Los límites de la ciencia

La ciencia, es una actividad humana.  Como tal, nos sirve, en la medida en la que viene a satisfacer nuestras propias necesidades: Por ejemplo, para nosotros los humanos, resulta de la máxima trascendencia, llegar a saber si existe algún otro tipo de vida en el universo, y más concretamente, de si entre toda ella se incluye alguna especie de vida inteligente, a nuestro propio nivel, o incluso, si lo hubiera, a un nivel superior al de la misma, y a ser posible también, averiguando con qué intenciones respecto de nosotros, en el supuesto de que les fuera dado haber llegado a tener noticia de nuestra concreta existencia.

Por Francisco Báez Baquet

Pero he aquí, que una aparente ausencia de vital coexistencia, pudiera responder a una mera circunstancia local, de nuestro entorno más inmediato, al nivel de una extensión de dimensión estelar. Pero esto, a su vez, podría haber surgido, a causa de lo siguiente: una explosión supernova, lo suficientemente próxima, habría podido determinar que tal ausencia vital, hubiera obedecido a una letal radiación, que, sin llegar a afectarnos a nosotros directamente, no obstante, sí habría podido ocurrir lo bastante cerca, como para haber podido privarnos de tal compañía extraterrestre. Al propio tiempo, los estallidos de radiación gamma, que eventualmente suelen surgir, localmente a escala estelar, eventualmente también pueden asumir el rol de “ángel exterminador”, a una escala de dispersión galáctica, pero, al propio tiempo, con una apariencia de universalidad.
Por tanto, es con esa prudencia, con la que hay que contemplar cualquier aseveración respecto de las condiciones reales en las que se desarrolla la actividad vital y científica de los seres humanos, como somos nosotros.
La ciencia, por ello, nos vendría a resultar útil, en consecuencia, en la medida en la que viniera a resolver un problema de comprensión, que fuera importante para nosotros.
La ciencia está construida, bajo la suposición de que las leyes naturales son las mismas, en cualquier parte del universo.
Sin embargo, esa premisa ya no resulta tan evidente, desde el momento en que caemos en la cuenta de que el universo incluye singularidades, esto es, los llamados “agujeros negros”, en los que nadie ha estado, ni instrumento alguno ha podido jamás haber sacado el más mínimo atisbo de información, una vez trascendido el “horizonte de sucesos”, que los delimita.
Antes de alcanzar la singularidad central de los susodichos “agujeros negros”, unas inmensas fuerzas de marea destrozarían por completo a cualquier cuerpo que se deslizase a su través, en el curso de una “congelación” del espacio-tiempo.
En la susodicha singularidad central, rige otra Física -la Mecánica cuántica-, mientras que en el resto del “agujero negro”, y más allá de él, una vez cruzado el “horizonte de sucesos” que delimita al susodicho “agujero negro”, en el resto del universo, en su generalidad, lo que impera es el espacio-tiempo einsteniano, con sus acentuadas curvaturas, allí donde así lo impone la magnitud de las masas aglutinadas por su recíproca atracción gravitatoria.
No sabemos, si un universo con “agujeros negros”, ha de ser diferente, o no, a un hipotético universo sin ellos.
No hay punto posible de comparación, dado que universo, por definición, solamente hay uno, y ese sí que sabemos ya con certeza, que sí tiene “agujeros negros”.
Actualmente, incluso se ha llegado a fotografiar a uno de tales “agujeros negros”, con su correspondiente deformación del espacio-tiempo circundante a su más inmediata proximidad.
Para ser plenamente conscientes de hasta qué punto, la conformación del concepto de “agujero negro” ha venido a influir en la delimitación de lo que es la ciencia, lo mejor es acudir a la fuente de la Enciclopedia Wikipedia:https://es.wikipedia.org/wiki/agujero_negro
Nuestra más decidida recomendación al amigo lector es la de no demorar la lectura inmediata del contenido de la susodicha fuente, como medio más seguro, de no dejar de tomar en consideración el estado actual del conocimiento de este importante elemento para la comprensión del universo, en su condición de límite efectivo del conocimiento científico.
No sabemos si existe una ciencia no humana, esto es, extraterrestre, contemporánea con la nuestra, o sea, en simultaneidad con la misma.
El mundo de lo onírico
Para soñar, previamente hay que dormir. En esa situación es imposible que nadie pueda ordenar ni desear nada. Por tanto soñar se trata de una actividad mental involuntaria, y que por consiguiente nadie la ha encargado.  En ese sentido, podemos decir que se trata de un fenómeno espontáneo, que para nosotros los humanos, constituye un misterio científico, y que, por lo tanto, se trata de un límite de la propia ciencia elaborada por nosotros, los mismos seres humanos que somos quienes involuntariamente asumimos esa espontánea actividad mental no regulada por instrucción alguna. No es voluntario el acto de soñar, ni tampoco es voluntario el contenido de nuestros sueños. Se ha comprobado que puede haber sueños en cualquiera de las fases del dormir humano.
Sin embargo, se recuerdan más sueños y ellos son más elaborados, en la llamada fase REM (siglas en inglés de Rapid Eye Movement) o, en español, MOR (movimiento ocular rápido), que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño. El acto de soñar, no solamente ha sido confirmado en elHomo sapiens. Otros animales también pasan por la fase de sueño REM. Parece que los mamíferos son los animales con mayor probabilidad de soñar, debido a su ciclo del sueño, similar al humano.
El problema de la homosexualidad
La homosexualidad es un fenómeno comportamental, que no resulta fácil de explicar, atendiendo al modelado impuesto por la acción selectiva de la evolución, en la medida en la que los actos de homosexualidad resultan estériles, al estar protagonizados por individuos de un mismo género, y, sin embargo, los veremos prodigados incluso entre los animales domésticos, como es el caso, por ejemplo, de los gatos, y que en general es un fenómeno del comportamiento sexual anómalo, que abarca, que se sepa, a unas 1.500 especies, desde algunos primates, en la cúspide de la escala evolutiva, hasta algunos gusanos, en la base de la misma.
He aquí algunos ejemplos de tales especies que llegan a exhibir ejemplares con dicho tipo de comportamiento: león, oso pardo, bisonte americano, orca, perro, elefante, ballena boreal, etc.
Se trata, además, de una cuestión erizada de dificultades teórico-prácticas, desde el momento en el que hay quienes interpretan que una característica que pudiera estar sujeta a un comportamiento hereditario, automáticamente implicaría que se pretende que ello presuponga que pueda resultar ser susceptible de “cura”, esto es, que sea “una enfermedad”, con las connotaciones ideológicas negativas, que ello presupone.
Es un misterio (¿para qué sirve?), para el que, al menos de momento, la ciencia carece de respuesta.
Paradójicamente, la humanidad se beneficia de los resultados correspondientes al proceso de sublimación de la homosexualidad de determinados sujetos, de los que se sabe con certeza, o se sospecha, de esa condición de anomalía en sus preferencias de género. Sin embargo, la condición de homosexualidad es contemplada, por esa misma humanidad que se beneficia de ese disfrute cultural o tecnológico, proporcionado por la susodicha sublimación, como siendo un baldón de lo más negativo y denigrante, aunque en la actualidad eso ya no sea así, por ser nuestra sociedad tolerante con ello, dependiendo de según de cuáles entornos culturales y geográficos estemos hablando.
Si es que existen extraterrestres pensantes, y si es que llegamos a lograr contactar con ellos algún dia, ¿cómo vamos a ser capaces de llegar a entendernos con ellos, si ya los nuestros, los hombres del planeta Tierra, ya somos capaces de exhibir comportamientos sexuales tan extraños?
Al igual que ocurre con la homosexualidad, la zoofilia tampoco favorece, por la esterilidad de las prácticas de intencionalidad sexual a las que conduce, a su respectiva propagación, a través de la modulación que la evolución natural introduce en el devenir histórico de esas especies animales no homogéneas entre sí.
A tales dificultades de explicación a un eventual extraterrestre pensante, se unirían otras, de las cuales, seguidamente aludiremos a algunas de ellas.
¿A qué época geológica, similar a una de las nuestras, podría asemejarse la de esos supuestos o reales cohabitantes del universo en el presente?
¿A qué época cultural más semejante a una de las nuestras, podrían igualmente parecerse?…
¿A una más avanzada que la nuestra actual, quizás?…
¿O a semejanza de otra pretérita nuestra, a como fue, por ejemplo, nuestra Edad Media?
Al tratar de comunicarnos con ellos, ¿En qué idioma o idiomas podríamos hacerlo?
¿Cómo podríamos atinar a hacerlo, identificándolo?
Si poseen el sentido de la vista, ¿con qué “ventana” de percepción lo harán?
¿Percibirán el infrarrojo o el ultravioleta, como lo hacen algunos de nuestros animales?
¿Podrían comunicarse con nosotros, mediante ladifusión de ondas electromagnéticas, dispersadas en todas las direcciones, y. por lo tanto, sin posibilidad, ni quizás propósito, de dirigirse específicamente a nosotros?
¿O, por el contrario, si, a modo de un “faro re-orientable” o de una “linterna manual”, podrían buscarnos activamente, con el deliberado propósito de localizarnos y de contactar con nosotros?
¿Se podrían llegar a establecer comunicaciones estelares tridimensionales, “a tres bandas”, o más, en tal supuesto?
En definitiva, ¿podría llegar a establecerse un tráfico informativo múltiple, de contenido científico o cultural?
Por otra parte, no resulta realista ni verídico, considerar a toda la humanidad como un único agente histórico, dado que esa misma humanidad está formada por diversas sociedades, bien distintas, tanto en lo cultural, como en lo político, en lo religioso, etc.
Son, todas ellas, interesantes cuestiones, que nos invitan a reflexionar sobre cada una de ellas, más allá de nuestra real situación presente, y meditando, por tanto, sobre tales asuntos.
A nivel individual, es la mera curiosidad la que impulsa a excepcionales individuos -los científicos-, a perseverar en sus indagaciones, a la caza y captura de nuevos descubrimientos de esa misma índole científica.
Sin embargo, por lo que respecta al resto de la sociedad -los no científicos-, es el aprovechamiento de la utilidad de tales descubrimientos, lo que mantiene encendida la llama de nuestro interés por tales cuestiones.
Del juego recíproco entre nuestros respectivos intereses culturales o prácticos, a nivel individual, es de donde emana la fuente de nuestra atención, inquietudes y desvelos, como sociedad, por la actividad científica.
Eso es lo que marca, colectivamente, los límites de tal tipo de foco, de nuestra conjunta curiosidad.
A no dudarlo, eso es así.
Que un determinado descubrimiento científico sea útil y conveniente, no garantiza, en absoluto, que el mismo se vaya a llegar a producir realmente. Hace falta, además, para ello, de una cierta dosis de serendipia. Consideremos así, ahora, el papel de las grandes oportunidades históricas.
Por ejemplo, con ocasión del cambio climático, que en gran medida es antropogénico, y que con el retroceso de los casquetes polares, al que estamos asistiendo en la actualidad, ello viene a determinar que ese generalizado retroceso de los hielos polares, en zonas como, por ejemplo, es el caso de Groenlandia o el de la Antártida, nos aboca a una pequeña recompensa compensatoria, para la Paleontología y para la Geología, al quedar al descubierto los terrenos liberados por la retirada del hielo, y dejar accesible a la mirada de los científicos, toda esa oferta potencial, de nuevos descubrimientos, brindados así a su capacidad de observación.
Un aluvión de nuevos descubrimientos geológicos, y, sobre todo, paleontológicos, es razonable esperar que sí lleguen a acontecer en un futuro próximo.
Considérese, además, el papel dinamizador que, a lo largo de la Historia, han tenido las grandes controversias surgidas del propio desarrollo evolutivo de las distintas disciplinas científicas, como ha sido el caso,por ejemplo, en el campo de la Geología.
Sin embargo, a nivel personal, es penoso toparnos con controversias tales como, por ejemplo, por la habida con ocasión de la airada diatriba de Tesla contra Einstein, a propósito del equivocado concepto que tenía el inventor, respecto de un hipotético “éter”, y en contra, equivocadamente, del triunfante concepto, del espacio-tiempo einsteniano.
Digresión sobre las galaxias espirales
Las galaxias espirales forman un disco con un abultamiento central.  Como todo disco, éstos poseen dos caras.
El sentido de la curvatura de los brazos espirales, dextrógiro o levógiro, de las galaxias espirales no es intrínseco y real.
La misma galaxia espiral, contemplada desde la otra cara de ese disco, nos estaría mostrando una incurvación de sus brazos espirales, que sería la contraria de la percibida desde la otra cara del disco.
En una gran muestra representativa de un gran número de galaxias espirales, la probabilidad estadística de que predominase una u otra de las dos aparentes curvaturas posibles, dextrógira o levógira, tendría un valor teórico de probabilidad, de 0’5.
Cuanto el valor real medido se aproximase más al límite de ese valor teórico, tanto más representativa sería la muestra formada por el conjunto de galaxias espirales, considerado en cada oportunidad.
Si esa muestra estadística se correspondiese, por ejemplo, con un conjunto de galaxias espirales, de una misma magnitud estelar o situadas a una misma distancia y con una desviación angular de su visualización desde el planeta Tierra, correspondiente a una circunferencia del mismo grado de dispersión, esos valores serían tanto más representativos, cuanto más se aproximasen al susodicho límite teórico, del 0’5.
Esta relación, nos proporciona una herramienta conceptual, que nos permite evaluar la calidad de las observaciones ajustadas a ese esquema de validación.
Las conclusiones emanadas, por tanto, serían tanto más valiosas para el avance científico, cuanto más próximo se estuviera, respecto del aludido límite teórico.
Por tanto, esa proximidad delimita el alcance de lo que puede ser considerado como avalado por la ciencia astronómica.
Es… la frontera de la misma, es su propio límite.

Fuentes: Fragmentos de una extensa nota publicada en: Rebelión - https://rebelion.org/los-limites-de-la-ciencia/

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