“La Reforma Agraria Popular se centra en la emancipación humana”

En esta entrevista con Cira Pascual Marquina y Chris Gilbert, creadores y presentadores de Escuela de Cuadros, João Pedro Stedile, portavoz clave y fundador del MST, analiza el énfasis del movimiento en la lucha colectiva y la solidaridad, los desafíos de organizar la producción cooperativa y el significado de la reforma agraria integral.

Por João Pedro Stedile, Cira Pascual Marquina y Chris Gilbert

Sobre la colectividad y la cooperación
João Pedro: Creemos que solo la lucha de masas puede lograr conquistas sociales y organizar eficazmente a la gente. Si quieres cambiar tu vida, tienes que participar en la lucha de masas, porque ahí reside la verdadera fuerza: en el pueblo. Como fuerza organizadora, la lucha de masas es más efectiva que el simple impulso del trabajo colectivo. Por eso, en el trabajo de base de nuestro movimiento, vinculamos la lucha de masas con el poder político.
Nuestra fuerza no reside en nuestros argumentos ni ideas, sino en la cantidad de personas que podemos movilizar. Desde el principio, hemos adoptado un método que involucra a todxs: niños, jóvenes, hombres, mujeres y ancianxs. Toda la familia debe participar en una ocupación de tierras para que tenga éxito. Una ocupación de tierras es una acción colectiva de masas que debe generar la fuerza suficiente para generar conflicto y obligar al gobierno nacional, al estado, a aplicar las leyes de reforma agraria.
El segundo concepto que está entretejido en la estructura de nuestro movimiento es la solidaridad, que consideramos un principio civilizatorio de la razón humana. Los seres humanos solo pueden realizarse plenamente y encontrar la felicidad a través de la solidaridad, que en última instancia es ayuda mutua. ¿Qué significa esto? Para ocupar tierras y cambiar mi vida, debo unirme a otrxs en un acto de solidaridad como iguales. Al mismo tiempo, estas acciones colectivas también generan una mayor solidaridad de la sociedad y la clase trabajadora hacia nuestra lucha. Este principio ha definido nuestro movimiento desde sus inicios.
Otro desafío importante es organizar la producción después de que la gente reclame la tierra y forme lo que en Brasil llamamos un assentamento. Inicialmente, existía una fuerte voluntad política para desarrollar la producción agrícola colectivamente. Sin embargo, tanto nuestra experiencia como la de los campesinos en general han demostrado que el trabajo cooperativo en la agricultura puede ser bastante difícil. Cada campesinx interactúa con la naturaleza de manera diferente, siguiendo sus propios ritmos y horarios de trabajo. Algunos se levantan temprano para comenzar sus tareas, mientras que otros duermen hasta tarde y comienzan más tarde. Algunos llevan a sus hijxs al campo, mientras que otrxs no. Con el tiempo, nuestra experiencia nos ha enseñado que, cuando se trata de cultivar la tierra, la colectivización no siempre funciona.
Dado que organizar colectivamente la mano de obra campesina [en el campo] resultó difícil, reorientamos nuestro enfoque hacia estructuras cooperativas en otras áreas de producción. Por ejemplo, el MST ha establecido cooperativas para adquirir maquinaria agrícola o gestionar la comercialización de productos agrícolas, incluyendo plantas de procesamiento y almacenes. Hemos avanzado hacia la etapa de agroindustrialización cooperativa, desarrollando empresas para la producción de leche, el suministro de la cadena de frío y más. La producción agroindustrial es compleja y requiere diversas tareas que se realicen con precisión y colaboración, por ejemplo, en el procesamiento y la distribución de alimentos. Es aquí donde se concentran ahora nuestros esfuerzos cooperativos.
Sobre la Reforma Agraria Integral
João Pedro:
 A lo largo del siglo XX, la mayoría de los países operaron bajo la hegemonía del capitalismo industrial. Para este último, era conveniente integrar a los campesinos al mercado, razón por la cual se implementaron reformas agrarias en la mayoría de los países industrializados del Norte Global. Las llamamos reformas agrarias “clásicas” porque fueron las primeras; implicaron la expropiación de latifundios y la redistribución de tierras entre los campesinos. Estos campesinos se integraron al mercado interno. Consumían lo producido por la industria y también producían para la agroindustria.
Si bien estas reformas agrarias clásicas desempeñaron un papel importante en el desarrollo de las fuerzas productivas, también representaron una alianza entre la burguesía industrial —que se oponía a los latifundios y a la oligarquía rural— y los campesinos, que necesitaban tierra para trabajar. Sin embargo, como usted señaló, desde la década de 1990, el sector hegemónico del capital se ha desplazado del capital industrial al capital financiero y sus corporaciones multinacionales, que dominan el mercado mundial y, por extensión, la agricultura. A diferencia del modelo anterior, que mantenía una alianza con los campesinos, existe una nueva forma de explotar la agricultura, conocida como agronegocios. Es la forma en que el gran capital domina la agricultura en su conjunto. Implica el monocultivo a gran escala, el uso generalizado de semillas transgénicas, la mecanización intensiva y el uso generalizado de fertilizantes y pesticidas químicos.
Ante este nuevo modelo capitalista, el bloque campesino tuvo que replantear su proyecto, que ya no podía centrarse exclusivamente en la tenencia de la tierra. En cambio, debía abordar la reorganización de la agricultura en general. Se comenzaron a desarrollar nuevos programas, no solo enfocados en la defensa del pequeño productor. Llamamos a nuestro programa la “reforma agraria popular”, pero en otras partes de América Latina se le llama “reforma agraria integral” o, cuando se busca un enfoque más político, “reforma agraria radical”. Estos son solo nombres. Sin embargo, lo importante es que el programa ahora es diferente. Tenemos que pensar en la agricultura en su conjunto y responder con nuevos paradigmas. En el pasado, las reformas agrarias a favor de los campesinos, ejemplificadas por excelencia por la reforma de Emiliano Zapata durante la Revolución Mexicana, tuvieron una enorme influencia en toda Latinoamérica. Sin embargo, el proyecto no puede limitarse a distribuir la tierra; debe tratarse de responder a las necesidades de todo el pueblo. Por lo tanto, ahora nuestro objetivo es abordar las necesidades del pueblo en su conjunto, y debemos hacerlo con nuevos paradigmas. En la época de Zapata y en las reformas agrarias asiáticas, los campesinos buscaban liberarse de la explotación de los latifundios o de los señores feudales. Sin embargo, en el mundo actual, la reforma agraria popular debe apuntar, sobre todo, a la producción de alimentos saludables para toda la población.
Esto implica emplear la agroecología como método de producción de alimentos. Además, debemos defender la naturaleza. Si no reforestamos, protegemos las fuentes de agua y salvaguardamos la biodiversidad, la vida en este planeta no será sostenible. Ya estamos presenciando los efectos devastadores del cambio climático, que pone en peligro a millones de personas y se cobra muchas vidas. Tan solo el verano pasado, más de cincuenta mil personas murieron en Europa debido al calor extremo. En mi estado natal, Brasil [Rio Grande do Sul], un diluvio afectó a unxs cinco millones de personas. Afortunadamente, el número de muertos fue relativamente bajo —alrededor de doscientas—, pero se destruyeron los cultivos y miles perdieron sus hogares, incluido mi hijo. Este es el futuro que está creando el capitalismo. Nos corresponde a nosotrxs, en las zonas rurales, defender la naturaleza para que la vida en este planeta pueda continuar para todxs.
La nueva reforma agraria popular también se centra en lo que llamamos emancipación humana. Esto significa que, en la tierra que recuperamos, además de producir alimentos, proteger la naturaleza y salvaguardar el agua y la biodiversidad, también debemos forjar nuevas relaciones sociales entre las personas que la habitan.
Ahora no se trata solo de defender el modo de vida campesino. Necesitamos escuelas, agroindustrias y, sobre todo, nuevas relaciones humanas. La vida debe ser emancipadora, basada en la buena convivencia, en el respeto a la diversidad, a las mujeres, a las diversas identidades sexuales, a las personas negras, a todas las culturas. Éste es el nuevo paradigma que estamos construyendo; una tarea continua y permanente.
En definitiva, esto no es solo un programa teórico escrito en papel que la gente simplemente seguirá. Es un proceso educativo continuo, un proceso de autoformación y autotransformación dentro de las comunidades. Requiere cambiar la economía de maneras que también transformen la sociedad. Por ejemplo, no podemos superar el patriarcado sin garantizar que las mujeres tengan ingresos y trabajo autónomo. Nadie imagina un futuro en el que las mujeres trabajen en el campo todo el día como bestias de carga. Lo que buscamos es trabajo digno e ingresos para las mujeres, para los jóvenes, para todos. Para nosotros, esto solo es posible mediante el desarrollo de cooperativas agroindustriales. La producción cooperativa creará nuevas relaciones económicas y sociales capaces de combatir las distorsiones del capitalismo: el patriarcado, la discriminación racial y todas las demás formas de opresión.
Este artículo forma parte de una serie sobre la reforma agraria, publicada en vísperas de la Segunda Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR+20). Con la proximidad de la CIRADR+20, ofrece un espacio multilateral fundamental para evaluar los avances en la gobernanza responsable de la tierra, la pesca y los bosques, así como para desarrollar y coordinar políticas públicas eficaces que aborden diversos problemas apremiantes. Entre ellos se incluyen el acaparamiento de tierras y recursos, la creciente concentración de tierras, el cambio climático, la degradación de las tierras y la pérdida de biodiversidad, la violencia contra los defensores del derecho a la tierra, la discriminación contra las mujeres y las niñas, y el papel de la tierra en contextos de conflicto y guerra.

La transcripción completa de la entrevista está disponible en el sitio web de  Monthly Review.
Fuente: La Vía Campesina

 

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