidad y la mitigación climática.
“El taller reforzó nuestra comprensión sobre cómo gestionar las rutas migratorias y eliminar barreras que impiden a las especies adaptarse”, señala el científico Des Thompson, consejero designado por la CMS para temas de cambio climático. “Necesitamos compartir ejemplos de éxito, especialmente aquellos en los que las comunidades locales e indígenas aportan soluciones”.
«El cambio climático no es un factor aislado, sino un multiplicador de riesgos que agrava todas las demás amenazas que enfrentan las especies migratorias, desde la pérdida de hábitat hasta las capturas incidentales», señala en declaraciones a Climática la investigadora Vanesa Tossenberger, una de las participantes del taller.
Para la experta, vicepresidenta de la Fundacion Cethus (ONG centrada en cetáceos), «si bien la mayor parte de los diagnósticos tienen un tono de urgencia y preocupación, creo que hay también un espacio para un mensaje constructivo: las especies migratorias son embajadoras de la cooperación internacional, porque su supervivencia depende de que los países trabajen juntos». En este sentido, asegura que «cada acción positiva —desde reducir emisiones hasta fortalecer áreas marinas protegidas o mejorar prácticas pesqueras— puede marcar una diferencia real».
A poco más de un mes de la cumbre del clima de Brasil (COP30), este taller y su informe resultante ponen en evidencia una vez más que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos crisis ambientales sin precedentes y que requieren de una acción conjunta.
Fuente: https://climatica.coop/animal-migratorio-impactos-cambio-climatico/ - Imagen de portada: Ballenas francas ('Eubalaena glacialis'). Foto: Comisión de Conservación de la Pesca y la Vida Silvestre de Florida, NOAA Research.