"LA FUERZA DEL INTENTO"

Foto y Texto de: Lucas Chiappe
BOSQUES ANDINO PATAGONICOS

Leyendo una estadística sobre el lamentable estado de los Bosques Nativos en nuestro país, me asombraba (como supongo les va a ocurrir a ustedes), al constatar que en los últimos 4 años se destruyeron en Argentina más de 1 millón de Has de bosque nativo a “tala rasa”... una práctica silvícola absolutamente perimida que tiene efectos colaterales impredescibles en el entorno, al arrasar toda su red de biodiversidad anexa.
Lo cual significa que delante de las narices de miles de personas y gracias al silencio cómplice de nuestros gobernantes y de los medios, ha ocurrido uno de los peores biocidios planetarios de los últimos tiempos... con el único fin de remplazar esos ricos y antiguos ecosistemas por un monocultivo sojero dedicado al enriquecimiento económico de unos pocos, que exportan ese producto hacia Hemisferio Norte.
Una realidad más acorde con los tiempos de barbarie que se vivió durante la “era industrial” de los siglos pasados, que a la situación de emergencia planetaria que estamos viviendo en la actualidad...
Ya que todas cifras indican que hemos superado la capacidad de carga de este planeta y estamos al borde de una verdadera catástrofe ecológica sin precedentes, al menos desde la última era glaciar.
Obviamente este panorama responde en gran medida a la ignorancia ambiental y la codicia insaciable de un reducido grupo de empresarios locales y corporaciones trasnacionales, que, lejos de comprender la gravedad del problema al que nos enfrentamos, siguen priorizando un insostenible lucro económico a corto plazo.

Sin embargo más allá de este análisis sombrío sobre nuestro comportamiento cultural , quisiera volver a las estadísticas del desmonte en nuestro país para resaltar que, almargen de estas cifras desalentadoras hay un datos que vale la pena rescatar para obtener un panorama de la situación en que sobrevive ese escaso 30% de Bosque Nativo que aún florece en Argentina:
En los últimos 20 años los Bosques Andino-Patagónicos han sido el único ecosistema que no ha sufrido “bajas” considerables en cuanto a su masa forestal y su biodiversidad...
Un dato alentador... sobretodo si se comprende que esta situación responde a una serie de factores sociales que vale la pena subrayar... ya que los argentinos nos caracterizamos por pensar que las situaciones de catástrofe o los ejemplos de esperanza: simplemente nos “ocurren”... Una actitud de consecuencias nefastas.

Que hoy ciertos gobernantes patagónicos se puedan llenar la boca con algunas estadísticas ambientalmente corrrectas, no se debe a su repentina sabiduría, sino al hecho que desde hace 30 años a lo largo de la cordillera, han surgido una cantidad de organizaciones no-gubernamentales que se dedican con mucho empeño y mayor constancia, a un trabajo de concientización ecológica pionero en nuestro país.
En todos los niveles didácticos, a través de los medios de difusión locales, pero sobretodo, ejerciendo una gran presión social (muchas veces a costa de riegos personales) sobre las decisiones políticas que se han tomado desde principio de los ’80...
No voy a resumir en esta breve nota las numerosas eco-confrontaciones-debates y ásperas discusiones que se han librado en estas tierras australes con ese propósito, ya que el listado sería demasiado extenso y correría el riesgo de olvidar alguna.
Tampoco me interesa resaltar el valor de alguna organización específica que a través de su acción y coraje logró modificar decisiones tomadas en los niveles más altos de gobierno... O situaciones de consecuencias ambientales aparentemente irreversibles debido a la enorme disparidad de fuerzas entre los grupos corporativos más poderosos del país y del extranjero, frente a un pequeño grupo de pobladores que no cuentan con más recursos económicos que sus propios bolsillos...
Simplemente quisiera señalar que, si lograramos internalizar la eficacia real de “la gota que horada la piedra”.. O el hecho de invertir una parte de nuestra energía en lo que algunos llamamos “la fuerza del intento”... Les puedo asegurar que la situación socio-ambiental de nuestro entorno podría modificarse más allá de nuestras esperanzas... Además de dejarle a nuestros hijos alguna posibilidad de revertir este camino, que hoy nos lleva sin atenuantes hacia un abismo.
En base a mi propia experiencia en el campo de la conservación de los bosques andino-patagónicos les quiero dejar con estas palabras un mensaje muy claro:
“Se puede amigos... SI, se puede luchar contra tanta corrupción y tanta desidia... Simplemente hay que proponérselo y desde su propio ámbito de acción (laboral-educativo-recreativo o el que prefieran), comenzar a ejercer presión... primero sobre los administradores “locales y temporales” de nuestros bienes comunes... y luego sobre la sociedad en su conjunto...
Pero no olviden que esas acciones deben basarse en una buena dosis de información confiable, sumada a esa cuota de sentido común que parece haberse perdido en el medio de un supuesto “desarrollo”, que avanza y se expande dejando atrás una nefasta huella ambiental por los 5 continentes, ciego ante sus propias y nefastas consecuencias.

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