Uruguay: El crudo que manchó el silencio.

En Uruguay, un derrame en la boya petrolera de la empresa estatal dedicada a la producción y distribución de combustibles, alcoholes, lubricantes, cemento y biocombustibles, ANCAP, muestra no sólo un desastre ambiental sino que expone la completa descoordinación institucional para afrontar tal situación transformándola en un “fracaso de inteligencia ambiental”.

Por: Noalamina.org

La postal más reciente de la costa uruguaya no es de aguas turquesas ni arenas doradas. El viento trae un olor extraño, denso y químico, que se mezcla con la brisa marina. En las rocas, manchas negras y viscosas marcan la línea de marea. Pingüinos magallánicos aparecen inmóviles, sus plumajes irreconocibles bajo el manto de alquitrán. Lobos marinos arrastran sus aletas contaminadas hacia la orilla. Gaviotas y cormoranes baten en vano sus alas endurecidas por hidrocarburos. Esta es la imagen desgarradora que hoy define playas paradisíacas como Ocean Park, La Susana en José Ignacio o Playa Brava de Punta del Este.
El origen: un derrame de crudo que comenzó el domingo 3 de Agosto, durante la operación de descarga del buque Eagle San Francisco, de bandera maltesa, en la Terminal Este de ANCAP. La empresa estatal confirmó la suspensión de operaciones tras detectar una fuga en una estructura submarina clave para el suministro energético nacional, publicando oficialmente que fue controlada el 4 de Agosto, pero la gran aparición de crudo en las costas uruguayas permiten pensar que este derrame duró hasta el 7 de Agosto aproximadamente. Sin embargo, siguen apareciendo manchas de crudo hasta el día de hoy en las costas, lo cual no deja claro la magnitud de este incidente.

Foto: Así apareció la mancha de crudo en varias playas de Maldonado. Fuente: https://www.elobservador.com.uy/

LA ARITMÉTICA IMPROBABLE: 50 LITROS VS. 30.000 M² DE DEVASTACIÓN
El discurso oficial repite que fué un pequeño derrame, repitiendo una cifra: 50 litros. Pero la física cuenta otra historia:
        50 litros (0,05 m³) de petróleo crudo, en una capa ultrafina de 1 micra (0,001 mm), cubrirían 50.000 m² (5 hectáreas).
        La costa visiblemente afectada alcanza mínimo 30.000 m² (1.500 m de longitud x 20 m de ancho promedio), incluso en estimaciones conservadoras, de acuerdo a información que hizo llegar a LARED21 un biólogo marino que sigue de cerca el caso.
        La realidad es peor: el petróleo crudo no forma una película uniforme. Se fragmenta en parches espesos arrastrados por corrientes, incrustándose en arena y rocas desde Sauce de Portezuelo hasta El Chorro, afectando zonas no contiguas. ¿Cómo explican 50 litros la contaminación simultánea en playas separadas por kilómetros, la muerte de fauna protegida y manchas persistentes tras 72 horas? La respuesta lógica apunta a un subregistro alarmante o a fuentes múltiples no controladas.
EL DERRAME DE CRUDO FUE SUPERADO POR EL DERRAME DE DUDAS
Más grave que el petróleo fue la desinformación y el operativo de respuesta mostró grietas profundas: no hubo mando unificado ya que Prefectura, ANCAP (Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland), el Ministerio de Ambiente e intendencias actuaron de manera fragmentada. La comunicación fue contradictoria con vecinos y turistas reportando manchas antes que las autoridades. El monitoreo resultó opaco sin imágenes satelitales ni aéreas públicas para rastrear la mancha y la respuesta fue tardía con rescates de fauna improvisados y sin protocolos activados de inmediat.
“Esto no es solo un accidente, es un fracaso de inteligencia ambiental”, advirtió un biólogo marino consultado, quien agregó que cuando no hay datos abiertos ni comando claro cualquier derrame se convierte en catástrofe.
BIODIVERSIDAD EMPETROLADA: EL COSTO REAL
Las estadísticas palidecen ante la vida silvestre:
        Pingüinos magallánicos muertos o agonizantes, incapaces de regular su temperatura corporal.
        Lobos marinos y tortugas contaminados, con riesgo de intoxicación interna.
        Aves costeras incapaces de volar, condenadas a morir de hambre o frío.
        Sedimentos marinos impregnados de crudo, con riesgo de contaminación trófica a mediano plazo.
Lo que hoy es una mancha en la superficie, mañana será veneno silencioso en la cadena alimenticia.

Foto: Pingüinos muertos encontrados en las playas Fuente: elpais.com.uy

UNA INFRAESTRUCTURA ENVEJECIDA Y PELIGROSA
El derrame no es un hecho aislado. Registros de mantenimiento entre 2022 y 2025 mencionan fallas en válvulas, “pequeños derrames controlados” y licitaciones paliativas para sistemas de telemetría.
El informe del boletín Uruguay Sin Contaminación advierte que la Terminal Este opera con componentes críticos en estado vulnerable. La fuga reciente, reconocida como “fisura en soldadura”, confirma que la estructura requiere reemplazo integral, no simples parches.
“Esto no fue un accidente fue desidia, desinterés, abandono”
RIESGOS REGIONALES: DE MALDONADO AL ATLÁNTICO SUR
La falta de información oficial impide calcular la deriva completa del derrame. Pero los escenarios posibles son inquietantes:
        En menos de 72 horas, corrientes podrían transportar hidrocarburos hacia aguas internacionales.
        La Bahía de Samborombón, en Argentina, podría recibir remanentes con un cambio de vientos.
        En 15 a 25 días, la Corriente del Brasil podría llevar la mancha hasta el litoral sur de Brasil.
Esto deja de ser un problema local para convertirse en un riesgo ambiental transfronterizo.

Foto: La boya petrolera de José Ignacio (Terminal Este de ANCAP). Fuente: https://x.com/Armada_Uruguay

La boya petrolera se encuentra aproximadamente a 4,5 a 5 kilómetros de la costa (frente a José Ignacio, departamento de Maldonado). Es una boya flotante anclada al lecho marino, diseñada para permitir que grandes buques petroleros se amarren y descarguen (o carguen) hidrocarburos a través de mangueras flotantes y un sistema rotatorio,sin necesidad de ingresar a un puerto. Este tipo de infraestructura se conoce internacionalmente como “monoboya” o “Single Point Mooring (SPM)”.
EXPLORACIONES OFFSHORE: UN FUTURO MÁS RIESGOSO
La crisis ocurre justo cuando el gobierno impulsa exploraciones petroleras offshore en áreas OFF-1 y OFF-3, frente a la costa uruguaya. ONGs como Mar Libre de Petroleras Uruguay y la Red Unión de la Costa alertan sobre los impactos acumulativos: exploración sísmica con air guns que daña cetáceos y peces, más infraestructura frágil que ya demuestra su incapacidad de operar sin contaminar.
El derrame en José Ignacio refuerza el argumento de quienes sostienen que la matriz extractiva petrolera es incompatible con un país que se vende al mundo como “verde” y turístico.
CONCLUSIÓN: CUANDO LA MAREA NEGRA DESNUDA AL PAÍS VERDE
El derrame de petróleo en la Terminal Este de ANCAP no es un accidente operativo: es un espejo que refleja la fragilidad de la infraestructura energética uruguaya, la descoordinación institucional y la tensión entre desarrollo extractivo y preservación ambiental.
La matemática improbable de los “50 litros” se estrella contra kilómetros de playas contaminadas y fauna agonizante. La narrativa oficial no resiste la realidad de las manchas negras en la arena ni el olor químico en el aire.
Brilló por su ausencia una voz clara del gobierno central. Ni Presidencia ni el Ministerio de Ambiente asumieron públicamente la gravedad del caso. El vacío de liderazgo alimenta la sospecha de un encubrimiento institucional para proteger intereses económicos de corto plazo.
Uruguay se enfrenta a una disyuntiva: seguir maquillando cifras mientras su biodiversidad se hunde en la mancha, o asumir con transparencia que la apuesta petrolera tiene un costo ambiental inaceptable.

Fuente: elobservador.com.uy
 

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