Chile vira a la derecha a los dos años de gobierno de Gabriel Boric

El pasado 11 de marzo se cumplieron dos años de la toma de posesión de Gabriel Boric como presidente de la República de Chile. Un segundo aniversario agrio que se produce en un momento en el que el país andino parece girar inexorablemente hacia la derecha. Aunque la tasa de aprobación del presidente se encuentra estabilizada en torno a un 30%, el apoyo que obtuvo en la primera vuelta de las presidenciales, todos los sondeos muestran como favoritos en las próximas elecciones a dos candidatos de la derecha.

Jaime Bordel Gil

Si los pronósticos de las encuestadoras se cumplen, la segunda vuelta de las presidenciales enfrentaría a la alcaldesa de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) Evelyn Matthei contra el candidato de la derecha radical José Antonio Kast, que volvería a disputar el balotaje. Una situación que refleja el marcado giro a la derecha que ha emprendido el país en los últimos años.
Son muchos los factores que han influido en esta deriva, pero de entre todos ellos, hay dos que son fundamentales para entender el cambio que ha tenido lugar en los últimos años: la incapacidad del gobierno Boric de sacar adelante su agenda y la profunda crisis de seguridad en que se encuentra sumido el país.
La parálisis legislativa ha sido el principal foco de problemas del gobierno Boric durante estos dos primeros años de legislatura. Con un congreso sin mayoría, el presidente no solo tiene que poner de acuerdo a las distintas fuerzas que integran su gobierno, sino que después debe sortear un congreso donde la derecha y la ultraderecha cuentan con 68 de los 155 diputados que componen la cámara. Este difícil rompecabezas ha impedido que el gobierno pueda sacar adelante las principales reformas que pretendían vertebrar su mandato: la reforma del sistema educativo, del sistema de pensiones, y la piedra angular que debía financiar todo: la reforma tributaria.
Aunque se han sacado adelante medidas importantes como la reducción de la jornada laboral 45 a 40 horas, el aumento del salario mínimo o la eliminación del copago en el sistema de salud pública, en materias tan troncales como el sistema impositivo o las pensiones, ha sido imposible alcanzar un acuerdo.
El gobierno se encuentra sometido a constantes juegos de suma cero. Si se mantiene firme en el contenido de sus propuestas, se da de bruces contra unas instituciones en las que no tiene mayoría, pero si rebaja excesivamente sus propósitos corre el riesgo de perder el apoyo de los elementos más progresistas de su propia coalición. El resultado ha sido una acción de gobierno errática, donde a pesar de haber conseguido algunos avances, no se han atajado de raíz los problemas estructurales del país como las desigualdades en materia de pensiones, salud y educación o un sistema fiscal fuertemente regresivo.
Esta parálisis, además de impedir resolver los problemas que enfrenta el país, genera frustración, desencanto y desconfianza, tres sentimientos que son gasolina para la derecha y la extrema derecha. La incapacidad de aplicar buena parte de su programa político ha generado en Chile la sensación de que el gobierno que venía para cambiarlo todo se trata de otro gobierno más, incapaz de solucionar los fallos estructurales del sistema y alejado de los problemas reales de la gente. Y de ese descontento se nutren las opciones políticas que parece que hoy podrían protagonizar un giro conservador en Chile.
El otro factor que más ha influido en la derechización de Chile es la crisis de seguridad. Desde hace varios años el número de homicidios ha aumentado y se ha comenzado a dar un tipo de criminalidad más violenta a la que los chilenos no estaban acostumbrados. Este cambio de paradigma ha hecho que crezca notablemente la percepción de inseguridad ciudadana y que la delincuencia se haya convertido en el problema más importante para la ciudadanía chilena.
Numerosos expertos coinciden en que la preocupación no es fruto del alarmismo y que en los últimos años la situación ha empeorado considerablemente. El aumento de la presencia de bandas criminales extranjeras, especialmente en Santiago, ha hecho que aparezca un tipo de criminalidad, donde según el fiscal nacional Ángel Valencia, “la violencia ya no se emplea solo para asegurar el resultado del delito sino para infundir temor a la comunidad”.
Este contexto no ha favorecido en absoluto al gobierno, cuya respuesta ha sido criticada por todos los frentes. De un lado, se le acusa de falta de contundencia, y del otro de recurrir a los mismos métodos represivos empleados por anteriores gobiernos como los estados de emergencia o impulsar la presencia de militares en las calles.
El caso es que como ocurre en casi todas las latitudes, cuando la seguridad ciudadana domina la agenda política, la derecha suele salir beneficiada. Ocurrió en la elección de los Consejeros Constitucionales en mayo de 2023, cuando el Partido Republicano de Kast fue la primera fuerza tras una campaña centrada en la seguridad y la delincuencia, y casi un año después la situación continúa siendo muy parecida. La diferencia es que tras el tropiezo de Kast en el segundo plebiscito constituyente quien parece capitalizar ahora este descontento es la alcaldesa conservadora Evelyn Matthei.
La paralización de un gobierno que llegó con grandes promesas de cambiarlo todo sumada a un momento político donde los temas que más preocupan a la ciudadanía favorecen a la derecha ha generado una situación donde las opciones conservadoras parecen tener el viento de cara. Aun queda tiempo para que termine la legislatura, y sería un error tanto dar por muerto a Boric y a la izquierda chilena, como dar por hecho que los actuales favoritos, Matthei y Kast, serán quienes finalmente lleguen a La Moneda. Dos años antes de las anteriores elecciones presidenciales Gabriel Boric ni sonaba como candidato, y el ultraderechista Kast, que disputó la segunda vuelta contra el actual presidente, no era tomado en serio ni por la propia derecha, por lo que las cosas aún pueden cambiar mucho.
Sin embargo, a estas alturas de legislatura las tendencias son evidentes, y mientras que a mitad de mandato de Piñera la sociedad giraba a la izquierda eligiendo una Convención Constitucional de claro signo progresista, hoy en Chile el gobierno no termina de despegar mientras que la derecha capitaliza los descontentos con el Gobierno.
El ejecutivo de Gabriel Boric deberá remontar el vuelo lo antes posible si desea evitar una derrota apabullante en 2025. Para ello no solo deberá tratar de dar respuesta a la crisis de seguridad ciudadana, sino que tendrá que revitalizar una agenda legislativa que le permita implementar cambios en materias como la educación o las pensiones. La única manera de impedir que este giro conservador llegue hasta el Palacio de La Moneda es que el gobierno del cambio consiga dejar un legado por el que ser recordado. Tras el fracaso del proceso constituyente, este legado no será una nueva constitución. Por tanto, al gobierno de Boric solo le queda ser el que plantó la semilla para acabar con la privatización de los sistemas de salud, pensiones y educación. Si no lo consigue, el giro a la derecha en Chile será prácticamente irreversible.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/america-latina/derechizacion-chile-boric-kast-matthei-inseguridad-narcotrafico - Imagen de portada: Una familia de migrantes pide información sobre el estado de la frontera a un agente de los carabineros chilenos. RAMÓN P. YELO

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