Luz roja a HidroAysén


Por Douglas Tompkins, gestor del Parque Pumalín.

Majaderamente, la prensa se ha referido al fallo de la Corte Suprema sobre los recursos de protección contra HidroAysén como una "luz verde" al proyecto. Un primer análisis requiere hacerse la pregunta: ¿Luz verde adónde?
Como yo lo veo, los semáforos son muchos y, eventualmente, siempre se toparán con una luz roja que los hará detenerse. Veamos con calma las luces que se le vienen a este proyecto mal concebido que pretende instalar cinco megacentrales en los principales ríos de la Patagonia. Incluso peor que las represas, está la línea de transmisión de 2.000 km de longitud y 6.000 torres de 70 metros de altura que atravesaría un tercio del territorio nacional, afectaría áreas silvestres protegidas, pueblos, zonas de interés turístico, viñedos y más 15 mil propiedades privadas, reduciendo su valor, haciéndolas invendibles y condenando a los ciudadanos, a lo largo de la línea, a vivir el resto de sus vidas mirando este grotesco escenario.
El impacto de esta eventual línea de transmisión, que la empresa pretende hacer pasar inadvertida con argumentos falaces, está comenzando a entrar en la conciencia colectiva. En todo lugar donde la belleza es un factor, como lo es de manera evidente en el sur, el tendido sólo descontará el valor de la propiedad. Pero, ¿qué podemos esperar de esta empresa cuando su principal ejecutivo considera que la belleza, la contemplación y otras proclividades "irracionales" del ser humano no deben considerarse como un valor a preservar? El que a través del turismo constituye un aporte concreto a la economía regional.
Este proyecto, cuyo rechazo ciudadano supera hoy el 70%, no se ha transformado en una polémica nacional por nada. A lo largo del proceso todos hemos visto ejemplos de situaciones ilegales, cuestionables y comportamientos antiéticos. Agencias gubernamentales cambiando informes y evaluaciones por medio de presión política, campañas propagandísticas millonarias a través de conocidas empresas de relaciones públicas especializadas en maquillar proyectos o desastres ambientales controversiales. Los cuantiosos honorarios legales invertidos por la empresa tratando de superar los enormes vacíos que han presentado en el EIA han develado su fragilidad y apertura hacia la corrupción política y hacia la ideología del desarrollo a cualquier precio.
Si bien se dio esta luz verde temporal al proyecto, al final recibirá una tarjeta roja, pues este proyecto monstruoso viola todo sentido común en planificación, desarrollo energético responsable y no respeta la belleza y los valores escénicos. HidroAysén debe ser reemplazado por un proyecto que sea social y ecológicamente responsable, ajeno a la corrupción y colusión política, que viola y transforma en una farsa el proceso de evaluación de impacto ambiental.
Hasta que no haya un plan energético inteligente, descentralizado, basado en energías renovables, eficiencia y conservación energética, Chile simplemente seguirá la estructura fracasada de todos los países sobredesarrollados en el mundo. Luz verde de ninguna manera.
Fuente: La Tercera. 

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