El arte del caos: entropía en la apreciación artística

Existen diversas definiciones de entropía, en termodinámica representa la cantidad de energía que no realiza trabajo efectivo, puesto que se transforma en calor. El físico alemán Rudolf Clausius la introdujo para formalizar la idea de la irreversibilidad en los procesos termodinámicos y formular de manera rigurosa la segunda ley de la termodinámica, que establece que en un sistema aislado, la entropía siempre tiende a aumentar.

Texto por Sergio Davis, Yasmín Navarrete

Sin embargo, a mediados del siglo 20 físicos y matemáticos como Claude Shannon y Edwin Jaynes se dieron cuenta que la idea de entropía va mucho más allá de la física. En la naciente teoría de la información, la entropía se revela como una medida que cuantifica la cantidad de incertidumbre o información presente en un mensaje o en un conjunto de datos. Así, se interpreta como el nivel de desconocimiento que tenemos sobre un sistema o la cantidad de información que no se puede decodificar (o entender, en términos cualitativos), también representa el límite teórico de la compresión de datos, ya que indica cuánta información mínima se necesita para caracterizar un mensaje sin pérdida. Cuanto mayor es la entropía, mayor es la cantidad de incertidumbre o desorden en los mensajes generados por la fuente.
Según la segunda ley de la termodinámica, la entropía en un sistema tiende a aumentar, lo que puede relacionarse con la forma en que las percepciones y reacciones hacia el arte se dispersan y diversifican en función de las experiencias individuales y el contexto cultural. Frente a una obra de arte o cualquier objeto estético, la razón por la cual a una persona le agrada y a otra le puede disgustar la misma obra, depende de variados estímulos que surgen desde nuestra historia. La entropía es parte de la respuesta a este proceso de selección.
El físico Sergio Davis explica que: “En las llamadas ciencias exactas como la física o química, la entropía, como concepto, refleja la incerteza que tenemos respecto al verdadero estado de los sistemas. Nosotros investigamos el uso de la entropía no sólo en las ciencias tradicionales que describen la materia, sino también para analizar a nuestra sociedad en términos de sistemas y algoritmos, generando conocimiento que puede algún día servir para mejorar la calidad de vida”.

La entropía, como concepto, refleja la incerteza que tenemos respecto al verdadero estado de los sistemas apunta el físico Sergio Davis. ©Jens Lelie

Las personas no siempre están de acuerdo en el valor artístico de una obra de arte, una performance, una canción o poema, o en si les agrada o no. Más allá de un enfoque generacional (“eso que escuchas no es música” o “antes se hacía música de verdad, no como los mamarrachos de hoy”) o de temas técnicos (acordes, letras, melodía y otros factores), lo cierto es que no existen parámetros 100% certeros en cuanto a la calidad y disfrute del arte en el público.
Por ejemplo, el autor de un poema tiene una “idea” de lo que desea expresar y transmitir al público, pero no siempre esto resulta como lo ideó en su propuesta original. Esto se debe a la misma naturaleza de las artes, que varía según varias condiciones, como el momento en que la persona lee el texto: sus sentimientos respecto a él pueden ser de agrado o repulsión, lo cual podría variar según el nivel de entropía de éste, entre otras variables.
Entropía y estética: una conexión profunda
La estética es una rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza de la belleza, el arte y el gusto, así como de la creación y apreciación de la belleza. En este sentido, la estética estudia cómo los individuos perciben, interpretan y reaccionan ante las obras de arte. La entropía puede influir en estas percepciones estéticas al afectar la complejidad, la novedad y la familiaridad de una obra de arte.
Davis agrega que “algunos colegas están estudiando e investigando en estos momentos la entropía en sistemas sociales, y junto a la física y poeta Yasmín Navarrete son parte de un grupo que piensa que es muy importante para nuestra sociedad”. Al poder medir esto, se puede perfeccionar y hacer más eficiente no solo el área de la termodinámica, sino también mejorar la calidad de las comunicaciones y las artes. Esto es el inicio de un nuevo tipo de investigación y estudios que apuntan alto, y cuya meta es poder ‘manejar’ los porcentajes de entropía a nivel social y cultural”.
En la teoría de la comunicación, hay un emisor (quien envía el mensaje), el mensaje (lo emitido), el canal de comunicación y el receptor (quien recibe el mensaje). Muchas veces, el emisor desea enviar un mensaje X al receptor, usando un canal o medio de comunicación, y el receptor recibe “cierto” porcentaje del mensaje en sí, ya que, al pasar por el canal, se produce un mayor (o menor) porcentaje de entropía en ello. Por eso, es muy difícil (por no decir prácticamente imposible) que el emisor envíe el mensaje X al receptor con un 100% de fidelidad, ya que siempre estará presente el factor entrópico, que es ‘natural’ dentro del sistema de comunicación.

Es muy difícil que un emisor envíe un mensaje al receptor con un total de fidelidad, ya que siempre esta presente el     factor entrópico. ©Etienne Boulanger

La apreciación del arte desde la entropía
En gustos sí hay algo escrito: el arte necesita ser apreciado por un espectador, y es por esto que el concepto de entropía, en el área de la psicofísica (rama que estudia la percepción humana a través de modelos de física), puede ayudarnos a entender por qué nos agrada o disgusta una obra de arte desde una perspectiva diferente.
Cuando una obra de arte presenta un equilibrio entre familiaridad y novedad, puede generar agrado en el espectador. Esta combinación de familiaridad y novedad puede mantener al espectador comprometido e interesado en explorar la obra más a fondo. Por otro lado, una obra de arte que carece de equilibrio y presenta una alta entropía puede provocar disgusto o rechazo en el espectador. Si la obra es demasiado caótica o desordenada, puede resultar difícil de entender o interpretar, lo que puede llevar a una experiencia estresante o frustrante para quien esté apreciando la obra de arte.
Según explica Manuel Rocha, en su ensayo Entropía y neguentropía1 en la música y en el arte sonoro: “Tanto en el orden como en el desorden, el estatismo y el caos, es entropía pura. La única manera de sobrepasar ese equilibrio es mediante un trabajo energético que inevitablemente nos llevará siempre ya sea hacia el orden (aburrimiento) o hacia el caos (confusión). La vida está llena de esos momentos y tan solo un estado de consciencia activo puede ubicarnos en un nuevo punto neguentrópico, que, sin embargo, cambiará constantemente. Esta dualidad y sus contradicciones es la que produce la neguentropía positiva (que no es más que una tendencia al orden en sistemas complejos, entre ellos los sistemas biológicos), pero nunca en un estado puro ya que ésta siempre oscila entre el caos y el orden”.
La entropía y la percepción de la poesía
Para ilustrar este concepto, se puede examinar la relación entre la entropía a nivel perceptual a través del poema “Piececitos” de Gabriela Mistral. Este poema, publicado en 1924 en su libro Ternura, se enmarca en un contexto social que expone la vulnerabilidad infantil y visibiliza la disparidad de las clases sociales, una realidad latente en la época y que, aunque atenuada, persiste en la actualidad. El tema central de este poema es la infancia y la desprotección que vivían los niños, quienes carecían de sus necesidades básicas en situaciones de fragilidad extrema.
La obra nació de la experiencia de Mistral como docente, al observar de primera mano las carencias que sufrían muchos de sus alumnos. Esta situación generó una empatía que resonó profundamente en su tiempo, ya que las imágenes evocadas en el poema eran fácilmente reconocibles y comprendidas por la audiencia.

[Carta] 1945 dic. 12, Tarragona, [España] [a] Gabriela Mistral [manuscrito] José López Zaura…[et..al]. Rescatado de Biblioteca Nacional Digital.

Aunque la desigualdad y la pobreza infantil aún existen, las condiciones sociales han cambiado en varios aspectos. La imagen de niños con necesidades básicas desatendidas no es tan omnipresente, especialmente en ciertos contextos socioeconómicos. Esto podría generar una mayor entropía perceptual en los lectores modernos, ya que el contenido del poema puede no resultar tan inmediato ni familiar como lo fue en el pasado. La entropía, en este sentido, se refiere a la distancia o desconexión que puede sentir un lector contemporáneo al interpretar las metáforas y la lírica de Mistral. Esta “desconexión” se debe a que las experiencias que moldean nuestras percepciones actuales han cambiado en comparación con el contexto en que fue escrito y publicado el poema.
Así, mientras  los lectores del pasado encontraban en “Piececitos” un reflejo directo de su realidad, los lectores actuales podrían percibirlo con una mayor complejidad, requiriendo un esfuerzo adicional para conectar con el dolor y la empatía que transmite la obra. La entropía encuentra en el arte un espejo que refleja su esencia más profunda.
Creación artística y naturaleza
En el vasto escenario de la biodiversidad, la creación artística puede capturar las sutilezas de los procesos naturales que, a primera vista, podrían parecer desordenados, pero que esconden una estructura intrínseca, un patrón de descomposición y regeneración perpetua. Al igual que la naturaleza, el arte puede revelarse como un proceso de transformación continuo, donde el caos no es más que el preludio a nuevas formas de orden, dependiendo de la percepción del espectador.
La biodiversidad misma es un ejemplo perfecto de entropía en acción: la inagotable variedad de plantas, animales y ecosistemas responde a leyes complejas, donde cada organismo sigue su propio camino caótico en un equilibrio precario. El crecimiento caótico de las plantas, por ejemplo, rompe con la idea de simetría perfecta: cada rama, cada hoja, surge de manera única, como si obedeciera a un diseño que sólo la naturaleza comprende pero que la biología, la física y otras ciencias buscan desentrañar. Así, en este desorden aparente, el artista puede encontrar una fuente inagotable de inspiración. Al imitar los procesos naturales, el arte explora los límites del control humano, desdibujando las fronteras entre lo que puede planearse y lo que debe dejarse al azar.
El arte, al igual que la naturaleza, no se detiene en un punto fijo. Al abrazar la entropía, el artista no solo refleja el caos del mundo natural, sino también su capacidad para regenerarse y evolucionar. De esta manera, el arte que se inspira en la biodiversidad, los ritmos orgánicos  y el cuidado ambiental, nos invita a reconsiderar nuestra relación con el mundo que nos rodea: no como algo que podemos “controlar” por completo, sino como un proceso continuo de interacción, cambio y adaptación, en el cual la belleza reside precisamente en su naturaleza no predecible del todo.

©Mike Castro
©Michael Olsen

Referencias:
Clausius, R. (1850). «Über die bewegende Kraft der Wärme». Annalen der Physik und Chemie 79: 368-397, 500-524.
Clausius, R. (1865). «Über verschiedene für die Anwendung bequeme Formen der Hauptgleichungen der mechanischen Wärmetheorie». Annalen der Physik und Chemie 125: 351-400.
Shannon, C. E., & Weaver, W. (1949). The Mathematical Theory of Communication. University of Illinois Press.
Mistral, Gabriela, (1924) Libro Ternura, p.71, Madrid: Editorial Saturnino Calleja. España
Rocha, Manuel. (2018), Filosofía de la Música, Entropía y Neguentropía en la música y en el arte sonoro.
Zohar, Danah. (1990). The Quantum Self. United Kingdom: Bloomsbury Publishing Ltd.
Imagen de portada: ©Gilber Franco
    1    La neguentropía a diferencia de la entropía, considera la energía como un medio que tiende a regular el comportamiento de la materia para provocar en ésta una tendencia al orden.
Fuente: Revista Endémico - https://endemico.org/entropia-en-la-apreciacion-artistica/

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