Ébola: una mortífera "brujería" para la que sigue sin haber vacuna

Desconocido en Europa, los brotes de Ébola siembran África de muertes ante la mirada impotente de las organizaciones sanitarias

LUIS GIMÉNEZ SAN MIGUEL

En agosto de 2007 se detectó una extraña enfermedad en el distrito ugandés de Bundibugyo, nadie sabía de qué se trataba. "Las muertes en la comunidad iban en aumento y la gente llegaba a los centros de saludo con fiebre muy alta, dolor abdominal, vómitos, diarrea y fatiga", relata a Médicos Sin Fronteras Kiiza Isaac, un enfermero de 42 años que hace cinco contrajo esta letal enfermedad. A diferencia de muchos otros, él consiguió sobrevivir a lo que posteriormente descubrieron que era un brote de Ébola. 
Estaba trabajando como enfermero en un centro de salud de Kikyo cuando el Ministerio de Interior informó sobre la extraña emergencia en la zona. Isaac recuerda que "vinieron epidemiólogos del ministerio y aconsejaron llevar a los pacientes afectados a centros hospitalarios". La comunidad ignoraba lo que estaba pasando, "pensaban que los enfermeros habían sido embrujados". Mientras recogía las muestras de sangre de los pacientes, él también fue infectado "porque no disponíamos de suficiente equipo de protección". Tras un gran número de pruebas en las que se descartó la primera hipótesis, la malaria, finalmente los laboratorios dieron la confirmación: había contraído el Ébola. Era una nueva cepa, "no el Ébola-Sudán, no el Ébola-Zaire... lo llamaron Ébola-Bundibugyo".
En el último mes Kiiza Isaac se ha traslado al distrito de Kibale, foco de un nuevo brote en el oeste de Uganda, para ayudar a otros a superar la enfermedad. El brote apareció a finales de julio y hasta el momento se ha cobrado 17 vidas humanas, aunque a día de hoy tanto la Organización Mundial de la Salud como Médicos Sin Fronteras lo han declarado bajo control. "La contención de la epidemia es un proceso complejo, pero el hecho de que los ingresos en el hospital estén disminuyendo sugiere que el nivel de contagio es bajo", explicaba el pasado jueves el doctor Paul Roddy, epidemiólogo de MSF. "Hasta ahora, el brote tiene una tasa de mortalidad del 27%", añadía
Para poner coto a la epidemia, la organización médico-humanitaria trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Salud ugandés y otros agentes como el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Cruz Roja de Uganda y la Organización Mundial de la Salud. Uno de los retos es dar apoyo psicológico y social a los pacientes y sus familias. Además, MSF trabaja con las autoridades de salud para evitar que se produzcan escenas de rechazo en las comunidades cuando los pacientes vuelven a sus hogares.
Según la doctora Olimpia de la Rosa, que lidera el equipo de emergencia de MSF en Uganda, la declaración del brote fue el día 28 de julio, cuando se publicaron los resultados de los análisis, aunque los primeros casos aparecieron el día 12. Explica que "el primer caso parece haber sido una bebé de tres meses, cuya madre también estaba enferma. Cuando la pequeña murió, la familia intentó averiguar la causa pero no lo consiguieron. Hubo incluso rumores de bujería y magia".
De las 65 personas que acudieron al entierro de la niña, 15 enfermaron y de ellas 11 han muerto. "Los contagios se producen por contacto estrecho con los fluidos de la persona enferma, por eso los funerales resultan fuente de gran preocupación, en especial si no se toman medidas de precaución a la hora de manipular el cadáver", relata de la Rosa. De esta forma, el presidente de Uganda llamó a los ciudadanos a que eviten el contacto directo entre ellos. Sin embargo, la doctora de MSF prefiere optar por una postura menos alarmista y afirma que "es cierto que evitar el contacto directo es una buena medida de protección, pero las personas que no tienen síntomas no son contagiosas, por lo tanto no hay que tener miedo a salir a la calle. Disminuir el contacto es una medida general de protección contra el Ébola pero realmente sólo está justificada en la zona de Kibaale".

Identificado en 1976
El temido virus del Ébola, que debe su nombre al río congoleño, fue identificado por primera vez en 1976 durante una epidemia en ese país. Es causante de la fiebre hemorrágica viral, una enfermedad infecciosa, muy contagiosa y peligrosa tanto para animales como hombres. De tal forma, durante la epidemia que se propagó en la República del Congo entre diciembre de 2002 y abril de 2003 murieron un 90% de los infectados, 128 personas. En términos absolutos, la más letal fue la que tuvo lugar en 1995 en el mismo país, entonces llamado Zaire, y que se llevó la vida de 256 personas.
Perteneciente a la familia de los Filoviridae, hasta hoy se han conocido cinco especias distintas de Ébola: Zaire, Sudán, Bundibugyo, Costa de Marfil y Reston. Este virus se transmite por contacto directo con sangre, secreciones y otros líquidos corporales, así como órganos o tejidos, de personas infectadas, teniendo un periodo de incubación de 2 a 21 días. Así, es habitual que se propague en entornos como los centros de salud si el paciente no está aislado y el personal sanitario convenientemente protegido, o en funerales y entierros, en los que parte de cortejo puede manipular el cadáver. En algunos países se han documentado también casos de infección humana asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas y antílopes infectados.
El diagnóstico se realiza mediante el análisis de muestras de sangre y la manipulación de las muestras supone un gran peligro, por lo que se realiza en condiciones de máxima contención biológica. Además, hasta el momento no se ha descubierto ninguna vacuna ni tratamiento específico contra el virus
El reservorio natural del Ébola parece encontrarse en los bosques pluviales africanos y en algunas áreas del Pacífico Occidental. Algunos indicios en investigaciones han apuntado a los murciélagos como foco primario del virus, pero, a pesar de los extensos estudios realizados hasta la fecha, el ciclo de transmisión natural no se ha determinado aún con certeza.
Fuente: Publico.es - Imagen: talcualdigital.com

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