Poner freno al saqueo de los mares

El consumo mundial de pescado y marisco se ha duplicado en los últimos 50 años. Cada año, 80 millones de toneladas, casi la mitad de los peces, camarones y mejillones provienen de la acuicultura. Esta industria está construyendo jaulas flotantes en el mar para cría de salmón, instalando estanques artificiales en las costas para cría de camarones o contenedores en naves industriales para criar otros animales marinos.

Pero la llamada acuicultura no es una auténtica solución a la sobrepesca ni a la contaminación de los océanos sino que agrava los problemas. Para engordar a los animales utilizan grandes cantidades de harina y aceite de pescado. Por ejemplo, necesitan hasta cinco kilogramos de anchoa, caballa o sardina peruana, para producir un solo kilo de salmón. Un enorme desperdicio.
Anivel mundial, más de dos tercios de la harina de pescado y tres cuartos del aceite de pescado se utilizan actualmente como alimento en criaderos.
La fundación holandesa Changing Markets ha investigado como las flotas vacían los océanos ante África y Asia, para abastecer fábricas de harina de pescado en Gambia, India y Vietnam. De ahí, el alimento producido se transporta a granjas acuícolas en países como China, Noruega y Gran Bretaña. Y explican que al final, los animales alimentados de esta forma aterrizan aparentemente también en supermercados como Mercadona en España y Lidl en Alemania.
Además, las granjas acuícolas contaminan los océanos con grandes cantidades de excrementos, productos químicos, antibióticos y basura. Se apoderan de bahías, costas y manglares y destruyen ecosistemas. Por lo tanto, la industria de la acuicultura también arruina los medios de subsistencia de pescadores locales y también costeros.
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El estado de las granjas acuícolas
Cada vez hay más cría de animales marinos en granjas acuícolas. Sobre todo, grandes empresas que operan a nivel global crían peces como salmón, caballa o dorada en jaulas flotantes en el mar y otros como lenguado, rodaballo en piscinas en naves industriales en tierra. En Norteamérica se producen incluso super salmones modificados genéticamente, cuya venta está permitida en Estados Unidos y Canadá. En total, se producen de esta forma 52 millones de toneladas de pescado.
Langostinos tropicales y cangrejos se crían por el contrario normalmente en lagunas artificiales que se construyen en territorios que se van ganando a los bosques de manglar. Mejillones y ostras se cultivan en cuerdas adheridas a balsas flotantes. En total, se producen de este modo unos 30 millones de toneladas de langostinos y mejillones en todo el mundo. La producción mundial de la industria acuícola asciende actualmente a 90 millones de toneladas por año.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que la acuicultura producirá en 2030 anualmente 109 millones de toneladas de pescado, lo que supondrá un 60% del consumo mundial de pescado. La pesca de peces silvestres y otros animales marinos se mantiene por el contrario desde hace años en 90 millones de toneladas por año.
Una buena parte de las especies de peces, langostinos y otras especies marinas dependen de proteínas animales del mar para su alimentación. Un 90% de las especies que se transforman en harina de pescado son aptas para el consumo humano, informa la fundación Changing Markets en sus dos estudios Pescando para una catástrofe y Hasta que los mares se sequen – Cómo la industria de la acuicultura está saquenado los océanos. Además, los arrastreros del sector de las harinas de pescado a menudo capturan grandes cantidades de peces pequeños.
Una quinta parte de la pesca mundial se destina a la producción de harina y aceite de pescado. El 69% de la harina de pescado y el 75% del aceite de pescado se transformaron en 2016 en pienso para piscifactorías. El resto de la harina de pescado se utiliza para producir piensos para pollos (23%) y cerdos (7%).
Debido a su alto contenido en proteína, la harina de soja modificada genéticamente procedente de América del Norte y del Sur también se utiliza para producir alimentos para peces y langostinos. El cultivo de soja está impulsando la deforestación a gran escala de los bosques tropicales de América del Sur.
La cría industrial de animales marinos conduce a graves problemas ambientales. Se destruyen regiones costeras para construir y gestionar la acuicultura. Los ecosistemas marinos quedan destruidos por las instalaciones, se talan manglares de forma masiva y se reducen los hábitats de muchas especies animales.
La cria intensiva de peces genera grandes cantidades de excrementos y animales muertos que contaminan las aguas. A esto se suma la utilización de químicos y antibióticos para frenar las enfermedades e infecciones. Especies invasoras colonizan hábitats de los que no proceden. Se mezclan con las especies locales a las cuales pueden desplazar totalmente o perjudicar con enfermedades.
La acuicultura perjudica el modo de vida de las pesquerías locales, costeras y de pequeña escala. Sus zonas de captura son invadidas por las empresas, confiscadas y destruidas. Changing Markets se queja de las condiciones laborales, a menudo muy malas así como de las contravenciones de las leyes existentes en los casos de las fábricas de harina de pescado en Gambia, India y Vietnam.
Desde la perspectiva del bienestar animal, la acuicultura es tan problemática como la ganadería industrial en tierra. Se trata de una actividad intensiva con una densidad de ocupación elevada y peces muy estresados. Los animales están expuestos a diferentes tipos de enfermedades, parásitos y lesiones. La calidad y sabor de los animales no son comparables a los de los peces salvajes.
Mira el video “El oscuro secreto detrás de los mariscos cultivados”
El salmón y la gamba cultivados que terminan en su plato tienen un secreto sucio. Se alimentan con miles de millones de peces capturados en el medio silvestre que se extraen indiscriminadamente de los océanos, se trituran en harina de pescado y aceite de pescado (FMFO) y se convierten en alimentos acuícolas, eliminando una fuente vital de proteínas de la vida marina y las comunidades locales.
El 93% de los océanos del mundo ya están totalmente explotados o sobreexplotados y los océanos se están quedando sin peces. La industria de la acuicultura está agregando presión adicional a las poblaciones de peces de nuestros océanos, ya desestabilizadas por el cambio climático, al sacar cualquier cosa del océano para satisfacer la demanda de FMFO de la industria. La industria de la acuicultura tiene grandes ambiciones de crecimiento, pero debe dejar de devastar los océanos para alimentar a los peces de cultivo. Ya existen alternativas a la alimentación acuícola sin utilizar peces capturados en el medio silvestre, pero la industria no avanza lo suficientemente rápido y el tiempo se acaba.
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Fuente: Salvá la selva

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