Devolver la naturaleza a su estado salvaje talando una forestación de especies invasoras en Dinamarca

En Thy, el paisaje se despliega en un mar de dunas vírgenes, retorcidos bosques de sitka y tradicionales pueblos pesqueros que forman parte del parque nacional más antiguo de Dinamarca. Este extremo norte de la península de Jutlandia es también uno de los parajes más agrestes y cautivadores del país nórdico. Aquí la naturaleza es moldeada por el viento, el mar, la sal y la arena movida por las tormentas del Mar del Norte.

Òscar Gelis Pons

Adentrarse en un bosque de sitka es como entrar en un túnel. Las imponentes coníferas pueden llegar a los 50 o 70 metros de altura, como las columnas de una basílica. El bosque es oscuro, pero en algunos momentos entre las ramas se cuela un rayo de sol de finales de invierno que provoca el mismo efecto que la luz atravesando el vitral de un castillo. Rodeado de árboles, a uno le envuelve una sensación de misterio e inquietud.
En un rincón de 120 hectáreas en este vasto bosque se está llevando a cabo un experimento como parte de un novedoso plan de reforestación financiado por la Unión Europea. El objetivo es hacer que la naturaleza sea más resistente a las amenazas del cambio climático y parar la pérdida de biodiversidad que está sufriendo el territorio. Para ello, el paisaje en Thy está en vías de sufrir un cambio radical, devolviéndolo a un estado más salvaje que ayudará a reconfigurar cómo serán los bosques europeos en el futuro.

Bosque de 'sitka' parcialmente talado. Òscar Gelis Pons

Volver el bosque nativo
En el bosque de coníferas ensordece el rugir de las motosierras y los camiones apilando los árboles talados de raíz. En este punto, el bosque ha sido completamente arrasado dejando un claro lleno de ramas y troncos caídos. “En realidad, lo que intentamos es liberar los procesos naturales, eso convertirá ese paisaje en un lugar más hospitalario para otras especies de animales y plantas, y no solo para los humanos” explica el trabajador forestal y antropólogo de la Agencia de Naturaleza, Malthe Barnkob Lehrmann.
De hecho, como cuenta Lehrmann, los árboles de sitka son una especie invasora, que fue cubriendo lo que era un bosque lleno de biodiversidad. Esta especie de conífera fue introducida por el hombre para parar el avance de las dunas de la playa, y también se ha utilizado durante años para la producción de leña. “Pero el hecho de que sea un monocultivo significa que está ahogando al resto de flora y fauna autóctona, provocando que el bosque sea mucho más vulnerable a ser devorado por plagas de hongos o por incendios forestales” dice Lehrmann.

Bosque de 'sitka' parcialmente talado. Òscar Gelis Pons

Tras la drástica tala del bosque, la agencia de la naturaleza tiene previsto reintroducir en el área algunas especies de árboles y arbustos nativos. También se están eliminando los sistemas de drenaje que durante años se habían utilizado en esta plantación de coníferas. Esto provocará que la zona quede parcialmente inundada de forma natural por las lluvias o el deshielo. Además, se están creando corredores para que pueda entrar mucha más luz en el bosque, ya que antes de la intervención humana la vegetación era menos espesa, lo que permitía que crecieran más plantas y atraía a más animales como insectos y pájaros. Otra de las acciones de reconstrucción del bosque es retirar y remover parte de la capa del suelo para dejar expuesta la tierra calcárea debajo, lo que favorecerá la creación de microhábitats para insectos.
Todas estas intervenciones se están llevando a cabo en Thy en un plazo de cinco años en el marco del proyecto llamado Superb, impulsado por el European Forest Institute de la Unión Europea. Este proyecto combina novedosas medidas de restauración forestal que se están poniendo en marcha en 12 puntos del continente, incluida entre ellas un área de 5.000 hectáreas de bosque en Castilla y León. En total, el proyecto cuenta con un presupuesto de 20 millones de euros y desde las instituciones europeas se prevé que la restauración forestal se deberá aplicar al 20% de la superficie terrestre y marina de la UE en un período de seis años. Pasado este tiempo, estas medidas se aplicarán en todos los ecosistemas que necesiten restauración de aquí al año 2050.
Incluir a la comunidad local

Árboles cortados en el bosque. Òscar Gelis Pons

Pia Slot representa una pequeña parte de la comunidad local que quiere ser incluida en el proceso de tomas de decisión para transformar el parque: “Estamos de acuerdo en que es bueno aumentar la biodiversidad del bosque, pero pedimos que no nos excluyan de la ecuación”. Las protestas de los vecinos con el proyecto Superb se resumen en que el bosque tardará décadas en volver a su estado natural. Desde la Agencia de Naturaleza danesa admiten que involucrar a la comunidad local en el proyecto “es clave para comunicar el trabajo que se está haciendo”. “Además, estamos abiertos a las peticiones y sugerencias que nos hacen los vecinos, de esta forma se crea un vínculo de responsabilidad con la protección del medio ambiente más fuerte”, dice Malthe Barnkob Lehrmann.
En uno de los talleres que la agencia gubernamental organiza, Pia Slot expresa: “Estamos redefiniendo lo que son los bosques, este es el cambio de paradigma”.
Primeros brotes de regeneración

En un claro, Jan Durinck recoge las primeras evidencias de que la vida animal ya ha aumentado en el bosque. Durink analiza los sonidos de alta frecuencia que hacen los murciélagos por las noches. En el bosque de sitka, “en una noche de verano antes se registraban una actividad de 0.7 sonidos” dice Durinck. Ahora, en las zonas del bosque donde se han creado charcos de agua para atraer a los insectos “fácilmente se registran 10 o 20 sonidos, y hasta 150 en una noche de mucha actividad”, asegura el experto.

Alfred Omø Küpper (17 años) y Mona Hamilton (16 años), estudiantes del instituto local que participan en la regeneración del bosque. Òscar Gelis Pons

Quienes también parecen entusiasmados por el proyecto son los alumnos de la escuela secundaria local. Una parte del proyecto Superb pasa por involucrar a las generaciones más jóvenes en la reforestación del paisaje. De este modo, los alumnos de la escuela tienen libertad para reconvertir un área de bosque como ellos prefieran.  Esta mañana, a pesar de los cero grados, Alfred Omø Küpper (17 años) y Mona Hamilton (16 años), junto a sus compañeros de clase, han replantado árboles y han creado unas estructuras para atraer a los insectos: “En vez de todas las charlas sobre los efectos del cambio climático que ya sabemos, es bueno tener esta experiencia y ponerse manos al asunto” asegura Alfred. A su lado, Mona añade: “Aunque sea a una escala muy pequeña, me gusta formar parte del cambio en el bosque, y todo empieza aquí”.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/devolver-naturaleza-salvaje-talando-bosque-entero-dinamarca_1_11321435.html
 

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