Agrotóxicos en el aire, el agua y en las personas de ciudades: lo confirmó una investigación científica censurada en Argentina

Una investigación de la Unión Europea confirmó la presencia de decenas de agrotóxicos en personas, aire, agua, suelo y alimentos. El trabajo científico, que se realizó durante cinco años y abordó once países, es una prueba contundente del envenenamiento que sufre la población (tanto rural como urbana), de la contaminación ambiental y de la desidia de gobiernos y empresas.

Por Anabel Pomar

Agrotóxicos en aire, agua, suelo y en las personas del campo y la ciudad. La contaminación y el envenenamiento producto del agronegocio está confirmado ahora también por un estudio científico europeo que fue censurado en Argentina. "Construyendo el futuro de la protección vegetal sostenible (Sprint)", es el título del trabajo realizado durante cinco años por académicos de once países y que detalló el grave impacto del modelo agroindustrial en la salud de la población y en el ambiente.
Los países con población estudiada fueron Argentina, Francia, España, Portugal, Italia, Países Bajos, Suiza, Dinamarca, República Checa, Croacia y Eslovenia.
Los plaguicidas encontrados se cuentan por decenas. Las mezclas de varios de ellos fue una constante en toda las matrices, tanto en Europa como en Argentina. Dentro de los más hallados se encuentran herbicidas como el glifosato, su metabolito AMPA, 2-4D e insecticidas de base piretroide.
En Argentina los muestreos fueron realizados en el sudeste de la provincia de Buenos Aires. Y todas las personas testeadas tenía glifosato en su cuerpo (tanto las que viven en el campo como las que habitan la ciudad). Respecto de las concentraciones, los suelos de Argentina tienen un promedio de agrotóxicos más alto que el de Europa; en las plantas eran iguales, y en el aire de las casas y en el agua también eran más altos. En cuanto a los valores en las personas, los plaguicidas en la materia fecal de las muestras de Argentina fueron muchos más altos.
El trabajo se desarrolló durante cinco años (2020 a 2025) y Argentina fue el único país fuera de la Unión Europea, ya que sus exportaciones (granos y carnes) son consumidos en ese continente. Los hallazgos fueron alarmantes. Confirmaron que peligrosos agrotóxicos están presentes en cuerpos, ambiente y alimentos, incluso allí en dónde no son utilizados.
Los agrotóxicos encontrados en Argentina fueron glifosato, su metabolito AMPA, Atrazina, Metolacloro, 2,4-D, clorpirifos. Insecticidas como Fipronil, Imidacloprid, Cipermetrina. Fungicidas como el Tebuconazol, entre otras peligrosas sustancias que representan un riesgo para la salud y el ambiente.
"Escuelas pulverizados a solo diez metros de distancia”

Foto: Depositphoto

Los expertos concluyeron que es urgente la reducción del uso de plaguicidas. También afirman con preocupación que los estándares de control actuales (para evitar los riesgos tanto para la salud humana como para el ambiente) no son suficientes.
La riesgosa situación es posible, fundamentalmente, porque los plaguicidas son autorizados de modo aislado y lo que llega efectivamente a los cuerpos y territorios es un cóctel de venenos cuyos efectos no se contempla a la hora de designar la peligrosidad, ni analiza la toxicidad de la exposición a largo plazo. La investigación concluye que hay evidencia suficiente para determinar que ese efecto es absolutamente negativo.
“Necesitamos replantearnos cómo definimos y medimos el riesgo”, asegura Violette Geissen, coordinadora general del proyecto Sprint. “No basta con analizar una sustancia en un laboratorio, sino que debemos observar cómo se comportan las mezclas reales en condiciones reales. Esto incluye comprender cómo se mueven los pesticidas a través del suelo y el agua, cómo se combinan con otros contaminantes como los microplásticos y cómo se acumulan con el tiempo. Sprint ha demostrado que podemos recopilar este tipo de datos. Pero significa alejarse de una visión estrecha, químico por químico y adoptar un modelo más holístico”, enfatiza.
Iván Villareal vive en Laguna Brava —municipio bonaerense de Balcarce— y es una de las 73 personas que participó como voluntario en los muestreos argentinos. Le detectaron siete agrotóxicos en sangre, doce en orina, seis en materia fecal y respira 17 plaguicidas diferentes en su vida diaria, aunque él no utiliza ninguno. Todos peligrosos para la salud. “Y eso parece no importarle a nadie”, denunció ante Agencia Tierra Viva. “A las autoridades locales, menos, ya que hacen como si nada pasara”, enfatizó.
Enterado de la finalización del proyecto, cuestionó: “La única vez que el INTA nos dijo algo fue a puertas cerradas, el que era el Director, nos formalizó la entrega de los estudios personales, y nunca más nadie se comunicó. Fuera de eso tampoco ninguna persona del sector salud se nos acercó. Nadie. Y a pesar de los hallazgos no tenemos ninguna protección concreta que aleje a esos plaguicidas de nuestros hogares. Acá tenemos escuelas y jardines de infancia que son pulverizados a solo diez metros”.
No es el cierre de proyecto que esperaba y mucho menos el que necesita, tanto él como el resto de las personas que habitan esos ambientes fumigados. “El que decidió salirse del proyecto fue el anterior Gobierno. El actual directamente quiere que el INTA desaparezca. Es decir, estamos peor todavía”, afirmó, pero también dejó un aviso: por la salud de todos y por las infancias, no piensa bajar los brazos, ni dejar de denunciar.

Télam

Tóxicos y más tóxicos
Los resultados finales fueron presentados en Bruselas (Bélgica), el 25 de junio en una conferencia pública. Resaltaron la presencia de, en un rango general, de 78 a 115 plaguicidas biocidas en las matrices analizadas. Un total de 99 plaguicidas en el aire, 100 en el suelo de cultivos, 78 en los cultivos, 99 en sedimentos en terrenos agrícolas y 115 en agua dulce. Muchos de esos plaguicidas en concentraciones mayores a las permitidas en la Unión Europea y algunos, como el DDT, prohibidos desde hace décadas.
Las personas testeadas dentro del proyecto recibieron una pulsera que monitoreaba la exposición directa de esas personas a los venenos. Los datos señalan que las personas están expuestas hasta 173 agrotóxicos. También fueron tomadas muestras de orina, materia fecal y sangre. En esos fluidos se detectaron unos 90 plaguicidas biocidas en total (hasta cinco por muestra).
Se determinó que en el interior de los hogares de personas que utilizan agrotóxicos hay un promedio de 80 plaguicidas. Y dentro de los hogares de personas que cultivan de modo agroecológico también hay residuos en polvo: se detectaron hasta 65 plaguicidas. El 43 por ciento de ellos son potencialmente cancerígenos y disruptores endocrinos.
La mayor parte de los plaguicidas hallados tienen dentro de su peligrosidad la capacidad de alterar y dañar la flora intestinal. Un microbioma intestinal desequilibrado puede afectar la digestión, las hormonas y la salud física y mental. Las pruebas también indican que la exposición a algunos pesticidas puede influir en el comportamiento social a través de cambios en el microbioma que afectan al cerebro.
Los impactos de los agrotóxicos son más perjudiciales en los bebés prenatales y los niños pequeños, señalan los investigadores del proyecto Sprint, incluso en dosis bajas: “Se necesitan más precauciones para reducir su exposición. La forma en que se prueban los plaguicidas antes de su aprobación debe considerar los efectos a largo plazo y centrarse en grupos sensibles, como los niños”.

Syngenta

Situación en Argentina
Los resultados de los testeos en Argentina lo ubican como el país con mayor cantidad de peligrosos plaguicidas como el glifosato y el clorpirifos. Y alertan que los cócteles de sustancias se encuentran en volúmenes muy por encima de las halladas en territorios y cuerpos europeos. Incluso cuando los pesticidas individuales pasan las "pruebas de seguridad" de las empresas, sus efectos combinados en el ambiente pueden ser mucho más fuertes y representar riesgos para la vida silvestre y los ecosistemas.
Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De ellas, un tercio eran consumidoras, un tercio habitantes de pueblos pequeños y “vecinos de productores” y el otro tercio era productores agropecuarios de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja de forma agroecológica. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales. Se tomaron muestras en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales.
Los resultados desagregados indican que:
    •    “El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”.
    •    En los ambientes en las que esas personas se mueven a diario, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras” de detección.
    •    En alimentos: “El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.
    •    En el polvo del hogar: “El total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.
    •    Granos de cultivos: “El total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.
    •    En animales: “El total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).
    •    En alimento para animales: “Un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.
    •    En suelos: “El total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.
    •    Agua superficial: “En el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.
Censura gubernamental

Foto: Subcoop

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) fue el organismo que representaba a la Argentina en el consorcio de universidades y expertos de Sprint. Está identificado como "socio número 16, CSS11-Buenos Aires" dentro del proyecto y abandonó la investigación en 2023 mediante la Resolución 2023-399-APN-INTA, sin comunicar jamás, de manera oficial, los hallazgos de agrotóxicos en las personas y en el ambiente.
De ese modo, Mariano Garmendia y Nacira Muñoz, presidente y vice del INTA en ese momento, y el que era su Director Nacional (Carlos Parera), sellaron un final vergonzoso para la participación nacional. La censura tiene implicancias gravísimas ya que se trata de información relevante para la salud pública y la prevención de peligrosas enfermedades que es ocultada a la sociedad.
La responsable del trabajo en representación del organismo, la investigadora Virginia Aparicio, tiene prohibido hablar del tema, responder consultas de los medios de comunicación y enfrenta un sumario interno iniciado por Muñoz.
Pese a los intentos del silenciamiento, los resultados de lo hallado en Argentina forman parte de la presentación general, ya que el INTA salió del proyecto cuando los muestreos ya habían sido realizados.

Foto: Nicolás Pousthomis / Subcoop

Un cambio de modelo es urgente
El proyecto Sprint generó una nueva y extensa evidencia científica sobre los efectos de los plaguicidas en la salud y el ambiente. Y también, tras el análisis de lo relevado, produjo una serie de recomendaciones para los responsables políticos que deciden y permiten que esos agrotóxicos estén en los territorios. La investigación afirma que las políticas actuales no se ajustan a la realidad de lo que sucede efectivamente en los ambientes fumigados.
Entre las sugerencias más urgentes recomiendan:
Respecto del modo de testear y aprobar los plaguicidas. “Las evaluaciones de riesgos a menudo solo consideran sustancias individuales de forma aislada. Nuestra investigación muestra que las personas y los ecosistemas están expuestos a mezclas complejas. Los responsables políticos deben avanzar hacia evaluaciones más integradas y basadas en sistemas. También debemos apoyar a los agricultores en la transición a prácticas alternativas, ya que no podemos esperar cambios sin proporcionar las herramientas y los incentivos adecuados”.
Sobre la necesidad de producir de un modo respetuoso con el ambiente y sin utilizar tóxicos, en los resultados se puede adquirir información que además señala que el beneficio es también económico. “Los estudios demuestran que las explotaciones agroecológicas pueden reducir los costos de protección de cultivos y mantener buenas ganancias, especialmente con el apoyo gubernamental”.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/agrotoxicos-en-el-aire-el-agua-y-en-las-personas-de-ciudades-lo-confirmo-una-investigacion-cientifica-censurada-en-argentina/ - Imagen de portada: Foto: Depositphoto

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