Otra vez sin acuerdo: el tratado global contra la contaminación por plástico tendrá que esperar
Una semana de negociaciones en Busan (Corea del Sur) no ha sido suficiente para que la mayoría de países del mundo acercase posturas y se pusiese de acuerdo en el texto definitivo del tratado global contra la contaminación por plástico. Las grandes desavenencias siguen estando en los límites a la producción de este material: una mayoría de países los pide, pero otro grupo (liderado por algunos de los grandes productores de petróleo y polímeros plásticos) no quiere fijar objetivos obligatorios y vinculantes. El encuentro, eso sí, termina con un pequeño acuerdo: todos se volverán a reunir en la primera mitad de 2025.
Juan F. Samaniego
La de Busan era la quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5, por sus siglas en inglés) y debía ser la definitiva. Ahora habrá que esperar a un INC-5.2. En él, el debate partirá de un documento base que fue distribuido por la presidencia del comité y en el que se aprecia que, aunque la estructura y la organización del texto del acuerdo parecen haberse ya fijado, las cuestiones polémicas siguen abiertas: la mayoría de artículos cuentan con varias opciones y posibilidades recogidas entre corchetes. La sensación al leer el documento, disponible en abierto, es de que todavía queda mucho por hacer.
El problema del plástico
Dejando las negociaciones políticas a un lado, la montaña de la crisis del plástico sigue creciendo. La producción mundial de plásticos se duplicó entre el año 2000 y el 2019 hasta alcanzar los 460 millones de toneladas anuales, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). De acuerdo con otro informe del mismo organismo, si nada cambia, la cantidad de residuos plásticos producidos en el mundo va camino de triplicarse de aquí a 2060. Hoy, la mitad de los desechos plásticos acaba en vertederos, un 19% se incinera y menos del 10% se recicla. La cuarta parte restante no se sabe bien cómo se gestiona y acaba, en su mayoría, en ríos y océanos.
Más allá de las cifras de la OCDE, algunos estudios científicos indican que la magnitud del problema es todavía mayor. Una investigación publicada en Nature en septiembre concluyó, tras hacer un inventario de la contaminación plástica en 50.702 ciudades, que cada año acaban en la basura 52 millones de toneladas de plástico. Otro estudio, recién publicado en Science, señala que la generación de residuos plásticos alcanzará los 121 millones de toneladas en 2050 si no se hace nada para evitarlo. Además, esta investigación concluye que la contaminación se podría reducir un 90% si se aplicasen, a nivel global, estas medidas:
• Obligar a que los nuevos productos se fabriquen con un 40% de plástico reciclado.
• Limitar la producción de plástico nuevo a los niveles de 2020.
• Invertir significativamente en la gestión de residuos plásticos, de vertederos a servicios de recogida.
• Implementar una tasa sobre los envases de plástico.
Las claves del no acuerdo de Busan
Volvamos a las negociaciones.
“Hemos logrado avances significativos en Busan en nuestro esfuerzo colectivo para abordar la contaminación por plástico”, señaló al cierre del INC-5 el presidente del comité de negociación, el diplomático ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso. “Sin embargo, nuestro trabajo está lejos de completarse”. Todos en Busan saben que, además, la próxima vez que se reúnan el clima negociador será todavía más complicado. La postura de Estados Unidos, que desde el principio ha estado enfocada en retrasar y diluir el acuerdo final, podría volverse todavía más extrema bajo el mandato de Donald Trump. Además, el futuro presidente de Estados Unidos rechaza abiertamente el multilateralismo, lo que podría dar alas a otros países contrarios a un acuerdo ambicioso, como Arabia Saudí o Rusia.
El desacuerdo, tal como refleja el texto de 22 páginas que salió del INC-5, sigue estando principalmente en estos cuatro puntos:
• El alcance. Un grupo de 70 países, agrupados en la organización High ambition coalition to end plastic pollution, piden límites claros a la producción de nuevos plásticos (otro grupo de más de 30 se han alineado con esta postura durante las negociaciones). Pero buena parte de los países petroleros (el plástico es un derivado del petróleo) quieren que el acuerdo se centre en exclusiva en la gestión de residuos y el reciclaje. En este segundo grupo se dan la mano países que no destacan por sus alianzas en otros contextos, como Estados Unidos, Irán, Rusia o Arabia Saudí. China mantiene una posición ambigua y ha centrado sus esfuerzos en poner el foco de la responsabilidad sobre los países ricos.
• Las prohibiciones. Otro punto de desacuerdo está en limitar o no algunos productos plásticos de un solo uso (como pajitas o bolsas) o imponer tasas especiales para ellos, tal como ha hecho la Unión Europea o algunos países de América Latina, así como limitar la producción de algunos de los polímeros más contaminantes.
• La financiación. El asunto de quién va a pagar la factura de todas estas medidas aparece ampliamente recogido en el documento publicado tras el INC-5, pero no refleja ni un solo punto de acuerdo. Como sucede con otros tratados internacionales (como el Acuerdo de París contra el cambio climático), los temas financieros son siempre de los más difíciles de resolver.
• La gestión del acuerdo. Tampoco se ha definido cómo se va a aprobar el acuerdo o cómo se va a articular la aplicación del tratado si finalmente se llega a un pacto (por mayoría o por consenso total, o en otras palabras, si el bloqueo de un solo país podrá echar atrás una medida).
“Esta es la situación ansiada por el grupo de países productores de combustibles fósiles en el que se engloban los productores de plástico”, señala Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) a Science Media Centre (SMC). “El problema del plástico no debe abordarse desde una única perspectiva, sino que deben combinarse varias medidas conjuntas. Es evidente que el límite de producción de plástico virgen debe ser la primera medida a tomar. Todos los países deberían estar de acuerdo en ello y lo que se debería decidir en estas reuniones es qué tope de producción se va a establecer. Lamentablemente, tendremos que seguir esperando a que los países productores de plástico acepten lo que la evidencia indica”.
“España y Europa se han posicionado dentro del grupo de alta ambición en el tratado. Y hemos escuchado algunas intervenciones muy potentes de Panamá, Ruanda y México. Los países han avanzado y hay un documento base, propuesto por el presidente, para trabajar en el futuro”, añade también para SMC Carmen Morales, profesora de la Universidad de Cádiz y miembro de la Scientists Coalition for an Effective Plastics Treaty, que ha asesorado a las delegaciones y a los observadores durante el INC-5. “Queda trabajo por hacer, pero hemos visto más ambición en lo referente a incluir el ciclo de vida completo del plástico, no solo los deshechos, y a incluir la gestión de las sustancias químicas asociadas”.
“Está claro que persisten las diferencias. Esa ha sido la realidad de las negociaciones”, concluyó, en su discurso final, Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP). “Pero también está claro que hay cientos de participantes en esta sala que exigen que logremos que se apruebe este tratado. No he oído a ningún delegado decir que no quiere este tratado. Solo necesitamos más tiempo para acordar un instrumento que ataque con fuerza el problema en lugar de uno que no esté a la altura de las expectativas. Así pues, puede que hoy cerremos esta sesión, pero el mundo seguirá observándonos mañana. Y la contaminación plástica seguirá llegando a nuestras costas”.
Fuente: https://climatica.coop/sin-acuerdo-tratado-global-plastico-busan/ - Imagen deportada: Miembros de la sociedad civil se manifiestaron ante la sede de las reuniones pidiendo "menos plásticos y más vida". Foto: IISD/ENB – Kiara Worth.