El “destructivismo” de las nuevas (y no tan nuevas) tecnologías en la educación ambiental


La verdadera Educación Ambiental ha de estar dirigida fundamentalmente a problematizar la lógica de un sistema de organización social excluyente, antidemocrático, inviable y depredador; no hacerlo así implica incurrir en severas contradicciones entre los valores y hábitos pro-ambientales que se pretenden insertar en la población y aquellos que se generan de las prácticas más comunes y cotidianas de la sociedad consumista. La Educación Ambiental tiene una naturaleza política en tanto propugna la transformación de las estructuras sociales imperantes en el modelo civilizatorio en que vivimos.

Si por una parte se habla de constructivismo para señalar la acción de una persona de ir construyendo, momento a momento, día a día su conocimiento y habilidades, ayudado por un agente facilitador, sobre la base de lo que esa persona ya conoce, debemos considerar, por otra, la acción destructora, liderada en gran medida por los medios de comunicación y las llamadas nuevas tecnologías de la comunicación e información, sobre lo construido en el terreno de la educación ambiental, sobre todo por la escuela mediante la educación ambiental formal, en esa misma persona.
No es que la tecnología, nueva o no tan nueva sea nociva en sí: se trata de la finalidad que se le da en un contexto socio-económico y cultural concreto, en nuestro caso, el latinoamericano, en particular, en el de México.
Internet y otras nuevas tecnologías, al igual que la televisión, brindan oportunidades inmensas para el desarrollo humano pero el contexto dentro del cual se desenvuelven no es el más adecuado para que cumplan esta función: la televisión tiene unos 60 años de existencia y su contribución al desarrollo cultural y educativo es muy cuestionable; lo mismo pudiera decirse del cine y también de la documentación escrita (libros, prensa, revistas, etc.), por sólo mencionar algunas de las “viejas tecnologías”.
Las llamadas nuevas tecnologías se van introduciendo a duras penas en el mundo educativo de nuestra Latinoamérica, como consecuencia no exactamente de la globalización, sino de una globalización neoliberal, que le impone su sello característico de dominación a esta acción, de manera que tenemos que sufrir las NTIC como instrumentos de dominación ideológica y no de disfrutarlas como impulso de desarrollo intelectual, de comunicación , lúdico o, en el caso que nos toca considerar, defensor y desarrollador de la educación ambiental.
En lo que sigue trataremos primero cuestiones relacionadas con la educación ambiental, su carácter político y su relación con los medios de comunicación; esto nos permitirá posteriormente tratar con algunas NTIC y su aporte destructivista en el campo de la educación ambiental, sobre todo formal.
Educación, medio socio-económico y educación ambiental informal
La educación está inmersa siempre en un ambiente socio-político; responde a los intereses de las clases dominantes: es ideología
La educación tiene como función prolongar las relaciones de producción imperantes y lo hace a través de sus contenidos y métodos, por eso, no es neutral, aunque en nuestros países se le quiera dar esa envoltura por diferentes medios de comunicación: nos basta con recordar el papel de la educación en la época colonial en América, en simbiosis con la religión.
Desde aquellas lejanas épocas hasta ahora persiste la condición: la educación es una cuestión política.
Una de las características del sistema socioeconómico capitalista en el que nos desenvolvemos en casi todos los países de América Latina es el consumo desmedido o consumismo de artículos superfluos (desearíamos que también existiera un consumismo de cultura, de valores patrios, pero no es así); si las personas tienen valor es porque son consumidores y esa función debe estar activada de ser posible las 24 horas del día: “ la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar”, nos dice Galeano (2007); se trata de moldear un consumidor ejemplar a cada momento, es decir un consumidor, continúa Galeano, que “sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión”
La publicidad es el arma que se utiliza para que el ciudadano se transforme en el consumidor ejemplar, aprovechándose de los subproductos psicológicos propios del sistema y es que “la publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace: Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías”.
La publicidad utiliza los medios masivos de comunicación, ahora integrados a otros nuevos medios de información y comunicación; Según Szarazgat (2001) el despliegue de las innovaciones tecnológicas debería tener dos objetivos en las políticas públicas: Satisfacer las necesidades básicas de la sociedad, como el hambre, la pobreza y el desempleo, y constituirse en un instrumento emancipador.
Sin embargo, las nuevas tecnologías están muy lejos de acercarse a eso y la razón más básica es que responden al mismo sistema derrochador y mediatizador del que estamos hablando: el acierto más grande del capitalismo ha sido convertir a Internet en un basurero de información, comercial y de otros tipos, lleno de escritos de dudosa procedencia, de pornografía y de sitios para conseguir pareja, vender o comprar cosas. Lo mismo que ya se tenía con los otros medios de comunicación, pero al cuadrado.
Estas nuevas tecnologías de comunicación e información responden al desarrollo del capitalismo, en esta fase de Revolución tecnológica, y no es a la inversa, como a veces nos quieren hacer creer; mientras estas innovaciones estén en manos de los que detentan el poder, que son unos pocos, no brindarán su potencial a las mayorías: el uso que se hace de las tecnologías, nuevas o viejas, es partidista.
Zsarazgat (2004), refiriéndose al capitalismo en esta fase, dice que este “tecnocapitalismo comunicacional es devastador para la subjetividad tendiendo a crear un sujeto pasivo y a obturar la conquista de la conciencia crítica” y en estas condiciones, “la posibilidad de insertar la idea de discutir verdades instituidas en la conciencia colectiva, se erige como una utopía”
La educación ambiental es parte de la educación y como tal, tiene un carácter político: una de las razones específicas es que tiene como uno de sus objetivos (o debería tener, si es consecuente) el análisis del origen de los problemas ambientales y no sólo como algo que ya existe, como si se tratara de algo natural; esto nos llevará a encontrar que la mayoría de los grandes problemas (los problemas globales) son causados por la ambición desmedida de unos cuantos países que han pretendido (y siguen pretendiendo) administrar los recursos del planeta como suyos, sin importarles si hay otros países con sus respectivas poblaciones y derechos sobre muchos de esos recursos.
Sangronis (2004) nos dice al respecto que: “ La verdadera Educación Ambiental ha de estar dirigida fundamentalmente a problematizar la lógica de un sistema de organización social excluyente, antidemocrático, inviable y depredador; no hacerlo así implica incurrir en severas contradicciones entre los valores y hábitos pro-ambientales que se pretenden insertar en la población y aquellos que se generan de las prácticas más comunes y cotidianas de la sociedad consumista”; y más adelante establece: “La Educación Ambiental tiene una naturaleza política en tanto propugna la transformación de las estructuras sociales imperantes en el modelo civilizatorio en que vivimos”.
La educación ambiental puede ser formal o no formal (en estas modalidades está incluido el papel de la escuela) e informal.
En este último caso, aunque se puede realizar de forma espontánea (no quiere decir no planificada) en áreas de diversión o culturales, los medios de comunicación juegan un papel básico e incluso en muchos países se identifica la educación ambiental informal con la que se puede realizar con los medios de difusión y comunicación.
Aquí nos volvemos a encontrar con los medios de comunicación y las nuevas tecnologías; debería de haber al menos un equilibrio entre la propaganda consumista y la ambiental, sin embargo, esto no es ni será así, dada la naturaleza del sistema socioeconómico imperante; Szabó, Lakatos y Ruvovzky (2001) nos brindan un estudio desde Hungría, en el cual, en las conclusiones , expresan: “…los medios de comunicación local…pueden desempeñar un papel destacado en el contexto de la educación informal…Sin embargo, su uso para fines educacionales depende en gran medida de la voluntad y la decisión tanto de la sociedad local como de quienes administran los canales”; por otra parte, en el informe del Estado actual de la Educación Ambiental (MARENA) de Nicaragua se establece que uno de los problemas que obstaculizan y dificultan el impulso de la educación ambiental es: “El débil papel jugado por los medios de comunicación social en la divulgación ambiental y la ausencia de mensajes realmente educativos a través de los mismos”.
Entonces, el problema es que la educación en general y en particular la ambiental, tanto formal como no formal, en el caso ideal de que se realicen con una efectividad considerable (lo cual está muy lejos de la realidad) a través de actividades planificadas en las escuelas, no sólo no puede tener un desarrollo importante en el medio en que nos desenvolvemos, sino que sufre una destrucción desde los medios de comunicación, llámense estos televisión o Internet; lo que se hubiera esperado, lo deseado, era que por el contrario, se vieran fortalecidas por estas tecnologías. Veamos más de cerca este asunto con dos ejemplos.
La televisión (TV)
La TV es uno de los medios de comunicación masiva, reciente (unos 60 años de vida), que debería funcionar como herramienta importante de la educación (en México, según datos del INEGI de 1997 (INEGI, 2008), el 93.3% de hogares cuenta con TV); sin embargo, esta tecnología, junto con otras de nueva creación nos muestra que “los esfuerzos por educar mediante estas tecnologías se ven contrarrestados por la apropiación de los mismos por grupos minoritarios, cuya finalidad es el beneficio económico” (Gil R.), esto porque “no son comunicadores ni educadores quienes controlan esos procesos, sino los mercaderes de siempre”.
La potencialidad que tiene la imagen para educar, mostrando lo que a primera vista no se ve, hechos que están ocurriendo en el momento, trayendo información de otras formas de vida y desarrollo, distantes en tiempo y espacio, etc., es desestimada, relegada, dándosele prioridad a la publicidad, a la creación de necesidades en el público, al consumo desenfrenado; la tendencia que ha predominado, en lo que a utilización de la TV se refiere, es su uso para incomunicar, desinformar, deseducar y desunir (Gil).
TV vs Educación
Este efecto de deseducar, puede interpretarse en el sentido de que la TV, como parte de la educación informal, destruye lo que la escuela, la familia o la iglesia pueden hacer y es que:
-La TV puede sintonizarse a cualquier hora
-La programación está plagada de anuncios que promueven no sólo el consumo, sino el consumismo
-Promueve la violencia y el sexo sin razón, aún en anuncios dirigidos a niños y adolescentes, en horario de niños y adolescentes.
-Despersonaliza al individuo: la única razón de existir es consumir
-Promueve el que para “ser alguien” en la vida “es suficiente ser audaz, transgresor e inmisericorde y conseguir nuestros objetivos cueste lo que cueste y caiga quien caiga” (Con poder radio)
Algunos efectos perjudiciales a la educación formal por parte de la TV se manifiestan en que pueden provocar en el estudiante:
-Aburrimiento en clase de los alumnos si no se usan imágenes en movimiento
-Problemas para leer textos
-Búsqueda de lo fácil, del entretenimiento, del exitismo, en lugar de la reflexión, el trabajo para conseguir las cosas y lo estable, en lugar de lo efímero
Al margen de la cuestión de cuántas horas por día pasan los niños viendo TV (se estiman entre 2.5 y 4), diversos investigadores coinciden en que ver TV es la segunda actividad, en lo que a tiempo se refiere, de estos niños, después del sueño: “teniendo en cuenta los fines de semana y las vacaciones, los estudiantes pasan más horas viendo televisión que en clase” (Fernández F.)
TV y Educación ambiental
Si bien en el marco de nuestros países de América Latina la educación es, como los medios de comunicación, transmisora de la ideología predominante, se tienen elementos positivos, como la educación ambiental, que si bien no se realiza de forma adecuada (identificando las bases del laberinto ambiental en que nos han metido las grandes empresas, con sus grandes inversiones y su gran derroche del planeta), propicia una visión diferente del mundo en que vivimos; la educación ambiental aparece en los sistemas educativos como “intersticios, grietas o márgenes que no alcanzan a generar cambios de larga duración, sino que en general, aparecen como pequeños disruptores, finalmente fagocitados por la velocidad, la publicidad o el zapping” (Fernández V, 2007); pero observando nuestra realidad, nos preguntamos:
¿Cómo puede germinar la semilla del cuidado del ambiente si la publicidad dicta el consumo de miles de productos, en la mayoría de los casos innecesarios, que generan desechos?
¿De qué sirve inculcarle al niño la idea de una alimentación balanceada si la TV ordena consumir refrescos, pastelitos y hamburguesas?
¿De qué sirve inculcarle al niño la idea del peligro del bióxido de carbono si la TV nos ordena comprar un carro nuevo cada año (no recordamos haber visto en TV la promoción del eslogan del día mundial del medio ambiente de este año: ¡Deja el hábito! Hacia una economía baja en carbono)?
¿En qué medida sirve concienciar al niño del uso adecuado de las tecnologías de información y comunicación si a diario los anuncios de TV les ordenan que deben comprar y usar ilimitadamente teléfonos celulares?
Dada la esencia del sistema capitalista, que es vender, vender y vender, sin importar qué o a quién, la contradicción entre educación ambiental y medios no puede desaparecer: no es de esperar que los empresarios anuncien que se compre su producto sólo si es necesario o que lo consuman lo menos posible, en beneficio del ambiente; ante esto, no es raro que la influencia de la TV y otros medios “contrarreste o, pulverice a la educación programada por la escuela” (Gil)
INTERNET
Aunque Internet tiene potencial educativo enorme (como la televisión), que “ha permitido acceder a un inconmensurable acervo de información, enciclopedias, obras maestras de todas las artes, tesis, currículas, leyes, técnicas, procedimientos, etc. que no estaban anteriormente a nuestra disposición” (Lara), su uso con estos fines es similar al de la TV (es un medio de comunicación): pobre
Roberto Etcheverry (Etcheverry, 2005), analizando la relación entre Poder, Democracia e Internet, nos dice que en un ambiente democrático la educación debe sugerir amplias visiones del mundo y estas, a su vez, promoverán una inserción productiva de Internet, en la sociedad y en la educación; esta educación, ahora potenciada por Internet deberá tener un impacto en la democracia, lo cuál incidirá en una mejora del estado de poder; sin embargo, en los países de América Latina, donde las democracias dejan mucho que desear, en ambientes educativos precarios, sólo se producen espíritus acríticos, por eso es que Internet “no impacta en forma significativa en la mejora de la Democracia, y por ende tampoco en un mejor estado de Poder”.
Nuevamente la cuestión no radica en a qué medio nos referimos, sino al uso que se le da en un determinado contexto social: el mismo E. Lara manifiesta: “El Internet no debe ser el espacio de contenido idiota en que algunos mercanchifles quieren convertirlo”; en la frase anterior, si cambiamos Internet por TV el significado es el mismo (también si se cambia por celular o por videojuego).
Es como si, yendo hacia atrás en el tiempo, volvemos a vivir lo que ya otras generaciones anteriores vivieron con otras tecnologías; se dice que quién no conoce la historia, corre el riesgo de repetirla: en el caso de estas nuevas tecnologías, para los países latinoamericanos, es la misma historia que con las “viejas tecnologías” y así como Etcheverry nos dice que en forma aislada Internet no impacta de forma significativa en la mejora de la Democracia, también nos dice que “De igual forma en el pasado, estuvo ausente el impacto alguno de trascendencia per se, de ninguna de las nuevas tecnologías de su tiempo: la máquina de vapor, la electricidad, el ferrocarril, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, la máquina de escribir o la computadora”.
Según INEGI (INEGI, 2008) en 2007 en México la quinta parte de la población de 6 o más años declaró usar INTERNET; de estos, el 49.5 % accede de 1 a 3 días por semana. De la población entre 12 y 17 años el, 44.2 % lo utiliza.
México se encuentra a la par que Brasil, Chile y Argentina en cuanto a los hogares con conexión a Internet, con un 12 %, según datos del INEGI
Internet es usado para promover muchos tópicos, sin olvidar el comercio, por supuesto. En este mar negro de páginas irrelevantes para el desarrollo de la educación ambiental, y más bien nocivas a ella, se encuentran islas como la página de Greenpeace o Ecoportal, a las cuales es bueno aferrarse antes de que el barco informativo naufrague, en su navegación internáutica, por los mares oscuros del consumismo, la pornografía y la desinformación.
Consideraciones finales
-La tecnología en sí no es buena ni mala, pero está ligada a intereses comerciales, personales e imperialistas en nuestros países; esto determina que el uso que se les dé esté acorde a esos intereses, que dejan fuera a la mayoría de la población.
-El que se considere a estas mayorías sólo como consumidores pasivos, haciéndoles creer que ellos eligen lo que compran (no elegir si compran o no, eso no está en discusión, sólo pueden “elegir” qué y cuanto compran y a quién) determina que prácticamente se ponga de lado no sólo el ambiente, los recursos del planeta, sino la integridad de las personas, su desarrollo intelectual, su salud, su edad y género, etc. Las campañas publicitarias van con todo para lograr ventas, no importa de qué ni a quién, en detrimento del ambiente y del individuo.
-Las llamadas nuevas tecnologías siguen el mismo destino que las viejas tecnologías: ser cómplices de las clases dominantes; el Internet, el celular o los videojuegos pretenden principalmente vender, transmitir ideología, modos de vida, idiomas, costumbres y otras tantas cosas que no respetan a los receptores ni a sus culturas.
-Algunos autores hablan sobre el poder de la educación para lograr que la introducción social de estas tecnologías florezca, que dé sus frutos a las mayorías pero no perciben el marco socio-político en el que se da la educación, marco muy estrecho y que ya no da más, por lo cual estas nuevas tecnologías no impactarán positivamente a la sociedad; un trabajo de Félix Fernández titulado Televisión, publicidad y educación propone realizar en la escuela actividades que desarrollen el espíritu crítico de los niños hacia lo que ven, sobre todo, lo relacionado a la publicidad: esto está muy bien, pero el problema no está en lo que sí haga la escuela, sino en lo que no dejan de hacer los medios, ni dejarán de hacer; por otra parte, el trabajo se refiere a la televisión; imaginemos qué lejos estamos todavía de poder hacer algo al respecto con las nuevas tecnologías, si en este siglo XXI y a 55 años de la incursión de la TV en nuestras vidas todavía estamos proponiendo los educadores (sin que nos hagan caso) formas de atacar el embate de esta vieja tecnología.
-La labor, poca o mucha, que realiza la escuela a través de la educación ambiental formal, en la construcción de saberes y habilidades, sobre todo de los niños y adolescentes, se ve no sólo opacada, sino destruida por el aparato comercial y de dominación en que se desarrollan nuestras sociedades; este destructivismo es innato al ambiente socio-económico predominante y en estos tiempos se globaliza con ayuda de las NTICs cuya labor se encuentra sesgada, a favor de los dictados de quienes las poseen, como ya ha sucedido con las viejas tecnologías. www.ecoportal.net

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