Argentina / Atuel, el abrazo partido: historia de un conflicto hidrosocial
El libro de María Laura Langhoff (Editorial Universidad Nacional del Sur) recupera la historia hídrica del represamiento del río Atuel y cómo esa decisión de infraestructura rompió el curso natural que lo unía con el río Salado-Chadileuvu. Se trata de uno de los conflictos socioambientales más antiguos del país, que transformó la vida de las poblaciones ribereñas del sur mendocino y el oeste pampeano.
Por María Laura Langhoff *
Este libro nace de la necesidad de profundizar en perspectiva espacio-temporal, las transformaciones de las que fue y es objeto el río Atuel en Argentina. La continuidad de un conflicto hidrosocial irresuelto por más de medio siglo, nos interpela desde diversos ámbitos sobre qué representa el agua para los sectores involucrados. Expone, además, una fractura socioterritorial que se agrava y dificulta el diálogo entre dos provincias, La Pampa y Mendoza; de ahí que hablemos de un “abrazo partido”. Este abrazo roto, sin embargo, empezó a gestarse antes de que el río fuera interrumpido en la década del cuarenta, con la disparidad creada entre provincias y territorios nacionales a finales del siglo XIX.
Este conflicto irresuelto constituye una herida socioambiental que se agrava ante nuevos contextos como el actual, donde prima una mercantilización exacerbada de los territorios y los bienes comunes que sustentan la vida. Por ello es necesario reconocer que ni la subcuenca, ni el río, ni el conflicto se mantienen inalterados, sino que son sujetos de intereses y usos que van en detrimento de las necesidades de quienes son afectados dentro de estos territorios hidrosociales. Por este motivo es imperioso recuperar el agua, el vínculo y reconstruir el abrazo en torno al río. Es necesario que el río una, no separe.
¿Por qué estudiar el río Atuel?
El interés que guió esta investigación doctoral dentro del campo geográfico denominada “El ciclo hidrosocial en la subcuenca del río Atuel y su implicancia en los procesos histórico-geográficos (1790-2018)”, consistió en realizar una genealogía de los procesos, sobre todo históricos, políticos y económicos que intervinieron en su modificación entre los siglos XIX y XXI, ello desde un enfoque integrado entre la geografía física crítica (GFC) y la ecología política (EP). El objetivo principal se asienta en el estudio del ciclo hidrosocial (CHS) de la subcuenca del Atuel desde una perspectiva espacio-temporal, por medio del análisis de los usos, las tensiones y conflictos suscitados por el acceso al agua en una zona semiárida. Para esta tarea se tomó un rango temporal que comprende desde finales del siglo XVIII al siglo XXI.
Al hablar del río Atuel se hace alusión a uno de los conflictos socio ambientales más antiguos del país, sin resolución hasta la actualidad. Por lo que la mirada centrada unilateralmente sobre dicho conflicto sociohídrico ha desplazado otros aspectos que hacen a su historia, y que se encuentran desdibujados por el transcurso del tiempo y por reducirse el río como tal solo al conflicto.
La abundancia de fuentes tanto históricas como geográficas y los testimonios de quienes sufrieron la interrupción del río a mediados de siglo XX con la construcción de uno de los tantos complejos hidroeléctricos del país, como Los Nihuiles, permiten recuperar la historia hídrica y exponer las transformaciones de las que fue objeto este curso de agua y cómo se rompió ese abrazo natural entre los ríos Atuel y Salado-Chadileuvu, y entre las poblaciones ribereñas asentadas en el sur mendocino y el oeste pampeano.
En el actual marco económico-político sustentado en la matriz extractivista donde son las premisas de desarrollo y crecimiento económico las que buscan imponerse a través de actividades como la megaminería, la expansión de la frontera hidrocarburífera por medio del fracking y su consecuente desestructuración de territorios y poblaciones, es necesario recontextualizar el río.
En las últimas décadas, las luchas en defensa de los territorios frente al modelo hegemónico extractivista proponen y demandan modelos alternativos frente a la crisis socioambiental global, en defensa de los bienes comunes como el agua. Actualmente, el agua, tanto superficial como subterránea, se transformó en un recurso estratégico para los grandes proyectos extractivos como la megaminería y la extracción de hidrocarburos por métodos no convencionales (fracking). Y la subcuenca del Atuel no es ajena a ello.
Testimonios del abrazo partido
El testimonio de los afectados es una herramienta importante ante los reclamos organizados desde La Pampa, como así también para mantener la memoria hídrica. Para este apartado se recurrió a testimonios recolectados en la década del setenta, tanto por el gobierno pampeano como por la prensa y medios audiovisuales, de pobladores ribereños del oeste pampeano. Los testimonios brindan información sobre características de fauna y flora de los bañados, crecidas del río, producción y vida cotidiana de los habitantes ribereños. En este sentido, fueron aportados para la primera demanda judicial. En ellos los testigos de un territorio hidrosocial alterado ofrecieron información valiosa sobre la vida y la producción en la zona atuelina del oeste.
En referencia a la dinámica de la zona con el sistema del Atuel activo, uno de los entrevistados describe las dimensiones de los bañados: “Había que pasar el Salado en bote para llegar hasta Santa Isabel, y luego para llegar a Algarrobo del Águila debíamos atravesar los bañados del Atuel entre Trapalcó y Algarrobo del Águila; bañados que tenían aproximadamente una legua de ancho” (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 856).
Tal abundancia de agua posibilitó el desarrollo de una vegetación diversa que sirvió de alimento al ganado ovino y vacuno. Precisamente previo al corte del río, los campos de la zona contaban con majadas de miles de ovejas, además de ganado vacuno. Uno de los testigos, Echeveste, afirmaba: «…en aquella zona teníamos las majadas de Carruters, de la estancia Ventrencó que era inglesa y otras. La esquila chica era de veinticinco mil a treinta mil ovejas y la esquila grande era cuando se esquilaba el cordero que sobrepasaba ese número (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 859).
Una de las actividades económicas, en el caso de quienes no eran propietarios de tierras ni puesteros, era la esquila. Los trabajadores se organizaban en “comparsas”, consistentes en grupos de trabajo que recorrían los campos durante la temporada de esquila, en época de primavera. En muchos casos se desplazaban por todo el oeste pampeano. La lana era luego transportada a Telén, desde donde por Ferrocarril era enviada a los puertos atlánticos. Esta localidad llegó a ser una de las más pujantes del oeste, por tal motivo allí en la primera mitad de siglo varias entidades bancarias habilitaron sucursales. A pesar de ello, la comunicación entre Telén y Santa Isabel, con una distancia de poco más de 100 kilómetros, era dificultosa por los caudales de los ríos Salado y Atuel, además de la falta de puentes.
Dentro de la cotidianeidad, la pesca no resultó una actividad desconocida. Benéitez, otro de los testigos quien se dedicó al transporte, exponía: “Conocía gente de General Alvear, los Prieto, que venían a pescar tiempos atrás cuando corría el río y en dos o tres días pescaban cuatrocientos o quinientos kilos, por su puesto era un medio de vida en la zona” (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 860).
Otros testimonios lo confirman. También aparecen mencionadas las crecidas y variaciones en el caudal del río, el antiguo empleado de correo Torres Amat recuerda “tanto en invierno como en verano había agua en el Salado y en el Atuel y recuerdo especialmente el arroyo de la Barda” (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 856).
En algunos casos se rememoran períodos específicos donde los cauces estuvieron activos: «En el año 1918 corría por toda la zona el río Atuel y corría mucho, toda la zona estaba regada. Por Trapalcó se rebalsaban las aguas (…) En el año 1941 hubo una crecida muy grande del río (…) Desapareció el agua, empezó a faltar de a poco y despareció después del 1947 y no corrió más (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 864).
«Hasta 1940 más o menos he visto correr el río Atuel y con mucha agua. Desde 1920, que tengo memoria, lo he visto correr siempre, según la época había más o menos agua, pero permanentemente. Hacia 1947 se cortó el agua definitivamente, las majadas se morían y mucha gente se fue a Mendoza (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 865).
La interrupción del río fue un factor determinante, aunque no único, en el declive poblacional y económico del oeste pampeano. En las distintas versiones abundan las expresiones vinculadas al éxodo que siguió al desecamiento de los bañados y el río: “El año cuarenta y siete fue malísimo, malo, malo, la mayoría de la gente tuvo que irse a Alvear. Quedaron en la miseria por la falta de agua” (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 865).
El despoblamiento dejó una huella profunda en la memoria pampeana, denominándosela desde el reclamo por los recursos hídricos, como “diáspora saladina”. Así lo recordó Benéitez: “Yo mismo cuando dejó de correr el río transporté gente de Árbol de la Esperanza, Paso de los Algarrobos, la mayoría se fue a Mendoza, familias enteras hicieron abandono de todo, como los Tobio, los Gatica…” (Escribanía General de Gobierno de La Pampa, 1978, p. 861).
La falta de agua superficial implicó la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento. En este aspecto, los testimonios destacan cómo fueron necesarios la instalación de molinos y cavar pozos para extraer el agua por bombeo. El agua que quedó temporariamente luego del corte o cuando se producían crecidas o sueltas de caudal, rápidamente se estancó en remansos y se salinizó o corrompió, por lo que no era apta para el ganado: «…el valle del Atuel-Salado constituye una extensa llanura aluvial con gran desarrollo de bajos cerrados, sin desagüe inmediato, que suelen constituir salitrales. Se encuentra ubicado en una ‘depresión estructural’, geológicamente hablando, la cual ha permitido la acumulación de un importante espesor de sedimentos (200-300 m)» (Nota, Construcción de embalses tajamares asesoramiento, 1973, p. 5).
*El texto de la autora contiene fragmentos de la Introducción y el Capítulo VI «Abrazo partido: consecuencias». Podés conseguir la edición impresa de Atuel, el abrazo partido de el siguiente link: https://ediuns.com.ar/producto/atuel-el-abrazo-partido/ - Todas las imágenes: Foto: Depositphoto