¿Osos en Argentina?

Desde siempre, los osos provocan fascinación en el ser humano. Han sido motivo de leyendas y de historias que dejan huella en la memoria e, incluso, su presencia ha inspirado varias películas. En las últimas décadas, las ocho especies de oso que existen en el mundo también han sido protagonistas de proyectos científicos que buscan asegurarles un futuro y, al mismo tiempo, proteger sus hábitats. Este es el caso del oso andino o de anteojos, el único representante de la familia Ursidae y del género Tremarctos que habita en América del Sur y, que desafortunadamente, desde hace varios años está clasificado como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Por: Antonio José Paz Cardona


El oso andino habita en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y solo hasta hace muy poco se comprobó que su distribución llega hasta el noroeste de Argentina. Este gran mamífero es clave para la permanencia de los ecosistemas andinos. El gran territorio que necesita para vivir y alimentarse es una de las razones que lo convierten en una especie sombrilla, es decir, aquella que al ser conservada permite la protección de muchas otras, tanto de fauna como de flora.

Los expertos aseguran que el animal se encuentra en riesgo debido a la destrucción de sus hábitats y, en muchos casos, a la cacería que realizan campesinos que lo acusan de acabar con sus cultivos y ganado, a pesar de que en la mayoría de los casos no tienen evidencias al respecto.
Explorando el hábitat más austral del oso andino
Durante mucho tiempo hubo una gran incertidumbre sobre la presencia del oso andino en Argentina, incluso, se debatía si estaba presente en el sur de Bolivia. De esto ya no existe duda. Hacia los años 2005 y 2006, Fernando Del Moral, “casi por producto de la casualidad” —como él mismo dice— se encontró con huellas de oso andino, mientras estaba en una salida de campo investigando sobre jaguares en el departamento de Orán, en la provincia de Salta, al noroeste de Argentina. “Fue un hallazgo valioso porque la presencia del oso andino había sido muy discutida en Argentina e inclusive en el sur de Bolivia”, le dice a Mongabay Latam el biólogo argentino.
Del Moral y otros de sus colegas presentaron los resultados en un boletín de la Asociación para el Estudio y Manejo de los Osos (IBA), con sede en Estados Unidos. Ese, recuerda Del Moral, fue el inicio del Proyecto Juco, una organización de la que actualmente es director y que tiene como objetivo el monitoreo, manejo y conservación a nivel poblacional del oso andino en las selvas nubladas del noroeste de Argentina y el sur de Bolivia, y que con el tiempo también empezó a trabajar con otros grandes carnívoros en esa región.
“El camino ha sido bastante extenso y a veces difícil porque los trabajos de campo y la permanencia del proyecto muchas veces han sido costeadas por los investigadores. En ese sentido, el proyecto fue adquiriendo un componente no solo científico, sino también social que está muy vinculado con las luchas territoriales, ambientales y sociales de comunidades indígenas y campesinas, la protección de las cuencas altas de agua y la preservación de la parte terminal de los Andes tropicales que está vinculada con selvas nubladas, pastizales de altura y cañales de alturas; un complejo regional muy poco conocido y con una alta diversidad”, relata Del Moral.

Huella fresca de pie de oso andino en su registro más austral en los Andes Tropicales del Sur, en la provincia de Jujuy (Noroeste de Argentina). Foto: Pablo Labarta.

Los análisis genéticos que se han hecho en el Proyecto Juco han mostrado que las densidades de oso andino en Argentina (provincias de Salta y Jujuy) son extremadamente bajas. Los investigadores siguen intentando indagar más sobre las particularidades poblacionales en esta región, pues aún falta más información sobre esta especie a la que, hasta el momento, se ha vinculado con bosques y pastizales de altura.
“Las estimaciones que manejamos son de entre 50 y 100 individuos. Una población extremadamente baja y con una tasa de encuentro con humanos muy baja. Como particularidad, el oso en este ecosistema [noroeste de Argentina y sur de Bolivia] tiene encuentros frecuentes con otras especies de grandes carnívoros como el jaguar, inclusive a cotas tan altas como los 3800 y casi 4000 metros de altura en algunas partes”, explica el investigador.
Uno de los principales logros del Proyecto Juco fue la inclusión del oso andino en el listado de mamíferos presentes en Argentina, pues las provincias de Jujuy y Salta no habían sido muy exploradas y lo que se conocía muchas veces correspondía a extrapolaciones de otros sitios. “El trabajo extensivo en territorio permitió este logro, también hemos llevado a cabo los primeros análisis genéticos para el oso en nuestra región y queremos vincular estos trabajos con otros investigadores en el sur de Bolivia, ya que esto nos va a abrir muchísimas más puertas, en cuanto a ver la diversidad genética que tiene el oso aquí e indagar en algunos aspectos de su historia evolutiva en su distribución más al sur”, asegura Del Moral.

Levantamiento de muestras genéticas de oso andino en los bosques húmedos montanos del norte de la Argentina. Foto: cortesía Proyecto Juco.

Otro tema en el que Del Moral y sus colegas de investigación han sido pioneros es en el rastreo de huellas de oso auxiliándose del olfato de los perros. Para el investigador, al ser el perro un animal sumamente social, su fuerte vinculación con el humano ha sido un gran aporte a muchos proyectos científicos pues, en los trabajos de campo y de exploración, potencia y optimiza mucho más el éxito de los resultados que se pueden obtener. “Hay diversos estudios, y nosotros estamos llevando a cabo uno que está en pleno desarrollo, en donde se miden las tasas de encuentro de indicios de oso y jaguar (huellas, restos, olores, etc) obtenidas tanto por investigadores expertos como por perros. Hemos obtenido hasta cinco veces más éxito de hallazgos con los perros”, comenta.
De hecho, Del Moral recuerda que las primeras muestras de oso andino en Argentina fueron colectadas con dos de los perros del Proyecto Juco (Gaucho y Baquiano). Fueron esas muestras las que permitieron acceder a material genético que posteriormente fue secuenciado.
Otra de las investigaciones en las que trabajan actualmente tiene que ver con las interacciones del oso con el jaguar, tanto en áreas de altura, un hábitat poco frecuente para el felino, como en zonas bajas de selva lluviosa, un hábitat poco frecuente para el oso.

“Tarso”, uno de los canes de rastreo durante el marcaje de una muestra de excreta en el campo. Foto: cortesía Proyecto Juco.

Extracto de una nota más extensa - Fuente: https://es.mongabay.com/2023/02/conservacion-del-oso-andino-en-ecuador-y-argentina/ Imagen principal: Oso andino en los páramos ecuatorianos. Foto: cortesía Fundación Oso Andino..
 

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