¿Qué está pasando realmente con la Amazonia?

El pulmón verde del planeta está ardiendo por los cuatro costados. El fuego arrasa la Amazonia hasta el punto de que el humo ha oscurecido el cielo de São Paulo mostrando una imagen apocalíptica. Y no es para menos.

Silvia Barquero Según datos ofrecidos por el Ministerio de Ciencia y Tecnología brasileño, se han registrado 71.497 focos entre el 1 de enero y el 18 de agosto de 2019. Un aumento del 82% con respecto al mismo período del año pasado. Lo que indica que la Amazonia desaparece pasto de las llamas cada año, desde hace ya mucho tiempo.
¿Pero cómo es posible que se produzcan decenas de miles de incendios? Evidentemente 71.497 focos distintos no se generan de manera fortuita.
Quién y porqué los provoca puede sorprendernos e incluso incomodarnos, pero el conocimiento es poder para cambiar las cosas.

En febrero de 2017, la organización MightyEarth publicó un informe desvelando la relación entre la producción de soja y la deforestación masiva en la cuenca del Amazonas. Las imágenes tomadas con drones son realmente escalofriantes y ofrecen una idea contundente de la magnitud del problema.
Cosecha masiva de soja en una granja en Campo Verde, Mato Grosso, Brasil. Foto: Alf Ribeiro.

Su informe señala un dato importante: la producción de soja se utiliza mayoritariamente para alimentar a las vacas que se convertirán en carne para satisfacer la demanda de Europa y Estados Unidos.
Literalmente, estamos devorando el planeta.

Detrás de este macabro negocio, Mighty Earth encontró a dos multinacionales de la alimentación: las estadounidenses Cargill y Bunge, que compran la soja producida en los campos generados tras talar los bosques de Brasil y Bolivia.
No es la primera vez que una organización ecologista señala a estas empresas. Según un informe de Greenpeace de 2006, Cargill es el impulsor de la destrucción de la Selva Amazónica y revela que: «Gran parte de la soja brasileña que alimenta a los pollos, vacas y cerdos en Europa es suministrada por el gigante agrícola Cargill».
Una tercera investigación conjunta realizada por The Guardian, Repórter Brasil y la Oficina de Periodismo de Investigación, constata que cada año se talan hasta 5.800 km2 (una superficie idéntica a la de la provincia de Cantabria entera) de bosques en la Amazonia para convertirlos en pastos utilizados para la cría de ganado que posteriormente es enviado a mataderos que producen carne para los mercados mundiales.
Lo pueden decorar, maquillar y ocultar, pero la realidad es que la creciente demanda mundial de carne se ha convertido en la principal causa de la destrucción de la selva amazónica y del planeta en su conjunto. Las estimaciones no son nada tranquilizadoras: el consumo de carne se duplicará a nivel mundial en los próximos 20 años.
Nos enfrentamos a una seria y profunda crisis alimentaria global. El 80% de la tierra agrícola, incluidas las tierras del tercer mundo, se utiliza para la producción de cereales y grano destinados a alimentar a los animales que se sacrifican en cifras astronómicas para saciar el apetito voraz del primer mundo, donde 2.000 millones de personas tienen sobrepeso u obesidad. Todo ello desoyendo las indicaciones de Naciones Unidas que instan a los gobiernos mundiales a favorecer el consumo directo de proteínas vegetales, garantizando el acceso a comida suficiente a los 10 mil millones de personas que se espera vivan en el planeta para 2050.
Sabemos que el consumo de carne roja y carne procesada está directamente relacionado con el cáncer, desde que nos advirtiera de ello la Organización Mundial de la Salud.
Sabemos que la industria de la carne genera tantos gases de efecto invernadero como todos los coches, trenes, barcos y aviones juntos.
Sabemos además que la producción de carne consume los recursos hídricos del planeta: para producir un sólo kilo de carne de vaca, se necesitan 15.000 litros de agua, por lo que la industria ganadera contribuye a la sequía, la desertización y como ahora vemos, a la deforestación de nuestros bosques.
Así que podemos rezar por el Amazonas, pero si queremos ser realmente efectivos, tenemos la solución en nuestras manos eligiendo lo que ponemos en nuestros platos. Es urgente tomar en serio de la recomendación de Naciones Unidas y realizar un cambio en nuestra dieta, introduciendo de nuevo en alimentos de origen vegetal: cereales, legumbres, frutas y verduras.
Será bueno para los animales, para nuestra salud y para el futuro del planeta.


Fuente: https://blogs.publico.es/jaulas-vacias/2019/08/22/que-esta-pasando-realmente-con-la-amazonia/ Imagen de portada: Washington Post
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3 mapas que muestran la dimensión de los fuegos

 
Los incendios forestales que azotan Brasil están registrando números récord este año. Las imágenes de satélite analizadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) captaron más de 72.800 focos de incendios en la región entre enero y agosto. Esto es un 83% más que en 2018. La mitad de los incendios de Brasil están en el Amazonas. Otro gigantesco incendio está sin control en la frontera entre Paraguay y Bolivia, país que calcula en más de 600.000 hectáreas las afectadas.

Los efectos de los incendios van mucho más allá de la zona quemada. El humo, los aerosoles y las partículas en la atmósfera se extienden por otras partes de la región, afectando a varios países.

En este mapa del Servicio europeo de Monitoreo de la Atmósfera Copernicus (CAMS) podemos ver cuáles son las emisiones de monóxido de carbono y cómo afectaron el pasado 21 de agosto a otros países.
1. Monóxido de carbono
El monóxido de carbono es un gas es altamente tóxico que puede agravar enfermedades respiratorias e incluso causar la muerte cuando se respira en niveles elevados. "Es el resultado de una combustión incompleta. Es el producto restante de los incendios", explicó a BBC Brasil Mark Parrington, del CAMS.
Este gas tiene una vida de aproximadamente un mes. "Llevado por los vientos, puede viajar miles de millas", añade el científico.
De hecho, su presencia afectó a Bolivia, Paraguay y Perú.
Si nos fijamos en el mapa, el miércoles el punto de mayor concentración de monóxido de carbono (en rojo) se situó en la frontera que Bolivia comparte con Brasil y Paraguay.
Es ahí donde la agencia europea detectó los niveles más extremos del gas.
La nube cruzó transversalmente América Latina de lado a lado dejando rastros también en Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela.
Como podemos ver, el monóxido abarca desde la costa del océano Pacífico a la del océano Atlántico.
2. Aerosoles
El siguiente mapa muestra la predicción de aerosoles liberados por la quema de biomasa.
Los aerosoles son partículas líquidas o sólidas suspendidas en la atmósfera, como polvo, cenizas volcánicas y humo, que afectan la calidad del aire y el clima.
En la práctica, es el humo.
    •    En fotos: los graves incendios que arrasan Brasil y otros países de América del Sur
Las grandes humaredas tienen especial incidencia en personas con enfermedades respiratorias e incluso el tránsito aéreo.
Los incendios forestales son frecuentes en Brasil en la estación seca, pero también pueden ser provocados por quienes, ilegalmente, buscan deforestar las tierras para la cría de ganado.
La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo, es una reserva vital de carbono que ralentiza el ritmo del calentamiento global.
En una parte de Paraguay y Bolivia y sobre todo en la región de Rondonia, en el noroeste de Brasil, los aerosoles alcanzaron niveles extremadamente altos.
Aunque, como vemos en el mapa, Perú, y en menor medida Ecuador, también registraron presencia de estas partículas en niveles amarillos (entre 0,49 y 0,55).
En Sao Paulo, debido a una conjunción de condiciones meteorológicas adversas y humo, la ciudad vio anochecer el lunes dos horas antes de la puesta de sol.
Y eso que la megaurbe se sitúa a unos 2.500 kilómetros de distancia del foco de los principales incendios.
3. Partículas en suspensión
En este último mapa podemos ver las partículas en suspensión.
Según Parrington, estas son "partículas ultrafinas que contribuyen a problemas de calidad del aire".
"La exposición prolongada o repetitiva a las PM10 puede provocar efectos nocivos en el sistema respiratorio de la persona", dice el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes de España.
El servicio, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica, aclara que estas partículas son menos perjudiciales que las PM2,5. Al tener un mayor tamaño, no logran atravesar los alveolos pulmonares, quedando retenidas en la mucosa que recubre las vías respiratorias superiores. La mayoría de estas partículas se precipitan en la tierra, provocando una capa de polvo en la superficie que puede afectar seriamente a la salud tanto de los organismos terrestres como acuáticos.El mapa muestra cómo la Amazonía brasileña y el norte de Bolivia han recibido la mayor parte de las partículas en suspensión. De nuevo, el miércoles el punto de mayor concentración de PM10 (en azul oscuro) se situó en la frontera que Bolivia comparte con Brasil y Paraguay.
 
Fuente: Redacción BBC News Mundo

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