Un nuevo informe demuestra el saqueo europeo de tierras en países del Sur



La agricultura industrial y los agrocombustibles son los principales culpables de esta “huella ecológica”
Un nuevo informe publicado esta semana revela que la creciente demanda de piensos y agrocombustibles en Europa tiene como consecuencia la pérdida de grandes masas forestales, graves emisiones de efecto invernadero y conflictos rurales en los países del Sur. La Unión Europea en su conjunto necesita más de 16 millones de hectáreas de superficie agrícola cada año para alimentar a su ganado y cada vez más a sus vehículos, lo que supone un área equivalente a la suma de la superficie agrícola de Alemania y Hungría. La inmensa mayoría de estas tierras están en América Latina. España es el segundo país que más superficie necesita per cápita de toda la UE.
La investigación muestra que el mayor consumidor de tierras es la soja, importada a Europa fundamentalmente para alimentación animal, pero cada vez en mayor medida para producir agrocombustibles (también conocidos como biocombustibles). La producción de soja es uno de los más importantes causantes de deforestación en América Latina, y se asocia a la degradación ambiental y social generalizada, incrementándose no sólo el uso de pesticidas, si no también la violencia por la propiedad de las tierras, y los abusos de los derechos humanos de las comunidades locales y campesinas. Además, los consumidores europeos no son convenientemente informados de que gran parte de esta soja está modificada genéticamente, ya que las actuales leyes de etiquetado de estos productos no se aplican a los derivados de animales alimentados con transgénicos.
Otros hallazgos destacados del informe son:
* La población de Chipre, España y Dinamarca es la que más productos animales consume. Utilizan respectivamente 340, 253, 243 m2 por persona fuera de sus fronteras tan solo para producir la soja necesaria para alimentar a sus animales de granja.
* Alemania, Francia y el Reino Unido en conjunto necesitan 4,5 millones de hectáreas para obtener la soja que mantiene su dieta actual.

El Gran Saqueo Europeo de Tierras
El coste del consumo europeo de piensos y agrocombustibles

Resumen
La Unión Europea (UE) utiliza más de 16 millones de hectáreas de tierra agrícola cada año para alimentar a su ganadería y a sus coches. Esto equivale a la suma de la superficie cultivable total de Alemania y Hungría juntas. España es el segundo país europeo con mayor demanda de superficie per cápita.
El principal destino de esta tierra es la producción de soja, que se importa a Europa sobre todo para producción de piensos, pero cada vez más para producción de agrocombustibles (también conocidos como biocombustibles). La mayor parte de esta superficie está en América Latina, donde la creciente demanda provoca la pérdida de bosques primarios, gran cantidad de emisiones de efecto invernadero, inseguridad alimentaria y conflictos en el medio rural. La cantidad de tierra
que la UE necesita para agrocombustibles y alimentación animal excede el área total deforestada a nivel mundial cada año1.
Esta investigación se centra en la “huella ecológica” europea para alimentación animal y agrocombustibles2. El principal cultivo utilizado para agrodiésel en Europa es la colza (56%), que supone más de 2 millones de hectáreas de tierra agrícola. El aceite de soja supone un 17% del agrodiésel de la UE, mientras que el aceite de palma, al que se responsabiliza de deforestación a gran escala y un gran volumen de emisión de gases de efecto invernadero en Asia supone un 7%. Alemania es el principal consumidor mundial de agrodiésel, con casi 3.800 millones de litros en 2007, casi el equivalente al resto de países de la UE juntos.
España es el segundo país europeo en consumo de alimentos de origen animal per capita en la UE. Necesita para ello 253 m2 en terceros países por persona y año tan solo para la producción de soja destinada a alimentación de animales de granja. Alemania, Francia y el Reino Unido necesitan en conjunto 4,5 millones de hectáreas para cultivar la soja que mantiene sus dietas ricas en alimentación animal.
Los consumidores europeos no tienen acceso a información sobre el hecho de que la gran mayoría de esta soja está modificada genéticamente, ya que las leyes no obligan al etiquetado de los derivados animales como carne, leche o huevos de animales que han sido alimentados con transgénicos.
Amigos de la Tierra y COAG, junto al resto de grupos de Amigos de la Tierra Europa y de la Coordinadora Europea Vía Campesina consideran que si España y la UE en su conjunto están comprometidas firmemente a enfrentar desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad global, los derechos humanos, y enfrentarse a la crisis alimentaria, deben reducir su dependencia de importaciones de soja y detener el uso de cultivos para la producción de combustibles de forma urgente.

Introducción
La producción de soja es uno de los principales factores que fomentan la deforestación en América Latina, y está asociada a una grave y extendida degradación ambiental, al incremento en el uso de pesticidas, violencia y abusos sobre los derechos humanos de las comunidades locales y de los campesinos, además de al incremento de la inseguridad alimentaria. Europa es el principal importador de soja de América Latina, por lo que juega un papel fundamental en su expansión.
Esta investigación se ha centrado en la “huella ecológica” europea en términos de superficie utilizada para el consumo de productos animales y de los principales agrocombustibles, estimando la cantidad de tierra necesaria para la producción de soja, aceite de palma y caña de azúcar. Se ha comprobado que la UE necesita 14 millones de hectáreas de tierra para abastecer sus necesidades de soja, de las que el 87% se encuentran en Brasil y Argentina.
El mayor consumidor de soja dentro de la UE es la industria intensiva del porcino, seguida por la industria avícola.
Alemania, Francia, y el Reino Unido son los países que necesitan una mayor cantidad de tierra para producir soja, mientras que en superficie per capita, los principales son Chipre, España y Dinamarca, donde se consumen las mayores cantidades de productos animales.

Soja y deforestación
La producción de soja en América Latina se ha más que duplicado durante los últimos 15 años.
Brasil es el segundo mayor exportador mundial de soja, y más de la mitad de su producción se sitúa en el centro y sur del país, en tierras que hasta hace poco eran espacios naturales. Cerca del 16% de la selva amazónica y del 60% del Cerrado ya se han perdido. Después de un descenso en las tasas de deforestación en 2007, el reciente “boom” del precio de la soja ha
impulsado e incrementado la deforestación, con más de 770.000 hectáreas de masa forestales taladas solo entre Agosto de 2007 y Agosto de 2008. Se estima que otras 9,6 millones de hectáreas más de Cerrado se podrían perder de aquí a 2020 por la expansión de la soja, el mismo destino que puede correr el 40% de la Amazonía antes del 2050.
La deforestación supone en torno al 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global, más que el total de las emisiones de GEI de la UE. La reducción de emisiones de la deforestación sería por lo tanto esencial para alcanzar el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo del umbral de los 2 grados centígrados. La deforestación ha tomado un papel fundamental en las negociaciones sobre cambio climático y la UE se ha comprometido a ponerle
fin a la deforestación mundial a más tardar en 2030, y a reducir la masiva deforestación en zonas tropicales al 50% en 2020, respecto a las tasas actuales.
Amigos de la Tierra considera que la UE fallará para conseguir estos objetivos si no afronta una de las causas fundamentales de la deforestación a escala global, el consumo de piensos y de agrocombustibles.

Soja, seguridad y soberanía alimentaria
randes extensiones en América Latina, que anteriormente se utilizaban para cultivos alimentarios básicos, se han reconvertido a la producción de soja. Un claro ejemplo es Argentina, donde la expansión de la soja ha supuesto que la superficie dedicada a cultivos alimentarios se ha reducido de forma dramática. El área utilizada para el cultivo de arroz se ha reducido un 44%, la de maíz un 26%, la de trigo un 3% y la de girasol un 34%. Esto está conectado con un incremento significativo
en el precio de los alimentos básicos, que llegan a un 130% en arroz y a un 272% en el caso de las lentejas.
En Brasil, los pequeños campesinos y las comunidades indígenas están siendo desplazados de sus tierras. Esto destruye los sistemas diversificados de pequeña agricultura, responsables de la producción de la mayor parte de los alimentos básicos. Por lo tanto, la expansión de la soja ha supuesto una concentración de la propiedad de la tierra y una progresiva reducción del número de pequeños agricultores, reduciendo así la seguridad y la soberanía alimentaria.
A escala global, el cultivo de materia prima para alimentación animal supone una tercera parte de la superficie agrícola. La demanda de alimentos derivados de animales (como carne, leche o huevos) plantea una grave presión sobre el uso de la tierra para cultivos de producción de piensos, fundamentalmente soja, y ha sido identificada como una de las causas de la reciente
crisis alimentaria. Con su alto uso de tierra per capita fuera de sus fronteras y por su dependencia de las importaciones de piensos, la UE es culpable de la subida global de los precios de los alimentos.

Soja transgénica
La mayor parte de la soja cultivada en América Latina es soja modificada genéticamente de Monsanto, conocida como Roundup Ready, lo que fomenta el uso de métodos agrícolas aún más intensivos. La soja Roundup Ready está modificada genéticamente para tolerar el herbicida Roundup de Monsanto (glifosato), pero datos gubernamentales confirman que el uso de esta tecnología ha supuesto la aparición de “malas hierbas” resistentes a este herbicida. Como consecuencia, se tienen que utilizar mayores cantidades de Roundup, así como de otros herbicidas más antiguos y dañinos como el 2,4-D (un componente del desafortunadamente famoso Agente Naranja) y Atrazine (prohibido en la UE por sus daños sobre la salud). El glifosato se ha convertido en una grave fuente de contaminación, que afecta las aguas superficiales y acuíferos, amenaza la salud pública y arrasa con el resto de la vegetación.
Se han documentado graves riesgos para la salud por culpa de los pesticidas que se acumulan en la cadena alimentaria, y por el rociado aéreo de estos pesticidas por los grandes terratenientes y las grandes empresas agrícolas. Las comunidades que viven cerca de plantaciones de soja muestran graves problemas de salud, incluyendo continuos dolores de cabeza, sarpullidos, problemas estomacales, tasas crecientes de abortos no provocados y malformaciones en recién nacidos. Datos gubernamentales de los principales países productores de soja indican claramente que el uso de pesticidas no disminuye con el uso de soja transgénica.

Fuente: Amigos de la Tierra www.tierra.org

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