Las negociaciones del Tratado de plásticos fueron rehenes de un pequeño grupo de países productores de petróleo

La sociedad civil alerta sobre disfunciones en el proceso del tratado: Nairobi, Kenia – En el cierre de una semana de negociaciones (INC-3) para un tratado global sobre plásticos, un pequeño grupo de países, en su mayoría productores de petróleo y plástico, detuvo los avances hacia un documento internacional jurídicamente vinculante, mediante la utilización de descaradas tácticas dilatorias diseñadas, en última instancia, para debilitar el tratado.“Hasta el momento, estas negociaciones no han cumplido con la promesa establecida en el mandato acordado de promover un tratado sobre plásticos sólido y vinculante, algo que el mundo necesita con desesperación. Quienes amenazan las negociaciones se abrieron paso, a pesar de que una mayoría de países, con el liderazgo del Bloque Africano y otras naciones del Sur Global, apoyan un tratado ambicioso”, dice Ana Rocha, Directora de Política Global de Plásticos de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA).

Por Gaia

 Y agrega: “Sólo nos queda un año y dos reuniones de negociación para elaborar este tratado, y no podemos darnos el lujo de complacer los intereses de unos pocos elegidos. No tienen nada que perder y nosotros tenemos todo que perder. El plástico está quemando nuestro planeta, destruyendo comunidades y envenenando nuestros cuerpos. Este tratado no puede esperar”.  La sociedad civil también criticó duramente a la propia Secretaría del PNUMA por liderar un proceso de negociaciones indisciplinado y sinuoso que ha incumplido las convenciones surgidas de negociaciones internacionales anteriores y ha permitido que una minoría de países mantenga al proceso como rehén.

Progreso estancado y obstaculizado, en especial respecto de la reducción de plásticos
Al comienzo del INC-3, el Borrador Cero resultó un documento equilibrado que representaba una serie de puntos de vista que proporcionó a los Estados Miembros una base para la negociación; el domingo por la tarde, la extensión del borrador se había más que triplicado. Una minoría de Estados Miembros –en particular las naciones productoras de petróleo en el recientemente constituido “grupo informal de países con ideas afines” que incluye a Irán, la Federación de Rusia y Arabia Saudita– socavó el mandato previamente acordado para un tratado sobre plásticos, e intentó incluir un lenguaje poco ambicioso, a la espera de que corran las agujas del reloj. 
Tales intervenciones incluyen la inserción de términos sobre “prioridades nacionales”, “circunstancias nacionales” y un “enfoque de abajo hacia arriba”, que podría llevar a que las medidas voluntarias prevalezcan por sobre las medidas jurídicamente vinculantes: un enfoque de la política ambiental internacional hasta ahora fallido, como lo demuestra el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Esos mismos Estados Miembros, junto con algunos otros, realizaron un arduo trabajo para socavar el mandato de un tratado que cubra el “ciclo de vida completo del plástico, incluida su producción, diseño y eliminación” (Res. 5/14), para centrarse únicamente en los enfoques de gestión de residuos, afirmando que el problema no es el plástico en sí mismo, sino su eliminación.
“No hay diferencia entre el plástico y la contaminación por plásticos: el plástico es contaminación”, dice Rafael Eudes, Aliança Reziduo Cero, Brasil. El plástico contamina desde el momento en que se extraen los combustibles fósiles de la tierra hasta el momento en que se tiran los residuos”.
“Los Estados Miembros presentes en la sala tienen la obligación moral de priorizar los límites planetarios, los derechos humanos y la transición justa para las comunidades en el perímetro de las instalaciones y los recicladores”, dice Merrisa Naidoo, activista de Plásticos en GAIA África. “Un puñado de países no debe tomar al planeta como rehén e impedir un tratado ambicioso que aborde el ciclo de vida completo de los plásticos, que comienza con la extracción de la materia prima”.

La sociedad civil criticó duramente la política de puertas abiertas a la industria responsable de la crisis del plástico. De acuerdo a un informe del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL), 143 cabilderos de la industria química y de combustibles fósiles se inscribieron para asistir al INC-3, un grupo más grande que cualquier delegación nacional u organización de la sociedad civil, con lo que lograron amplio acceso a representantes gubernamentales de todo el mundo.
Por el contrario, las comunidades de la primera línea, aquellas en el perímetro de las plantas, las comunidades que promueven la justicia ambiental y los representantes indígenas vinieron preparados para compartir sus conocimientos y experiencias de primera mano al ser los más afectados por todas las etapas de la vida útil del plástico; pero, al igual que otros observadores de la sociedad civil, tuvieron pocas oportunidades de intervenir.
Los Estados Miembros afirmaron que el comercio de residuos plásticos y otros esquemas de mercado están fuera del alcance del tratado, y citaron reglas de la OMC y del Convenio de Basilea en un esfuerzo por evitar su responsabilidad en el colonialismo de residuos, a pesar de los diversos vacíos jurídicos en los tratados existentes que no protegen a las comunidades.
Larisa de Orbe, de Colectiva Malditos Plásticos, México, responde: “América Latina se ve afectada por el comercio transfronterizo de desechos plásticos tóxicos provenientes de los países ricos. Este instrumento no debe duplicar el mandato y el alcance del Convenio de Basilea, pero debería llenar sus vacíos: prohibir definitivamente la exportación de desechos plásticos y no permitir la pirólisis u otras formas de incineración, el coprocesamiento y las soluciones falsas como el ‘reciclaje químico’ y los créditos de plástico.
Gran ambición de las naciones africanas, los pequeños estados insulares en desarrollo del Pacífico y otras comunidades de la primera línea en el Sur Global
A pesar de la obstrucción de un pequeño grupo de Estados Miembros, se notó la ambición y la dedicación de algunos países, en especial, en la región de África y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo del Pacífico.
En particular Angola, las Islas Cook, Fiji, Kenia, Maldivas, Mauricio, Nueva Zelanda, Nigeria, Panamá, Palau, Ruanda, Samoa, Senegal, Tuvalu y Uruguay demostraron su compromiso de conducir al mundo hacia un tratado sólido sobre plásticos que se centre en los derechos humanos y la justicia ambiental.
La delegación de recicladores de la Alianza Internacional de Recicladores (IAWP, por su sigla en inglés) tuvo una fuerte presencia en el INC-3, donde logró obtener un apoyo significativo de los Estados Miembros, en particular en el Sur Global, y mediante fuertes conexiones con los representantes indígenas. IAWP publicó sus prioridades clave para incluir una transición justa en el tratado.
Maditlhare Koena, de la Asociación de Recicladores de Sudáfrica, se mostró complacida de que se haya mencionado a los recicladores y a la transición justa en múltiples ocasiones durante las sesiones plenarias. “Hoy, en el último día del INC 3, podemos decir con claridad que nos sentimos reconocidos”, añade Maditlhare Koena.
 

Fuentes: Rebelión Contactos de prensa: Global: Claire Arkin, Comunicaciones Globales claire@no-burn.org  América Latina y el Caribe: Camila Aguilera camila@no-burn.org  - GAIA es una alianza mundial de más de 1.000 grupos de base, organizaciones no gubernamentales e individuos en más de 90 países. Trabajamos para catalizar un cambio global hacia la justicia ambiental mediante el fortalecimiento de los movimientos sociales de base que promueven soluciones a los desechos y la contaminación. Visualizamos un mundo justo, sin desperdicios, basado en el respeto por los límites ecológicos y los derechos de la comunidad, donde las personas estén libres de la carga de la contaminación tóxica y los recursos se conserven de una manera sostenible, no se quemen ni se desechen.

 

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