Ecuador: Cómo los shuar responden al cambio climático y la degradación ambiental en Ecuador


Nota del editor
Este artículo forma parte del programa de becas Voces Indígenas de Dialogue Earth. Los ocho becarios son periodistas y narradores indígenas de todo el Sur Global. El objetivo del programa es poner de relieve no solo las temáticas indígenas, sino también la narrativa, el trabajo periodístico y las perspectivas de los propios comunicadores indígenas.
Nosotros, los shuar, cuyo nombre significa “gente de la cascada”, estamos repartidos por un gran territorio que abarca tanto la selva amazónica de Ecuador como parte de la de Perú. Nuestra cultura, rica en tradiciones y cosmogonía, se basa en una profunda conexión con la naturaleza. Consideramos el bosque nuestro hogar y nuestra fuente de vida, y hemos desarrollado un profundo conocimiento de sus secretos, desde las propiedades medicinales de las plantas hasta los ciclos de los animales. Soy consciente de lo especiales que son nuestras tradiciones y, como periodista shuar, soy consciente de la renovada importancia que están adquiriendo ante el cambio climático.


Dunio Chiriap Jimbicti

Llevo en la sangre la responsabilidad de ser guardián de la biodiversidad amazónica. He crecido viendo cómo nuestros conocimientos ancestrales nos han permitido vivir en equilibrio con la selva, respetando sus ciclos y recursos. La caza, la pesca y la agricultura de bajo impacto no son solo técnicas de subsistencia, sino expresiones de nuestra relación con la naturaleza. Para nosotros, la selva no es solo un entorno, sino un ser vivo con el que debemos convivir en armonía. Esta cosmovisión nos enseña a proteger ecosistemas frágiles y a cuidar las especies que dependen de ellos, porque entendemos que nuestra supervivencia está intrínsecamente ligada a la salud de nuestro territorio.
Hoy, sin embargo, la comunidad shuar de San Luis Ininkis se enfrenta a los retos del cambio climático, que amenazan su territorio y su modo de vida. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas ha proyectado y descrito en repetidas ocasiones estos desafíos: aumento de las temperaturas, cambios en los patrones de precipitaciones y fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes. Esto ya se están sintiendo en la región.

Descanso de la minga (trabajo comunitario) en la comunidad shuar de San Luis Ininkis, en la provincia de Morona Santiago, en Ecuador. Los shuar practican una agricultura de bajo impacto y se esfuerzan por vivir en equilibrio con el bosque (Imagen: Dunio Chiriap / Dialogue Earth)

Los datos climáticos específicos de San Luis Ininkis son limitados, pero un estudio realizado en 2024 por científicos que trabajan en Sudamérica y Europa detectó cambios significativos en los patrones de precipitaciones en la Amazonía ecuatoriana. Las selvas amazónicas de Ecuador y Perú también se enfrentan a una grave degradación debido a la deforestación.
El chakra
El chakra es un sistema agroforestal tradicional utilizado por los pueblos indígenas amazónicos, entre ellos los shuar. Se basa en un cultivo diversificado y sostenible, que combina cultivos como la yuca, el plátano y el maíz con árboles frutales, plantas medicinales y especies maderables. El chakra refleja nuestra conexión con la tierra: es un sistema de vida que nos enseña el equilibrio, la paciencia y la reciprocidad. Cada planta tiene su propio espíritu, su propia sabiduría. No nos curamos solo con hojas o raíces, sino con el conocimiento heredado de nuestros mayores, con el canto del bosque.

El chakra es un sistema agroforestal tradicional de distintos pueblos amazónicos, entre ellos los shuar. Está diseñado para ser sostenible, por ejemplo, combinando cultivos como la yuca, el plátano y el maíz en el mismo campo para favorecer la biodiversidad (Imagen: Dunio Chiriap / Dialogue Earth)

Desde pequeños aprendemos que la naturaleza no nos pertenece: es nuestra hermana, no nuestra propiedad. Solo tomamos lo que necesitamos, porque sabemos que lo que nos da el bosque también hay que devolverlo con respeto y cuidado.
Más allá de las comunidades shuar, los monocultivos agrícolas son comunes en Ecuador, especialmente en las zonas dedicadas a la agricultura comercial. Estos monocultivos suelen degradar el suelo y agotar la biodiversidad. Las prácticas agrícolas de las comunidades shuar, como el chakra, difieren sustancialmente al integrar los cultivos con árboles y plantas medicinales.
El chakra promueve la seguridad alimentaria, pero también tiene un impacto positivo en el medioambiente. Se inspira en la estructura del bosque natural, que favorece la biodiversidad y la regeneración continua del suelo. Como señala Aurora Jimbicti, agricultora shuar de San Luis Ininkis, “este modelo no solo fomenta la biodiversidad, sino que también actúa como un sumidero de carbono”. Los chakras ayudan a capturar las emisiones de carbono almacenándolas en suelos ecológicamente sanos, lo que contribuye a mitigar los efectos del cambio climático y a mantener las funciones de los ecosistemas en las tierras agrícolas.
Uso de tecnología
En Morona Santiago, las comunidades shuar también están integrando tecnologías modernas en sus prácticas tradicionales para combatir el cambio climático y proteger su territorio. Utilizan dispositivos como teléfonos celulares, tablets y drones para registrar datos climáticos, vigilar las amenazas medioambientales y difundir información sobre la conservación de sus tierras. Las redes sociales se han convertido en una herramienta esencial para compartir conocimientos, denunciar actividades ilegales y conectar con organizaciones asociadas.
La Fundación EcoCiencia, una organización socioambiental ecuatoriana sin ánimo de lucro, imparte formación en las comunidades shuar desde 2021 sobre tecnologías de cartografía y vigilancia, como drones y GPS. Por ejemplo, en enero, EcoCiencia organizó un taller sobre monitoreo y protección territorial. El taller incluyó la planificación de un sistema de alerta temprana para responder más rápidamente a las amenazas de deforestación y trabajar en la mejora de la cooperación con los gobiernos locales y nacionales.

Taller organizado por la Fundación EcoCiencia, una organización socioambiental ecuatoriana sin fines de lucro. Los participantes aprendieron a utilizar imágenes satelitales para detectar y responder a la deforestación en sus territorios (Imagen: Erick Tanguila)

El acceso a teléfonos móviles y tabletas ha aumentado en la comunidad shuar de Morona Santiago en los últimos cinco a siete años, gracias a la mejora de la cobertura de la red móvil y del acceso a Internet en la región. Antes, la comunicación dependía de las radios comunitarias y de las visitas presenciales entre pueblos cercanos.
“Antes solo usábamos nuestra memoria y la palabra para transmitir el conocimiento”, explica Antonio Jimbict. “Ahora con el celular y la tablet podemos registrar lo que vemos en la selva y compartirlo con el mundo”.
Un vivero comunitario
El vivero Siembra Vida – Iwiakma Araatá nació hace aproximadamente seis años. Es una iniciativa de Clareth Ankuash, de 47 años, que decidió actuar ante la disminución de las especies autóctonas en su territorio.
Ankuash es una mujer shuar de la comunidad de San Luis Ininkis. Ama de casa y guardiana del conocimiento ancestral, ha dedicado gran parte de su vida al cultivo y la conservación de las plantas. Desde su infancia, aprendió de su madre y sus abuelas el valor de cada planta y cómo utilizarlas para la alimentación y la medicina tradicional. Con el apoyo de otros miembros de la comunidad, comenzó a recolectar semillas y a propagar plántulas de árboles y plantas medicinales esenciales para el ecosistema y la cultura shuar. Sus esfuerzos han permitido que el vivero crezca hasta alcanzar aproximadamente media hectárea. Hay más de 100 plantas en diferentes etapas de crecimiento, destinadas a la reforestación y restauración de áreas degradadas.
Una vez listas, las plántulas del vivero se trasplantan a diferentes partes del territorio, especialmente en zonas afectadas por la deforestación o la pérdida de vegetación. Algunas especies también se entregan a las familias para que las integren en sus chakras o huertos.
Entre las plantas autóctonas que se cultivan se encuentran la guayusa (Ilex guayusa), el aguarico (Caryodendron orinocense), el cedro (Cedrela odorata), la chonta (Bactris gasipaes), la sangre de drago (Croton lechleri) y el copal (Dacryodes peruviana). Cada una tiene diferentes usos y beneficios: las hojas de guayusa se utilizan para elaborar una bebida que se prepara normalmente por la mañana para obtener un aporte energético; la madera de aguarico y cedro se utiliza para la construcción; los frutos de la chonta se consumen por sus propiedades nutritivas; y la sangre de drago y la resina de copal se utilizan para curar diversas enfermedades.
“El vivero no solo nos permite recuperar nuestro bosque, sino también nuestra cultura”, afirma Ankuash. “Cada planta que plantamos en la tierra es un pedazo de nuestra historia y lo que queremos dejar a nuestros hijos”.
Lecciones para el mundo
Como miembro de la comunidad shuar, creo firmemente que lo que está sucediendo en San Luis Ininkis no solo afecta a nuestra Amazonía, sino al mundo entero. Sabemos que los sistemas de conocimiento indígenas son fundamentales para hacer frente al cambio climático. Esto también ha sido reconocido por muchas organizaciones internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Nuestras tierras son vitales para la conservación de la biodiversidad y, al mismo tiempo, desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático.

Un par de guacamayos en San Luis Ininkis. Los shuar practican un estilo de vida que conserva la biodiversidad local y que podría servir de modelo para mitigar la crisis climática (Imagen: Dunio Chiriap / Dialogue Earth)

A través de nuestra práctica ancestral del chakra, hemos aprendido a gestionar el bosque de una manera que respeta la naturaleza, protege nuestras fuentes de agua y captura carbono. Las prácticas agrícolas de bajo impacto de los shuar, adaptadas a las condiciones locales y diversas, son esenciales para mantener nuestra seguridad alimentaria y nuestra resiliencia frente al cambio climático.
San Luis Ininkis es un ejemplo de lo que podemos lograr cuando combinamos nuestros conocimientos ancestrales con las herramientas modernas. Nuestra experiencia sugiere que las soluciones más eficaces a los retos medioambientales suelen encontrarse en las prácticas que hemos conservado durante generaciones.
“El cambio climático no es algo lejano, lo vivimos todos los días”, afirma Santiago Yankura, líder de la comunidad shuar de San Luis Ininkis. “Pero con nuestras manos y nuestro conocimiento, estamos sembrando un futuro mejor”.

Fuente: https://dialogue.earth/es/bosques/como-los-shuar-responden-cambio-climatico-degradacion-ambiental-ecuador/  - Imagen de portada: Una mujer de la comunidad shuar de San Andrés cosecha limones en la provincia de Morona Santiago, Ecuador. El pueblo shuar, que habita las tierras amazónicas de Ecuador y Perú, está utilizando sus conocimientos tradicionales para adaptarse al cambio climático (Imagen: Dunio Chiriap / Dialogue Earth)

 

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