«Un acuerdo de decrecimiento permitiría mejorar la vida de la gente»

Mark Burton se describe a sí mismo como un activista académico independiente que explora las relaciones entre la economía, el medio ambiente y la justicia social en el contexto de la región de la ciudad de Manchester; y cómo esta y otras regiones pueden dar sus primeros pasos hacia una sociedad y una economía post-crecentista. Es miembro del colectivo Steady State Manchester (SSM) y autor de In Place of Growth, así como de gran parte de The Viable Economy (2014), The Viable Economy… and Society (2020) y Policies for the City Region (2017). Además, editó la colección de obras de SSM, A Viable Future (2021). Trabajó como psicólogo clínico e investigador y como gerente sénior en servicios de salud y asistencia social para adultos discapacitados. Hoy hablamos con él desde su labor como coordinador de la iniciativa Getting Real y del decrecentismo en el Reino Unido.

ELENA MARTÍN
MARK H. BURTON


Elena Martín: ¿Puedes explicar el movimiento Getting Real para la gente que no lo conozca? ¿Cuándo y por qué fue creado?
Mark Burton:
Getting Real es una iniciativa de la red DegrowthUK, una red informal de personas que están interesadas en trabajar y promover el decrecimiento.
En la primavera de 2023, sabíamos que estaban a punto de convocarse elecciones generales, por lo que pensamos que era necesario hacer una declaración coherente y completa sobre la alternativa decrecentista al crecimiento dominante de los principales partidos políticos y, de hecho, de toda la sociedad británica.
Hubo mucho interés inicial y se creó un grupo de trabajo que empezó a reunirse de forma remota. El plan era llegar a fijar después un día para escribir el manifiesto en persona. Desafortunadamente, por motivos personales imprevistos, perdimos a algunos de nuestros miembros más importantes, lo que se tradujo en que, quienes hicimos realmente el trabajo, fuimos un grupo mucho más pequeño, y finalmente no pudimos organizar un evento cara a cara.

Mark Burton en Ferrol. Cedida por el autor.

Otro problema fue que las elecciones generales se convocaron de manera anticipada, lo que impidió que lanzásemos el informe a tiempo. Aún así, ya habíamos decidido no restringir el foco del trabajo a las elecciones generales, sino lanzarlo como un recurso a medio plazo (hablaremos más sobre esto después).
Lo bueno fue que sí que obtuvimos el asesoramiento de varios expertos en política en diversas áreas de las que se cubren en el informe, y también que lo llegamos a difundir entre redes potencialmente amigas, incluidos aproximadamente 50 parlamentarios, cuyas posturas han sido consistentes con al menos algunos elementos de nuestro enfoque. También entre una serie de personas muy importantes e influyentes en la política a nivel nacional.
La respuesta desde el movimiento decrecentista ha sido, en general, decepcionante con algunas excepciones. Nuestro trabajo se ha usado poco y ha tenido poco interés, a pesar de ser el manifiesto disponible más completo sobre cómo podría ser el decrecimiento en el Reino Unido a nivel nacional. Hay que decir que este manifiesto se centra en el Reino Unido, pero podría extrapolarse a casi cualquier otro país.
EM: ¿Dirías que estamos ante una crisis ecológica, política y social a nivel mundial?
MB:
Sin duda. Las señales nos rodean por todas partes. Desde los indicadores de que el planeta se calienta y de que los ecosistemas están colapsando, hasta las crisis y desastres sociales, políticos y económicos que copan las noticias. Nos encaminamos de forma inquietante hacia el colapso de múltiples sistemas que ya fue previsto por el informe Los límites del crecimiento hace más de 50 años.
Por lo general, en los países más ricos todavía existe la arrogancia de suponer que no nos afectará mucho o que es algo de lo que deben preocuparse nuestros nietos, pero en realidad ya está ocurriendo ahora: un país como el Reino Unido depende tanto de las cadenas de suministro transnacionales, está tan expuesto a los choques económicos y tan conectado a la maquinaria de guerra dominada por Washington, que es un tema de gran preocupación para nosotros.
Mis amigos del Sur global están experimentando un estrés ambiental muy grave, en ciudades como Manaos y Ciudad del Cabo. Y, por supuesto, vemos niveles de barbarie casi sin precedentes en Gaza, Sudán, Myanmar, etc.
EM: Decís que en el Reino Unido ningún partido político tiene una intención real de abordar esta crisis múltiple. ¿Es hora de que la sociedad se levante y haga algo para darle la vuelta a esta realidad? ¿Puedes contarnos brevemente cuál es la propuesta de Stop the Damage para esto?
MB:
No creemos que sea factible para los actores de la sociedad civil hacer esto solos, o incluso en masa, porque en última instancia requerirá la acción del gobierno/Estado. La pregunta entonces es: ¿cómo se puede ejercer influencia sobre el aparato estatal?
Hay varias formas de hacerlo que se analizan en la bibliografía sobre estrategia y decrecimiento. En este sentido, debemos entender el Estado, ya sea nacional, local o transnacional, como un terreno de disputa que, si bien está dominado por poderosos intereses sectoriales, no está completamente cerrado: existen múltiples oportunidades —que varían con el tiempo en su actitud receptiva— para ejercer influencia.
Dos cosas que añadiría a esto son: el énfasis en la construcción de bloques contrahegemónicos, a lo Gramsci; y la educación o concienciación política, a lo Paulo Freire.
El primero implica construir la visión de una alternativa con la que múltiples actores y sectores puedan identificarse. Esto se logra a través del tipo de trabajo que hacemos para articular la alternativa de una manera bien investigada y rigurosa, así como a través de luchas en los múltiples puntos de conflicto que genera el modelo de acumulación crecentista hegemónico. También, a través de proyectos prácticos sobre el terreno que demuestran otro camino.

Imagen utilizada en el manifiesto. Diseño de Richard Shirres y Ed Hawkins.

Esa es una tarea enorme, por lo que debemos ser claros acerca de nuestro propio papel en ella, actuando de manera un tanto oportunista como un recurso para el movimiento de movimientos y enmarcando/reenmarcando ideas, preocupaciones, problemas y demandas dentro de la ideología contrahegemónica del decrecimiento administrado y equitativo.
Cuando lo llevamos nosotros mismos a la práctica en Manchester, esto es exactamente lo que hacemos: apoyamos campañas clave en temas tan diversos como el transporte público, la desinversión de fondos públicos de combustibles fósiles y la protección de los espacios verdes y la naturaleza, al tiempo que exploramos, criticamos y producimos propuestas políticas. Como pequeños grupos activistas tenemos que trabajar juntos, colaborando en las cosas en las que estamos de acuerdo.
La segunda es un área que a menudo se descuida: para que haya cambios, la gente necesita tener su propia comprensión de la realidad social y política, no la que recibe de una combinación de propaganda oficial y de la encarnación ideológica de las relaciones capitalistas en la vida cotidiana.
Esto quiere decir «desideologizar la realidad». Es decir, «leer el mundo» y no las apariencias que se nos presentan. El año pasado realizamos un taller llamado Pulling Things Apart, en el que usamos algunos de los objetos llevados al Repair Café (o café de reparación en castellano) como base para explorar la naturaleza de los bienes manufacturados que solemos dar por sentado.
¿De qué están hechas estas cosas? ¿De dónde vinieron estos materiales y cómo se procesaron? ¿Quién se encargó de extraerlos y procesarlos? ¿Quién hizo los artículos y dónde? ¿Cómo llegaron hasta nosotros y nosotras? ¿Cómo son de duraderos? ¿Dónde y cómo se estropean? ¿Se pueden arreglar? ¿Qué ocurre con ellos al final de su vida útil?
En la sesión se exploraron algunas de estas preguntas mediante una discusión abierta y organizada. Aunque no las pudimos contestar todas, el trazar un mapa del alcance de nuestro conocimiento y de nuestra ignorancia fue en sí mismo revelador. Este es un ejemplo de una forma alternativa de llevar a cabo esa educación política tan necesaria y tan insuficiente.
EM: Y, además de esta pancrisis, ahora hay un genocidio en Gaza, se habla de una posible nueva guerra mundial y en todo el mundo los partidos de extrema derecha están ganando elecciones. ¿Se relaciona esto con todo lo anterior? ¿Podemos parar esta otra situación?
MB:
Creo que mi respuesta a la pregunta anterior responde en parte a esto, pero la relevancia de las manifestaciones masivas, la acción directa y el trabajo a través del sistema legal para desafiar las violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional también juegan un papel importante en todo esto.
EM: Al mismo tiempo, hay gente que se mete en problemas por intentar denunciar lo que está pasando. ¿Qué opinas del hecho de que muchos activistas por el clima, e incluso científicos, sean tratados como terroristas por, por ejemplo, arrojar pintura a cuadros famosos y, al mismo tiempo, los directores ejecutivos de grandes empresas (o los gobiernos) no sufran ninguna consecuencia por sus acciones?
MB:
En cierto modo, esto muestra las tensiones que está experimentando el sistema dominante. Cuanto más frágil sea éste y la posición de quienes ocupan puestos de poder, más represivo será cuando se le cuestione.
Vemos esta manifestación del imperio contraatacando de muchas maneras, desde los ejemplos que mencionas, hasta la neutralización de lo que era un desafío potencial y una alternativa al sistema político del Reino Unido desde la izquierda, en la forma del Partido Laborista del Reino Unido bajo el liderazgo radical de Jeremy Corbyn (y el movimiento de base que lo apoyaba). El sistema se movilizó con éxito para utilizar la propaganda, la desinformación y la manipulación para destruir las posibilidades de ese momento político.
EM: Otro punto interesante de vuestro manifiesto es cuando habláis de la necesidad de que el Reino Unido reconozca y repare las injusticias que cometió históricamente en términos de financiación climática, compensando a aquellos país de los que extrajo sus recursos naturales y/o mano de obra para impulsar su desarrollo industrial. ¿Puedes contarnos algo más sobre esto?

Factoría química y fundición de hierro de St. Rollox, el día de la inauguración del tren Garnkirk-Glasgow, setiembre de 1831. Fuente: Wikimedia Commons.

MB: No se trata sólo de la expropiación de recursos y valores de esos países, sino también de la responsabilidad desproporcionada del Reino Unido en la crisis climática.
Como primer país industrializado, el Reino Unido lleva 200 años emitiendo altos niveles de gases de efecto invernadero. Aunque ya no tenemos mucha industria, todavía utilizamos esos recursos y valor extraído para mantener un alto consumo de materiales y energía, lo que causa la emergencia climática y ecológica.
Por supuesto, no somos el único país con responsabilidades en esto, pero la responsabilidad moral es tanto compensar lo que ha sido —y sigue siendo— efectivamente un robo, como compensar el daño causado, tanto en la era industrial como en la postindustrial, por la contaminación de carbono. En Getting Real, planteamos los problemas y analizamos propuestas para realizar enmiendas, permitiendo así que los países más pobres adopten medidas climáticas y al mismo tiempo mejoren y protejan sus niveles de vida.
EM: Lo que parece claro es que tenemos que, por un lado, dejar de robar los recursos a otros países y, por otro, frenar el crecimiento constante, ¿no?
MB:
Es lo que Ulrich Brand ha llamado “La forma imperial de vivir”.
EM: Tengo la sensación de que a veces, cuando la gente piensa en el decrecimiento, solo se centra en las partes más difíciles, tal vez porque eso es lo que le interesa al capitalismo: decir que cambiar nuestra forma de vida va a ser terrible. Sin embargo, en vuestro manifiesto hay bastantes aspectos positivos y se habla de cambios que pueden mejorar la vida de la mayoría de las personas. ¿Cómo le explicarías esto a la gente que no es consciente de esta cara del decrecimiento?
MB:
Hay que empezar por la experiencia de las personas y por su comprensión actual de todo esto. De lo contrario, lo único que se consigue es meterles por la garganta conceptos ajenos. Así, por ejemplo, cuando la gente se queja de los impuestos, podemos entablar una conversación con ellos sobre un sistema tributario más equitativo, como se describe en el informe.
Creo que la gente tiende a estar abierta a ideas nuevas si se les aborda de una manera no beligerante. Las personas quieren mejorar sus vidas y podemos explicarles cómo un acuerdo de decrecimiento lo permitiría. Por supuesto, como ya hablamos antes, quedan muchos obstáculos por superar. Pero, en el fondo, hay que tener en mente que la mayoría de la gente no disfruta con el estilo de vida actual, caro, competitivo y basado en la velocidad y el consumo.
Solo tenemos que mostrarles por qué no son felices así y qué sería mejor para ellos. Por supuesto, eso requiere crear oportunidades para el diálogo, algo que no siempre es fácil. Especialmente cuando la gente ha adoptado posiciones altamente confrontativas y reaccionarias.
EM: Últimamente, cada vez hay más personas que sufren depresión y ansiedad. ¿Crees que el decrecimiento también puede ayudar a nuestra salud mental?
MB:
Sí. Como comenté antes, el estilo de vida imperial, consumista, competitivo y de alto octanaje es malo para todos y todas. Nos hace sentir inseguros y fracasados y es una muestra de los estragos que el capitalismo tardío causa en las vidas de sus sujetos.
EM: El mes pasado hubo más de 200 muertos en Valencia a causa de la DANA. ¿Crees que esto va a hacer que la gente se dé cuenta de que la crisis climática no es algo del futuro, sino que el cambio climático ya está aquí y nos afecta a todos?
MB:
Ya existe una comprensión general de que el cambio climático es un problema y estos acontecimientos lo hacen más inmediato. Aún así, tenemos que evidenciar las conexiones, los contextos y, lo más importante, mostrar a la gente que no tiene por qué ser así, que hay formas en las que pueden actuar, individual y colectivamente.
EM: ¿Qué les dirías a las personas y empresas que siguen destruyendo el medio ambiente, pero lo cubren con un lavado de imagen verde?
MB:
Creo que lo que tenemos que hacer es exponerlos —educadamente si parecen tener buenas intenciones (por ejemplo, no todos entienden que las compensaciones en realidad no contrarrestan el daño)— y, más severamente, si lo hacen como propaganda cínica.
EM: Como persona que sufre de ecoansiedad, a veces siento que necesito centrarme también en algo positivo para seguir adelante con la lucha. ¿Qué dirías para terminar esta entrevista con un poco de optimismo?
MB:
El modelo dominante de continuo crecimiento es cada vez menos creíble. Al mismo tiempo, cada vez aparecen más alternativas, sobre todo a nivel local. El cambio puede ocurrir de manera repentina e impredecible, o puede darse de una forma más gradual. Parafraseando a Gramsci, hay que seguir intentándolo, incluso aunque sigamos siendo pesimistas.

Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2024/12/12/mark-burton-y-el-movimiento-getting-real-un-acuerdo-de-decrecimiento-permitiria-mejorar-la-vida-de-la-gente/ - Imagen de portada: Casdeiro

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